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Los colores pasteles daban vida al lugar, haciéndolo lucir hermosos. Siempre había soñado con estar en este lugar, además de el taller de Santa, pero ahora aquello parecía carecer de importancia, porque si las palabras de Pitch eran ciertas, estos lugares solo era una especie de escondite para los guardianes. Ellos podían ser vistos, reconocidos y a pesar de eso preferían esconderse de las personas, que tratar de convivir con ellas. Yo no tenía un escondite, y aunque lo tuviese, no lo necesitaba, al fin y al cabo nadie podía verme. 

Los guardianes eran tontos al no apreciar verdaderamente lo que tenían. Yo... y Pitch queríamos ser vistos, deseábamos lo mismo.

Al volver con ellos y ver que no habían siquiera notado que me había alejado al menos un momento, creí que podría resultar algo doloroso, pero pase a un lado de Conejo, Norte y Sandman, estaban hablando entre ellos y ninguna de sus miradas se fijo en mí. 

¿Qué importaba que ellos pudiesen verme si también me ignoraban?

Reconocimiento. Presencia. Cariño. Admiración. Lo tenían, y yo lo quería. 

Me acerque al Hada y me agache a un lado de ella mientras sostenía un tubo de dientes y era consolada por la hadita.

- Lamento lo de las hadas - dije con lastima y tristeza, porque ellas eran inocentes, pero a la vez cómplices del engaño que giraba al rededor de los guardianes, los niños creían que eran ellos, los mismos guardianes entraban a su habitación o a su casa y hacían sus deberes correspondientes. 

- Las hubieras vistos, de verdad dieron pelea - a pesar de que mi atención en ese momento se estaba centrando en Hada, no dejaba de escuchar lo que discutían Norte y Conejo. 

El orgullo de la liebre pareció derrumbarse un poco al reconocer que Norte tenía razón sobre Pitch.

La hadita me rodeo mientras revoloteaba y se quedaba cerca mío - ¿Qué quiere Pitch con los dientes? - necesitaba saberlo, saber su importancia. 

- Él no quería los dientes, son las memorias que contienen - dijo mientras me mostraba uno de los tubos. 

- ¿De que hablas? - dije sin entender a que se refería con las memorias. 

- Es por eso que recogen los dientes, Jack. Tienen las memorias más importantes de la niñez - dijo, antes de que sus alas la levantaran del suelo, giro su mirada hacia donde se encontraba una pintura. La seguí atreves del estanque, congelando el agua debajo de mis pies cada que daba un paso -. Mis hadas y yo las cuidamos, y cuando alguien necesita recordar lo que importa, lo ayudamos - ambos mirábamos la pintura en la piedra, era ella recogiendo los dientes de distintos niños -. Aquí estaban todos, y los tuyos - una de sus manos se poso sobre mi hombro.

No estaba acostumbrado en lo absoluto en el tacto, era algo que carecía durante toda mi existencia. Me resultaba extraño, no incomodo, de alguna manera el sentir el tacto, me hacía recordar que era real, que no era del todo invisible, por ello aunque me molestara un poco su toque, no lo aparte, menos cuando escuché lo que dijo.

- ¿M-mis memorias? - no entendía a que se refería con mis memorias, no había perdido ni un solo diente en toda mi vida. 

- De cuando eras niño, mucho antes de ser Jack Frost - aquello me tomó por sorpresa ¿Antes? eso era imposible, ¿Quién más podía ser si no era Jack Frost? 

Di un paso hacia atrás, para mirarla bien.

-Pero... eh, no era nadie antes de ser Jack Frost - yo solo era Jack Frost,  sus palabras no tenían sentido. 

- Pero claro que sí. Todos éramos alguien mucho antes de ser elegidos  - se acercó a mi, pero di otro paso hacia atrás. 

- ¿Qué? - estaba confundido.

EL DESEO DE SER VISTOSWhere stories live. Discover now