Konoha

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En un local de peluquería, dos jóvenes miraron las tijeras que el empleado les mostraba con un gesto aburrido.

- ¿Y qué tiene de malo comprar las grandes? - preguntó la chica. - La punta es más aguda, puede cortar con mayor cuidado.

- Pareciera que no conoces a Naruto, Sakura. - respondió su acompañante. - Es capaz de meterse las tijeras a los ojos o incluso podría matar a alguien por accidente.

- Ya, pero ésas son para niños, Sasuke-kun. - replicó Sakura señalando con la mirada las pequeñas tijeras que Sasuke sostenía.

- Lo sé. - respondió llanamente. - Dame el dinero.

- No pienso comprar unas tijeras infantiles.

Sasori suspiró a un lado de Sakura, esperando su turno para pagar su artículo. No sabía cómo demonios ese par de idiotas se había metido antes que él para pagar un estúpido equipo de tijeras. Lo único que sabía era que le hacían perder tiempo valioso y, al ser de Konoha, no tenían más de quince minutos para regresar a sus vagones. Debían aprovechar mejor su tiempo: no sabían apreciar la libertad y eso molestaba a Sasori. Nunca, en toda su vida, había imaginado tal tontería para perder el tiempo. Detestaba que lo hicieran esperar.

Enojado, colocó la peluca negra sobre el mostrador antes de interrumpir la patética discusión entre los dos de Konoha.

- Cóbrame a mí.

- Pero, señor... - dijo el empleado, mas Sasori volvió a hablar.

- Ellos dos aún tardarán; yo ya sé qué compraré.

- A pesar de eso, debes ser paciente. - le dijo Sakura algo molesta.

Sasori apenas la miró con marcada indiferencia. Ella se sonrojó tras ver sus adormilados ojos marrones. Empero, no desvió la vista de él; había algo que no conseguía obligarla a apartarse. Creía conocerlo, algo en él le parecía peculiarmente familiar.

- Déjalo pasar. - ordenó Sasuke sacándola de sus pensamientos. - Realmente no importa quién pase antes.

- Pero, Sasuke-kun, es una descortesía hacer eso.

- Hmph, ¿y qué?

Sasori miró a Sasuke con un poco de interés. Ese hombre sí sabía lo que era importante. O quizá, sólo se tratara de un chico cuyos intereses no estuvieran en el tiempo y la eternidad y sólo fuera un vago que quería sobrevivir. Ingenuo de cualquier manera si permitía que Danzou controlara sus días. Ingenuos ambos por planear su regreso a Konoha. Sonrió con triunfo cuando Sakura se hizo a un lado para dejarlo pasar antes de dedicarle a la chica una mirada burlona, que ella respondió con el entrecejo fruncido. Segundos más tarde, se encontraba fuera del local.

Sakura lo observó con detenimiento cuando él les dio la espalda. Aún tenía esa sensación de conocerlo de algún lado. Sasuke aprovechó su distracción para quitarle el dinero de las manos y pagar las tijeras de juguete.

- ¿Quién es él? - preguntó Sakura en un susurro casi tan débil que Sasuke apenas lo escuchó, mas no le tomó importancia.

Ella se mordió los labios. Estaba segura de haberlo visto, completamente segura. Tal vez su cabello era diferente, pero esos ojos los reconocía. Casi podía apostar que en su nuca, justo debajo de la gorra, se asomaba un par de mechones rojos. Existía la posibilidad de que se tratara de un disfraz. A pesar de deducir eso, no conseguía recordar dónde había visto su rostro. Avanzó unos metros, como si así pudiera alcanzar al joven de gorra.

- Ya vámonos. - le dijo Sasuke tomándola del brazo. Ella parpadeó para despabilarse y aceptó sin siquiera preguntar por las tijeras.

Sasuke la miraba con repentino interés. Sabía que Sakura no era una mujer a la que le importara mucho la comunidad masculina, así que le intrigaba saber por qué apruptamente se había interesado tanto en ese muchacho. Conociéndola, se trataría de alguien que hubiera conocido cuando niña, cuando todavía no la introducían en Konoha; creería que él podría llevarla hasta donde estuvieran sus padres, en caso de vivir.

Artis gratia ars (Longfic SasoSaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora