Amor incondicional.

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—¡Yuri, mi vida! —Alarmado, el oriental se arrodilló al lado de su esposo para tomarlo entre sus brazos—¿Qué tienes? —volvió a preguntarle, colocó una mano por detrás de su espalda sujetándolo, y llevó la otra a su vientre, mientras Yuri gemía de dolor.

—Me duele mucho, a...ayúdame. —Asustado noto como por entre sus piernas corría una sustancia incolora e inodora, y el vientre de Yuri por momentos se tensaba.

—¡Rápido, una ambulancia!

Aquella tarde, las condiciones climáticas no estuvieron a su favor, la torrencial lluvia había provocado un accidente, complicando la llegada del equipo médico adecuado que los ayudaría. Solo podían esperar su llegada en la enfermería del centro comercial, el lugar menos indicado para atender un parto.

El médico a cargo de brindar primeros auxilios en el centro comercial recibió al omega en su sencillo consultorio, y pese a no contar con la suficiente experiencia en ese tipo de situaciones, se preparó para revisarlo.

—Esto será más complicado —dijo a Yuuri, llevándolo detrás del biombo que dividía la habitación en dos, por un lado, a Yuri recostado en una camilla, y del otro a su esposo con el nervioso médico.

—¿A qué se refiere? —Lo miro aprehensivo, indeciso sobre cómo proceder—Es bien sabido por todos que el vínculo entre un omega y su alfa es crucial en momentos como este, si la vida del omega corre riesgo, la marca que comparte con su alfa lo ayudará ya que de inmediato las feromonas de su alfa entraran en acción brindándole el apoyo necesario, incluso funcionando como un poderoso sedante ante el dolor, pero sin esa clase de enlace, solo podemos contar con la ayuda del profesional. ¿Esta consciente de lo que intento decirle? —pregunto temeroso de la reacción del joven.

—¡Carajo! —Yuuri se llevó una mano a la frente, eso lo sabía a medias, jamás se habría imaginado que la situación se complicará a tal grado —Dígame, ¿él... él está en riesgo?

—Los datos con los que cuento son imprecisos, pero por lo visto, el parto se ha adelantado. Por la información que usted me ha proporcionado, no encuentro una razón concreta, puedo especular que se trate de un efecto colateral por el abuso prolongado de supresores, de ser así, debo informarle que no cuento con las herramientas necesarias para hacer frente a una complicación.

—¡Yuuri! —escuchó gritar tras el biombo.

—Vaya con él, yo haré lo que este en mis manos para ayudarlo, pero le repito, no puedo hacerme responsable ante cualquier complicación —Sintió una extraña presión en el pecho, como si de un mal augurio se tratara. Tal vez él no podía ser un alfa, pero compartía un lazo igual de fuerte con Yuri, un amor que iba más allá de lo que él jamás se creyó capaz de sentir y dar, por lo que, si en ese momento no contaba con lo necesario a niveles hormonales, daría todo de si para ser su apoyo.

Yuuri corrió a su cabecera, lo encontró recostado con las rodillas flexionadas, sin pantalones, tenía el ceño fruncido y los labios fuertemente apretados intentando soportar el dolor.

—Shhh, tranquilo mi gatito ambos van a estar bien —dijo besando su frente.

—¡Ahh!...du...duele mucho. —Yuri se retorcía del dolor, apenas con el espacio suficiente para removerse sobre la pequeña camilla, pasaba por una nueva contracción —¿Cu...cuanto tar... dará la ambulancia?—pregunto recobrando el aliento, Yuuri sujetó una de sus manos entre las suyas, besándola y soportando la fuerza que su esposo ejercía en ella.

—Viene en camino, mi cielo. Estoy seguro de que no tardará demasiado, ahora sujétame con fuerza y concéntrate, todo va estar, yo estoy contigo —El medico regreso con guantes en las manos y cubrebocas para revisar al rubio, con cuidado abrió un poco más las piernas para revisar la dilatación.

Al final estabas túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora