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                Y aveces un pecado es la
                 entrada al paraíso..o al
                               infierno.
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Los lunes por la mañana eran tediosos, comenzaba el segundo semestre y el último para graduarse, además estaba siendo presionado para postular en universidades, a pesar de que ya tenía varias solicitudes aceptadas.

Ese colegio se dedicaba a estresarlo más de lo que estaba, su fama estaba hecha por ser un jovencito "educado, tranquilo y brillante", sus compañeros nunca se metían con él, todo marchaba bien visto desde ese punto.

No tenía amigos, no pertenecía a grupos, mucho menos era parte de las festividades mensuales, ni participaba para extracurriculares. Durante el receso solía sentarse en los banquillos del campus rodeado de naturaleza, muy lejos de la multitud.

Era de los primeros en salir al finalizar el día, sin embargo no siempre podía serlo, algunos maestros le dejaban encargos antes de irse, como dejar los exámenes en la sala de los mismos para revisión y pronta puntuación.

Como ese lunes, que llevaba en manos una fila de pruebas, estando en la puerta de la sala privada fue detenido.

-Joven Aira- saludó una mujer de aspecto mayor- estamos cerrando la sala para todo el público en general.

-..solo dejare estas pruebas- contestó sereno.

-Me temo que ni la comisión puede pasar, hay junta interna con sus maestros, llevelas a dirección, puede adjuntarlas en el nombre del maestro a quien pertenecen- explicó antes de retroceder sala adentro- que tenga buen día.

El de ojos oceánicos tuvo que cerrar los ojos y contar hasta cinco para mantener la calma, consideraba injusto que fuera al único que siempre detuvieran para hacer esas cosas molestas.

No discutió la "orden", avanzando hasta la dirección, solo esperaba que la directora no lo fuera a detener, ni a hablar. Una vez frente a las puertas, procedió a golpear con parsimonia, oyendo al instante un afirmativo.

-Joven Aira, ¿qué gusto verlo por aquí, en que puedo ayudarlo?- saludó otra mujer de piel morena y expresión amable, estaba siendo acompañada por otra mujer, aun mas joven.

Una mujer que el rubio ya había visto antes, que deseaba no volver a ver nunca más.

Sus miradas se encontraron generando asombro en el menor, quien abrió ligeramente sus orbes y también los labios.

Recibió una sonrisa divertida de la más joven, yacía sentada de piernas cruzadas y vista al rubio.

-¿Esas son pruebas de matemáticas?- preguntó la directora saliendo del silencio en el que se habían asentado.

-...-se obligó a salir de ese choque, viendo hacia el escritorio de la mujer mayor- si.

-De acuerdo, puede dejarlas en la carpeta de su maestro.

La indicación casi pasó desapercibida cuando el adolescente volvió a chocar con la mirada de la más joven, frunció el ceño disgustado, ¿Quién era ella?.

『 Meraki』【℘ơʂɛıɖóŋ】ⓢⓝⓥDonde viven las historias. Descúbrelo ahora