Escoge, Robin.

¿Amor?

Uno de mis peores recuerdos fue el día que mis padres murieron, cuando callejón desde lo alto, y chocaron sin piedad contra el suelo...no hay día que no piense en ello. Tras eso, fuí llevado a un orfanato, dónde no mucho tiempo después, se me anunció que había sido adoptado. Mientras salía por los pasillos del lugar podía sentir el odio de los otros niños sobre mi nuca; aquellos pequeños que habían esperado tanto sin respuesta a poder salir del orfanato de Gotham, y yo, en unos cuantos días había salido, no solo eso, yo había sido adoptado por el hombre más rico de la ciudad, probablemente uno de los más acaudalados del país.

- Se va a coger a ese niñato - Escuché murmurar entre risas a dos de los encargados, ni siquiera estaba seguro de que significaba en ese entonces.

Bruce Wayne, mi nuevo padre adoptivo, había escuchado de él antes, pero en aquellos momentos no tenía ni una pizca de interés al respecto, sin embargo, estaba seguro de una cosa, no era del todo como lo pintaban. Aquel alocado millonario, que fascinaba divertirse, con suerte me mostraba una sonrisa. Aunque físicamente era el mismo de las revistas, un hombre extremadamente alto, de un cuerpo fornido, piel pálida, simplemente imponente. No lo negaré, al principio, al igual que a todos me daba miedo.

Bruce solía escabullirse en la noche, podía escuchar sus pisadas, creía yo que iría a alguna fiesta, pero la curiosidad me ganaba, así que eventualmente lo seguí. Todas las noches iba tras de él, y todas las noches lo perdía de vista, como si se esfumara entre las paredes.

Un día, finalmente lo descubrí, aquel imponente hombre, no era otro que el mismo caballero de la noche, era Batman. Deje de tenerle miedo.

Mi odio hacia quienes mataron a mis padres era evidente, algo maligno crecía dentro de mi, pero Bruce se dió cuenta, me enseñó la forma de dejar esos sentimientos atrás, y darle honor a la vida que mis padres alguna vez vivieron, ahora era Robin, una espada de la justicia.

Veía los noticieros, leía las revistas, escuchaba los rumores, jamás fuí tonto o distraído, se lo que todos pensaban, pero no era verdad, Bruce Wayne jamás puso una mano en mí, nunca me tocó de una manera indecorosa ¡Santo cielo! Con suerte me abrazaba. A lo mucho me dejaba dormir junto a él cuándo las pesadillas invadían mis noches y me era imposible conciliar el sueño; lo cuál un día le jugó una mala pasada, cuando una de sus amantes irrumpió sin permiso alguno en la mansión, entró hasta la alcoba y nos vió juntos en la misma cama. Cómo era usual Bruce dormía sin camisa, y yo simplemente estaba completamente cubierto hasta el cuello de sábanas.

- ¡No puede ser - Grito asqueada - ¿Todo era verdad? - Bruce no dijo nada, con suerte la miró, tal vez pensó que si tocaba el tema con ella, también lo tendría que hacer conmigo, y pensaba que yo era muy inocente para saber lo que todos pensaban.

El jamás puso un dedo en mi, ni como Dick, ni como Robin, a pesar de los rumores en ambos lados, nada era cierto, aún así, siempre estuve mentalmente preparado. Cada que me miraba a los ojos, cada que sacudía mi cabello, cada que estábamos completamente a solas, en su cama, siempre me preparaba mentalmente para lo que viniera, y jamas llegaba.

Con los años, sin darme cuenta, empezó a crecer un sentimiento por el él, no sabía lo que era, solo estaba seguro de que quería pasar más tiempo a su lado, quería escucharlo elogiarme, que me diera un toque cariñoso

- Eso es amor - Me dijo Wally, mi mejor amigo, la vez que le conté. Lo dijo sin ninguna pena, y sin ninguna mala intención, ni siquiera un doble sentido.

- Si, supongo que amo a Bruce - Le respondí, pero ¿Qué clase de amor? Wally era demasiado distraído para entender, que mi amor no era el de un hijo a un padre, o de un estudiante a su mentor, o al menos de eso ni siquiera yo estaba seguro.