Páginas Arrancadas De Un Mal Diario

Conviviendo con las musas

Estoy perdido en un camino que agoniza, donde los versos dejan de hacer efecto a este corazón perecedero, donde las manos sudan debido a que mi cerebro no deja de latir. Estoy perdido y lo peor esque no sé cuando me devie del camino, ni rastro de migas, ni luces de guía, solo versos apuntados en miles de cuadernos, solo besos dados a las musas que intentaban desviarme del barranco al que me dirigo pero, nunca supe escuchar sus palabras y solo se plasmar un tercio de su belleza sobre el papel. Aquí donde camino nada es fijo, todo son piedras, he aprendido a estar en el suelo el tiempo necesario para comprobar, que la piedra no se mueve, solo soy un hombre, me lo recuerda la sangre que brota de mis manos y rodillas y las musas me miran, contemplan como he caído, ellas saben que esta situación no es nueva y aún asi sonríen, esperando que una vez que levante lo haré para siempre. Ellas vienen de cielos lejanos, donde el corazón mezquino del humano les es incomprensible y me gustaría decir que yo como mortal los entiendo, pero por mucho tiempo que pase y por muchas veces que me haya poseído el veneno de la ira y el egoísmo humano, puedo decir que no lo entiendo. Las musas algunas noches buscan calor en mi pero ya llevo muchas noches donde mi llama solo dura apenas unos segundos, para la inmortalidad de sus orgasmos y como si de un idiota avergonzado se tratase les escribo algún texto, donde les intento explicar que soy un alma errante que busco algo que perdí, que vivo pensando en la muerte, que follo pensando en correrme, que como pensando en el hambre que más tarde me atacará, que las beso pensando en lo mucho que me dolerá cuando se vayan y siempre que intento decírselo, ellas me miran tiradas en la cama mientras yo me pongo a escirbir y me pregunta que qué tal voy y yo solo pienso en que no puedo retener a las musas y que a los ecritores por desgracia no se les concede solo una en lo largo de su vida.