XXXIX

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Miró hacia arriba, mientras sus labios temblaban, antes de romper a llorar, arrodillada en el suelo, completamente doblegada. Era tan difícil fingir en todo momento que era fuerte, que nada podía herirla.

Se abrazó así misma y bajó la cabeza, llorando.

La observó a la distancia, sin saber si acercarse o no a ella. Pero... Verla de ese modo, tan frágil, lo hizo caminar con pasos suaves hasta la castaña.

—No estarás sola mientras yo esté aquí, a menos que me envíes de nuevo a Haslowe —sonrió levemente.

—¿Q-Qué quieres tú aquí? —le preguntó girando la cabeza para que no la viera llorar.

—La noche está hermosa para caminar, y no podía dormir.

—Como si fuera a creer que llegaste hasta aquí por casualidad.

—¿Qué te hiere tanto? ¿Quién te daña de este modo?

Le dió la espalda, y antes de intentar decir algo, volvió a quebrarse.

—Laibell ¿Qué ocurre?

—Odio a Irat'keli, lo odio como jamás creí que podría odiar a una persona. Y eso es... Es porque él es un maldito hijo de puta conmigo, siempre dice cosas que me hieren, porque saben que lo hacen —sollozó, temblando—. Yo lo admiraba, como a toda la familia de la líder, hasta que los conocí en persona, en la intimidad, y me di cuenta que nada es lo que aparentaban.

—Sí, las desilusiones duelen —le dijo en un tono bajo—. ¿Pero sólo te ha dicho cosas hirientes? ¿O intentó algo más contigo?

—¿Q-Qué podría hacerme? Si él me detesta, siempre dijo que no parecía una kanatita, que mi cuerpo es horrible, que tengo los pechos muy grandes.

Moses arqueó una ceja, incrédulo. ¿Quién demonios podía ser tan idiota de decir algo así?

La rodeó y se sentó frente a ella, tomándola del rostro con ambas manos.

—Tienes unos ojos preciosos, una mirada muy penetrante, decidida, intimidante, desafiante, fue lo primero que noté la primera vez que nos vimos. Tienes la boca más tentadora que haya conocido, que con sólo mirarla, te tienta a probarla. Y tus pechos, ese tipo es un idiota ¿Quién no quisiera dormir allí? —sonrió—. Laibell, eres una mujer hermosa en todos los sentidos.

—S-Si fuera lo mitad de lo q-que dices, al menos uno de los machos lo hubiese notado.

—Que estúpido, sabía que tenía que viajar a Kanat'ma en los kok'tas —sonrió, permitiéndose acariciarle una de sus mejillas—. ¿Tú me hubieses escogido a mí?

Ella lo miró a los ojos, y los suyos volvieron a cristalizarse.

—Vete.

—¿Por qué?

—Quiero estar sola.

—Está bien ¿Pero puedo abrazarte primero?

Negó con la cabeza, e ignorándola, la abrazo de todos modos, apretándola contra su cuerpo.

—Tú cuidas a Kanat'ma ¿Pero quién te cuida a ti?

***

No le había costado mucho encontrarlo, después de todo, a la escoria le encantaba hacerse notar aunque ya no fuera líder de la isla.

—Irat'keli, tanto tiempo.

El castaño se giró al escuchar que lo nombraban y sonrió de lado al ver al muchacho que estaba parado frente a él ahora.

—Vaya ¿Qué haces tú por aquí? ¿Qué se siente ser el protegido de la gran y justa líder kanatita?

—No sé, deberías preguntarles eso a tus padres ¿No lo crees? —sonrió—. ¿Te molesta si hablamos un momento a solas?

—¿Por qué debería hablar contigo? —le preguntó tomándose un trago de su cerveza.

—Hay algunos asuntos que me gustaría discutir. No creo que el antiguo líder de Kanat'ma le tema a un simple macho ¿No?

—Por supuesto que no —le dijo poniéndose de pie, endureciendo sus rasgos—. Vamos.

Moses lo observó y sonrió, comenzando a caminar ambos, saliendo de la tribu de machos.

—Tienes razón, estuve en contacto con Araza, pero no por eso soy su protegido o favorito.

—Si no supiera que es una miedosa, y que ningún macho se fijaría en alguien como ella, diría que es una puta que te dió libertad a cambio de favores sexuales. Pero ambos sabemos que eso es imposible —rio.

Moses sonrió y detuvo su andar.

—¿Por qué crees que ningún macho se fijaría en ella?

—Porque es horrible, tiene un cuerpo-

Le dió un puñetazo tan fuerte, que no sólo le quebró el tabique, sino que también lo tiró al suelo, tomándolo por sopresa.

—¿Tiene un cuerpo qué? —sonrió, antes de patearlo en las costillas, haciéndolo rodar por el suelo—. Vamos, responde Irat'keli ¡¿Qué tiene el cuerpo de Laibell?! —gruñó en un tono tan gutural, que sonó inhumano.

Le dió una segunda patada y se subió arriba de él, tomándolo del cuello con una de sus manos, mientras las venas se marcaban en sus brazos y cuello, conteniéndose para no apretar de más.

—Tú y yo tendremos una larga charla esta noche, ex camarada —sonrió—. ¿Por qué lo recuerdas, verdad? Éramos socios, tú el representante de Kanat'ma y yo el de Haslowe ¿Y sabes qué es lo mejor de todo? Que ninguno de los dos ahora tiene su puestos —sonrió antes de endurecer sus facciones y comenzar a gruñir—. O dejas de joder la vida de Laibell, o te juro que por lo que más ames, te voy a torturar hasta la muerte. Y tú sabes muy bien que soy capaz de hacerlo, sabes perfectamente de dónde vengo, y a qué me dedicaba.

—S-Su... Suél-tame —balbuceó.

Moses salió de encima de él y sonrió nuevamente.

—Es terrible lo insegura que puede ser la isla ¿Verdad? Quien diría que el hijo de los ex líderes de Kanat'ma tropezó por un barranco, y cayó cuesta abajo, quebrándose la nariz y varias costillas.

—¿Q-Qué?

—Esa será la versión oficial, se que estás acostumbrado a mentir —sonrió.

—E-Estás enfermo. N-No cre-as que saldrás tan-

—Por tú bien, yo me apegaría al plan.

—¿Por qué h-haces esto?

Se puso de cuclillas junto a él que estaba en el suelo ya sentado y sonrió.

—Odio a los cobardes —le dijo antes de tomarlo de la nariz y enderezarla, haciéndolo gritar—. Ve pronto al hospital, no querrás que la nariz te quede chueca ¿No? Está quebrada.

—E-Eres un hijo de puta.

—No, te equivocas, soy hijo de una mujer muy buena y noble. Pero si puedo ser un asesino, un verdugo. Piénsalo bien... Porque estaré muy cerca cuando cuentes que te ocurrió.

...

Dije dos capítulos, pero quizás sean un par más, contando a este, no lo sé aún.

Princesa de Eritma Where stories live. Discover now