El día de los ineptos

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La gente esa cosa que no para de multiplicarse de la noche al día, que no para de existir, esa especie que solo sabe sobrevivir aunque, eso implique matar o matarse. Ese fue mi pensamiento cuando aquel encargado me enseñó donde sería donde trabajaría. Un cantón de barrenderos, era la presentación el día antes de empezar pero ¿que necesitaban decirme?¿cómo iban a explotarme?¿cómo iba a consentirlo por el miedo y la necesidad de comer? Ojalá estuviera loco pensé, así sería lo suficientemente cuerdo como para enviarlo a tomar por el culo pero, tengo 18 años y mis escritos siguen siendo mis escritos, siendo yo mi único lector, mi único fiel… y no soy un hombre de fe. Un par de compañeros están allí, los que serán mis compañeros, seres sin alma que se mueven con movimientos esporádicos nerviosos, temen no causar una buena impresión. Me los imagino planchando sus ropas la noche anterior, sus camisas, sus pantalones, ni ellas, ni ellos se libran. Atienden a las palabras estupidas de un encargado estupido que no está acostumbrado a hablar en público a pesar, de que lo hará siempre que hay nuevos, se traba al hablar pero, no me extraña, yo me trabaría igual al soltar por mi boca tanta gilipollez superflua. Pienso en los toros de Hemingway, en el hipódromo de Bukowski creo que para mi seria apreciar al ser humano y sus dotes de supervivencia, como buscan trabajo, como lo dan todo empezando con algo tan valioso como el tiempo y luego, dejándose los huesos, los nervios y el alma. Como andan por las calles de gran vía, con sus bolsas llenas de ropa de el primark, de el hym con sus bolsas del fnac, del corte inglés, de la casa del libro. Como de libre seriamos locos, sin cargas, sin tarjetas de créditos  sin odiar a nuestros jefes, sin tener que estar escuchando a este encargado inepto. Me gustaría estar en una biblioteca en vez de aquí, vagueando, pensando en que libro llevarme y acabando no leyendo ninguno o renunciando a ellos por, sosos, por flojos, escritos por algún escritor deprimido, deprimiendo su odio, creando una obra pretenciosa. Me gustaría estar escribiendo cualquier cosa sentado delante de mi folio, mi iPad o mi máquina de escribir, me da absolutamente el formato. Me gustaría estar en cualquier parte, menos en esta, menos con esta gente, el hombre inepto termina de hablar, hace una pausa y añade. 

- Mañana aquí a las cinco de la mañana. 

 Odio lo que acaba de decir, odio a aquel tipo, odio su peinado, odio su pelo, odio su forma de vestir, odio lo que representa. Salgo de el lugar, lo odio todo, pero mañana estaré aquí. Necesito el trabajo. 

Páginas Arrancadas De Un Mal DiarioWhere stories live. Discover now