。゚❁۪Capítulo 04 ུ °

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Su marca se había formado, claro no estaba cicatrizada, pero la conexión única y potente que solo podía sentir con su compañero estaba en su pecho, en su cuerpo

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Su marca se había formado, claro no estaba cicatrizada, pero la conexión única y potente que solo podía sentir con su compañero estaba en su pecho, en su cuerpo. Louis estaba feliz, satisfecho. Amaba ser mimado y más si era por su alfa.

Sentía que la autoridad se le resbalaba de su cuerpo, sentado en el regazo de su alfa al aire libre, donde todos los podías ver, incluso ese omega pelirrojo.

Toda la tribu desayunaba. La gran mesa de madera no acaparaba a todos los integrantes, por lo que había más mesas de madera alrededor, donde niños, omegas, betas y algunos alfas comían. Pues los alfas comían en la mesa principal donde su Yher se encontraba junto a su Yhar, lo cual no era común, ¿un omega sentado en la mesa principal?

Las delicias en la mesa eran variadas, desde la miel hasta los panes recién horneados que esparcía un olor delicioso. Louis disfrutaba de las frutas, tenía una preferencia particular a las fresas y más si estas tenían miel.

Llevando fresa por fresa a sus labios, comiendo lentamente y mirando con altanería al omega pelirrojo que se veía desde la otra mesa.

—Alfa —gimio Louis, cuando el rizado alfa alejó el tazón de fresas del alcance de sus manos.

El alfa lo miró y apretó su agarre en su cintura.

—Come el pan que prepararon —dijo estoico.

—No quiero.

—Omega...

Louis levantó su rostro, enojado. Con su frente en alto, mirando otro lugar.

Los niños corrían y jugaban. Todos eran de diferentes edades. Había risas y juguetes de madera tallados, diversos animales y formas. Louis los vislumbró con dulzura, era un lindo paisaje que observar.

—Louis —dijo su esposo. El castaño lo ignoró.

Karsy miró el cuello extendido del omega, donde su linda marca cicatrizaba. Su alfa se sentía posesivo, sobreprotector, queriendo gruñir a cualquier alfa, beta e incluso omega que postrara sus ojos en su omega.

Sabía que el ojiazul amaba llamar la atención, lo había notado. Amaba su delicadeza y su belleza, toda parte del omega era espléndida digna de un ser celestial.

Pero lo que lo conflictuaba era lo caprichoso que este era. Quería las cosas que pedía al instante o ponía esa expresión que tanto carcomía a su ser, ¿cómo no darle todo lo que pedía?

Karsy suspiro.

Este no era su palacio ni mucho menos su reino, era su tribu y el omega debía acostumbrarse a no tener todo lo que pedía.

—Come el maldito pan —le ordenó, llevando sus dedos al mentón del omega para voltear su cabeza. —Louis.

—Eres un idiota —le dijo el omega antes de tomar un pedazo de pan cortado y llevarlo a su boca, esparciendo migajas de este por la manera en la que magullaba el pan con sus dedos. —Sabe horrible —dijo alto, con sus cejas fruncidas.

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