。゚❁۪Capítulo 03 ུ °

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Él era Louis Lione, príncipe de Verne, hijo del rey y legítimo primogénito, esposo del líder de la tribu más grande y peligrosa de toda una región

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Él era Louis Lione, príncipe de Verne, hijo del rey y legítimo primogénito, esposo del líder de la tribu más grande y peligrosa de toda una región. No tenía porque rebajarse al nivel de un simple omega corriente, pero lo hizo. Lo hizo cuando mostró cuán grande era ante ese pelirrojo.

Louis sabía que había hecho mal en contraatacar, pero ¿Quien se creía él para verlo de esa manera? ¿Con qué derecho?

Louis era receloso de lo suyo, posesivo con todo lo que consideraba querer. No le gustaba compartir, amaba la envidia sobre él, desde pequeño se crió de esa manera. Amaba ser el más bonito de todos los niños en su palacio, amaba los elogios hacia su cuerpo y rostro, claro que no lo confesaba, porque los ojos de cualquiera siempre estaban en él. No tenía que pedir o aclamar atención, eso era algo con lo que ya había nacido.

Despertó apenas su conciencia llegó a él, sentándose rápido sobre las suaves sábanas y pieles debajo y encima de él, percatándose de la ausencia de su esposo, sintiendo su pecho picar. Estaba molesto.

Casi automáticamente tocó su cuello y la decepción llegó a su ser. No había marca, su esposo y quien se suponía era su alfa no lo había marcado. ¿Por qué?

La luz entraba por las aberturas de su tienda. Iluminando el lugar. Estaba solo y por el momento prefería eso, pero como al parecer la paz no es algo que le perdure, las sirvientes que lo atendieron el día anterior, entraron a su tienda.

—Buenos días Yhar —saludaron las sirvientas, acercándose a él.

Louis gruñó. Sorprediendose él mismo ante su acción. Él no solía gruñir, de hecho eso era algo vulgar sabiendo que él es un príncipe.

—Perdón —se disculpó casi inmediatamente, cubriendo su boca con las palmas de sus manos.

—No es nada Yhar, es normal. Está en su nido —dijo la sirvienta rubia, sonriendo con comprensión.

El ojiazul se compuso inmediatamente. Sabía de los nidos y sus significados, lo habia leído. Aunque no sabía si realmente tenía uno, ¿lo tenía?

—Oh —estaba un poco sonrojado. Se aclaró la garganta. —¿Dónde está mi esposo? —preguntó.

—El Yher suele salir temprano a sus deberes. Hoy partieron a Verne, llegarán al anochecer.

¿Verne? ¿Su reino?

Oh, no... ¿Acaso el pacto no se había cerrado ya? ¿Iba a devolverlo? ¿No le gusto? Su padre iba a matarlo...

—Traigan mis ropas —ordenó. Las sirvientas obedecieron inmediatamente.

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—¿No tienen un espejo? —preguntó molesto. Necesitaba saber cómo se veía y al parecer en toda la maldita tribu no había un solo espejo.

—No, mi Yhar.

Louis estaba frustrado, nada salía como él quería. Primero su esposo prácticamente lo había abandonado después de desvirgarlo sin descaro y ahora no sabía cómo era que las horribles prendas salvajes le sentaban en su cuerpo.

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