—Por supuesto que te llevaré —Qiu Yi frunció el ceño, levantándolo y alejándolo de sus piernas: —Siéntate sobre tus piernas. 

—¡Oh! —respondió Qiu Yan. Volviendo la cabeza para mirar a Bian Nan, que estaba de pie a un lado: —¿También vas Gran Tigre? quiero ir en auto. 

Bian Nan miró a Qiu Yi y se sintió divertido, pero cuando vio que Qiu Yan lo estaba mirando, se sentó rápidamente sobre la silla: —Vamos, te llevaré ahí y te recogeremos por la tarde para salir a comer todos juntos. 

—¡Está bien! —gritó Qiu Yan en voz alta. 

—Baja la voz —Qiu Yi le dio unas palmaditas sobre su cara: —¿Papá está dormido? 

—Papá está dormido, cerré su puerta —dijo Qiu Yan y tocando la espalda de Qiu Yi: —Hermano, ¿no tienes frío? 

—Tengo —Qiu Yi lo levantó y lo arrojó hacia un lado, se levantó de la cama y caminó hacia el armario: —acabo de recordar que iba a colocarme ropa. 

Bian Nan miró a Qiu Yi y se frotó la nariz. Cuando estaba a punto de mirar hacia otro lado, vio una larga cicatriz en el estómago de Qiu Yi. 

—Joder —Bian Nan no pudo evitar estirar la mano y tocarlo: —tienes una cicatriz. 

—¡Hermano! —Qiu Yan de pronto mandó un grito. 

—¿Qué te pasa Erbao? —Bian Nan se sobresaltó. 

—Se asustó —Qiu Yi sacó una camiseta de mangas largas del armario: —¿Cuántos años tienes? lloras cada cinco minutos, la próxima vez volveré a tomarte el tiempo. 

Bian Nan siguió la línea de visión de Qiu Yan y miró por encima. Qiu Yi también tenía una puñalada debajo de su costilla izquierda. 

—No da miedo —Bian Nan rechistó, limpiando las lágrimas del rostro de Qiu Yan: —solo es angustiante, ¿no es así, Erbao? 

Qiu Yan asintió mientras bajaba la cabeza y se frotaba los ojos. 

—Tu hermano está bien —Qiu Yi se vistió, apoyó sus brazos al borde de la cama y se inclinó para besar el rostro de Qiu Yan. 

Bian Nan se quedó atónito por un momento, luego se sintió divertido. Cuando Qiu Yi se acercó esta vez, pensó que Qiu Yi lo iba a besar a él. 

Qiu Yi probablemente notó su vergüenza en este momento y lo miró junto con una sonrisa: —Vamos, llevemos a Erbao a la escuela. 

Bian Nan tomó las llaves del auto y pasó a golpear su hombro contra la puerta cuando salió, frunciendo el ceño. 

—¿Tienes problemas para conducir? —Qiu Yi no puedo evitar preguntárselo después de seguirlo. 

Bian Nan volvió la cabeza y lo miró con fiereza: —¡No hay problema! ¡Déjate de tonterías! 

—Oh —Qiu Yi sonrió. 

Qiu Yan cargó su mochila, tomando la mano de Bian Nan para arrastrarlo hacia adelante desesperadamente, mientras gritaba con entusiasmo: —¿Dónde iremos a cenar esta noche? ¿Una barbacoa? 

—Puede ser una barbacoa si lo quieres —dijo Bian Nan: —Busquemos una granja [1] y vayamos a comer, con una estufa y brochetas ya preparadas. 

—¿Con tiendas de campaña? —preguntó Qiu Yan. 

—No, ¿Es necesaria la tienda de campaña? ¿Qué pasó con la que traje la última vez? —Bian Nan se sintió impotente: —Solo busca algo para que duermas boca arriba. 

—¡Está bien! —gritó Qiu Yan. 

La emoción de Qiu Yan probablemente no iba a desaparecer. Su hermano finalmente estaba en casa, el Gran Tigre lo llevó de regreso a la escuela, por lo que se asomó por la ventana del auto y alzó la voz cuando vio a sus compañeros de clases que conocía en el camino. 

DOS LOBOS Y UN BOLLOWhere stories live. Discover now