Capítulo 10

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Por el bien de su propia cara, no necesita mostrar ninguna otra cara

La fuerza en el revés de Bian Nan no es alta, pero si se trataba de la fuerza de un golpe y además con su mano derecha, era bastante buena y Qiu Yi con esto, fue capaz de soltar la mano con la que sostenía a Wan Fei

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La fuerza en el revés de Bian Nan no es alta, pero si se trataba de la fuerza de un golpe y además con su mano derecha, era bastante buena y Qiu Yi con esto, fue capaz de soltar la mano con la que sostenía a Wan Fei. 

Wan Fei se levantó de un salto y pateó con fuerza su cintura y espalda. 

Wan Fei se hizo a un lado cuando vio que Qiu Yi cayó al suelo, y en menos de dos minutos después una motocicleta a batería se acercó al lugar. Tanto Bian Nan como Wan Fei comenzaron a correr a lo largo de la carretera y luego doblaron en una esquina. 

. . .

—¿Quieres que llame a la policía? —preguntó alguien detrás de Qiu Yi, en el momento en que estacionó a su lado la motocicleta a batería.

Qiu Yi se sentó con las manos en el suelo, antes de hablar después de mucho tiempo: —No gracias. 

—Oh —la persona de la motocicleta vaciló y luego se alejó. 

Qiu Yi se mordió el labio, intentando colocarse de pie varias veces pero sin éxito alguno, no podía sentir fuerza en su pantorrilla derecha y el dolor que sentía le provocó que finas gotas de sudor aparecieran en su frente. 

Sacó su teléfono e intentó marcar el número de Shen Tao, pero descubrió que la pantalla de su teléfono estaba rota, y después de muchos intentos no prendió, frunció el ceño y se recostó en el suelo: —¡Mierda!

Unos minutos más tarde una pequeña motocicleta se detuvo y la persona lo llamó: —¡Xiao Qiu!, ¿Eres Xiao....Qiu?

Qiu Yi reconoció que se trataba de otro camarero del restaurante, apretó los dientes y se sentó: —Hermano, ¿puedo usar tu teléfono?

La persona arriba de la motocicleta rápidamente tomó su teléfono y se lo entregó. 

—¿Estás dormido? —Qiu Yi marcó el teléfono de Shen Tao

—¿Qiu Yi? ¿A qué jodida horas crees que llamas...? —La voz de Shen Tao sonaba somnolienta, pero se recuperó al decir la segunda oración— ¿Qué pasó? 

—Ven a recogerme —dijo Qiu Yi. 

—¡¿Quieres que lleve a alguien?! —La voz de Shen Tao de pronto fue más alta. 

—No, tardarás mucho si quieres traer a alguien —Qiu Yi sonrió y trató de mover su pierna, pero el dolor era tan severo que tuvo que aferrarse a su pierna— Simplemente conduce aquí tu viejo auto. 

—Espérame —Sheng Tao colgó el teléfono. 

. . .

Bian Nan y Wan Fei no regresaron a la escuela, sino que se encontraron con un puesto de barbacoa al costado de la carretera y se sentaron ahí. 

DOS LOBOS Y UN BOLLOTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon