Esposo mio...viniste por mi

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El ruido atormentaba su cabeza. Un pitillo atormentador le quitaba el aliento y lo hacía sentir mareado. Zhiyin jadeó abriendo ligeramente los ojos con tanto esfuerzo que se agotó, sintiendo un dolor en todo su cuerpo que apenas se podía mover del suelo. Allí estaba, rodeado de escombros por todos lados, cristales, algunos de ellos que habían roto la tela de su ropa y atacado su piel.

Todo palpitaba, y se desvanecía delante de él obligándose a no perder la conciencia de nuevo.

Hizo un esfuerzo por levantar su cabeza, acostado de lado, pero fue inútil, algo caliente se desplazaba por su frente y pudo saber que era sangre. Pero más importante que eso… su barriga. Se obligó a mover su mano para tocarla escuchado sus músculos crujir y suspiró de alivio al encontrar que su renacuajo estaba a salvo, y que el interior de sus muslos, aunque entumecidos, estaba seco. Sin embargo, esta dolía de una forma que lo estremecía. No sangraba, pero eso no indicaba que todo estaba bien.

Necesitaba salir de allí y ponerse a salvo. Si moría su esposo sufriría mucho. Además… él era Zhiyin, no moriría estúpidamente como ahora.

Y reuniendo toda su fuerza de voluntad se obligó a moverse apretado los labios de dolor. Podía jurar que le dolía hasta la uña del dedo gordo del pie.

-Esposo mío- jadeó perdiendo todo el aire de sus pulmones. Esto sería difícil.

Fue entonces que, entre la confusión, los ruidos a su alrededor que poco a poco se fueron haciendo más claros a través del pitillo en su cabeza, pudo divisar dos siluetas paradas en medio de varios cuerpos ensangrentados en el suelo y otros aplastados por los escombros. Aquel lugar se había convertido en infierno total. Aun así, su atención se fijó en las dos siluetas que conversaban. En medio del humo le era muy difícil definir quiénes eran, aunque le parecieron familiares.

-Todo está listo- la voz de ellos llegó a él y Zhiyin se estremeció involuntariamente y tragó un gemido, pero demasiado tarde. Una de las siluetas pareció verlo y se encaminó hacia él.

Zhiyin tembló e intentó retroceder arrastrándose por el suelo, pero fue inútil, el dolor en si vientre se hizo tan fuerte que casi gritó. Su renacuajo estaba muy alterado en su vientre y pateaba o eso creía él. Puso una mano sobre su gran vientre y comenzó a arrastrarse hacia atrás, aunque apenas lo hizo antes de que la figura apareciera tan cerca de él que la neblina de humo y polvo no pudo esconder sus rasgos.

Y Zhiyin palideció.

-Al fin estás en mis manos de nuevo. Vengo a buscar lo que es mío- aquella voz hizo que temblara notoriamente ahora es su estado tan vulnerable.

-Gao… Gaom…mei- jadeó mirando al hombre que le sonreía sádicamente desde su posición vestido con una de las túnicas de los guardias del gran cultivador. El maldito era el que lo había asesinado. Así, tan fácil que aún no se lo podía creer. Ni siquiera su esposo que era fuerte pero no tanto como él habría sido asesinado de esa manera tan estúpida.

La mente de Zhiyin en ese momento era una locura total. Con su corazón latiendo fuertemente en su pecho y su renacuajo dándole un mal rato. Dios, en qué situación se había metido.

-Veo que mi has cuidado bien a mi hijo- los ojos de Gaomei se fijaron en el enorme vientre de Zhiyin.

Y este soltó un bufido.

-Acaso crees que tendría un hijo tuyo- sabía que no era momento de hacerse el fuerte o el valiente dada su desventaja en ese momento, pero la sola idea de que ese hombre fuera el padre de su hijo sabiendo lo que le había hecho a su cuerpo en el pasado, casi le daba ganas de vomitar.

Aquellas palabras no le hicieron mucha gracia a Gaomei. Su rostro se desfiguró en una mueca desagradable y se arrodilló agarrando la parte de delante de la túnica de Zhiyin. El tirón que le dio hizo que la barriga de este palpitara del dolor y su cuerpo se cubriera de una leve capa de sudor frío. Ahora temblaba y no era de miedo. Temía volverse a desmayar de nuevo y eso sería su condena.

Enamorado de un idiota (Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora