Guía

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𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚌𝚞𝚊𝚝𝚛𝚘: 𝙶𝚞𝚒́𝚊

Zacharias Smith, un Hufflepuff de sexto año y Prefecto, se le había asignado la tarea de mostrarle el colegio al recién llegado estudiante de intercambio y talvez convencerlo de no irse, ¿por qué  él? Bien, tampoco lo sabía, lo que sí sabía era que no seguiría las reglas de Dumbledore solo porque el temperamento de Potter era tan explosivo y pasivo a la vez que el Director dudaba que un Weasley pudiera ayudarlo.

El Director ignoraría que el chico era Slytherin, haría que cada Gryffindor posible lo siguiera (pediría discretamente que lo perdonarán por quedar en Slytherin), pero comenzando con el Hufflepuff más enojón del año para no ser tan obvio.

Zacharias tenía una vida difícil, talvez por eso su carácter era tan horrible, en pocas palabras.

Sus padres no querían tener hijos, cuando él nació lo cuidaron por un año y se le fue cedida su custodia a sus tías, luego, casi en una década, sus padres trajeron a una niña que parecía tan frágil y delicada que Zacharias temió que estuviera en algún peligro de muerte con lo fría que se sentía, la habían dejado bruscamente en sus brazos un segundo después de que abriera la puerta, otro segundo y había tenido que ocuparse de la niña porque estaban solos sin ayuda en casa.

Sus tías no le dijeron nada, él solo las acompaño a comprar lo que fuera necesario para que sobreviviera y se movieron al hospital.

Él ayudo en todo lo que pudo, sabiendo que sus parientes eran mujeres ocupadas. Y todo fue tan bien... Tan bien.

Pero esa buena suerte había terminado y la mala les había vuelto a caer encima, su hermana Lilith perdió para siempre lo que era el sentido de la vista debido a lo salvaje de su magia accidental, sus tías estaban enfermas ahora mismo y su hermana era muy pequeña como para ser de ayuda...

Él le llevaba ocho años. Ella solo tenía siete. Debería disfrutar de la vida...

Pero no podía, no abiertamente.

Eran los herederos de Hufflepuff, eso significaba que Zacharias debía ocuparse de cuentas, alianzas, tratos, la escuela y la crianza de Lilith al mismo tiempo. ¿Era muy joven para esto? Si, ¿esto era justo? No, pero él sabía que así sería y no iba a hacer un berrinche por ello.

En su propia casa no tenía la mejor fama, se estresaba rápido, no soportaba a la gente inútil, era muy insensible, tenía una forma insensata de ver las cosas siempre acompañada de planes desequilibrados, a veces concentrarse en sus estudios era como un martirio que no le permitía hablar sin tener un tic en el ojo y se burlaba de todo lo malo a la par de esos sucesos.

Él no creía que fuera a caerle bien a Potter.

Aunque... Potter parecía casi tan cascarrabias como él. Y eso era mucho que decir.

Se detuvo frente a la clase de encantamientos Slytherin - Ravenclaw y esperó a que el azabache hiciera acto de presencia.

Cuando todos salieron, seguía sin haber rastro del muchacho de ojos verdes tras la puerta. Zach arrugó la nariz con fastidio, entró al aula, solo para encontrarse con que a quien  buscaba hacía círculos en el cuaderno como si le hastiara la vida, pensándolo bien, eso era lo más probable.

Se acerco lo suficiente, pero antes de que pudiera tocarle el hombro el pelinegro se giró, observandolo con esos iris idénticos, penetrantes.

Zacharias contuvo la respiración, se sentía casi frente a un animal salvaje muy asustado a punto de desgarrarlo, una criatura mágica peligrosa, una bomba que le dice que tiene cinco minutos para hablar o le volará la cabeza.

Algo estaba muy mal con éste chico.

—¿Qué deseas?

El rubio salió de su estupor al oír el tono irritado pero decididamente educado, fijándose un poco más, ahora concentrado en el nuevo Slytherin, Zacharias estaba seguro de que las facciones de Potter no decían más que:

—Te avientaré una tostadora muggle si no te apartas de mi camino.

Andaté a la mierda, y sino, al carajo <3

—Te me antojas aborrecible.

El desprecio irradiaba venía en olas, todas frías al tacto suave del aire y su magia, sin intenciones de hacer el esfuerzo por ser menos antipático, la desconfianza y la advertencia en los movimientos de las extremidades, el matiz de cansancio sin razón, las ganas irremediables de poder dormir por horas para que no sentirse atacado incluso sin serlo...

Zacharias Smith se sintió en un ambiente muy desconocido y conocido a la vez.

Se pasó la lengua por los labios resecos y artículo palabras sensatas: —Mi nombre es Zacharias Smith, soy de tu mismo año, vine para ser tu guía, aquí en Hogwarts. Tienes periodo libre justo ahora, ¿si pudieras acompañarme?

Él no dijo nada, tampoco bajo la guardia, se levantó de su asiento sabiendo que lo seguirían y se guardo la hoja con círculos en el bolso de piel de serpiente.

Zacharias no dijo una palabra, estando de acuerdo en que era mejor guardar silencio por ahora y no preguntar nada.

Le mostró la torre de astronomía, dónde quedaban las salas comunes, los jardines y el sauce boxeador, la lechucería, salones en desuso, los baños y Myrtle, los invernaderos, la cabaña de Hagrid, la orilla del bosque prohibido, a veces contando historias de ciertos lugares mientras los alumnos les daban saludos tranquilamente ignorados.

Cuando finalizó el recorrido en el Gran Comedor, antes de irse a la mesa de Hufflepuff pensó que sería bueno decir algo.

—Eres una mierda antipática. Me haces empatizar contigo... Que tengas un almuerzo sin molestias, Potter.

Una mano de dedos largos se posó en su hombro izquierdo, presionando y la misma voz, ahora sonando menos atormentada dijo: —Igualmente.

Potter no sonrió, ni dejo de parecer que lo apuñalaría si intentaba algo, solo hizo una reverencia que se vió increíblemente elegante y que hizo a Zacharias sentirse como un vagabundo sin modales. Él solo posó sus dedos sobre la frente, dónde la persona frente a él tenía esa cicatriz, y hizo un saludo militar muggle, despidiéndose.

Ernie Macmillan le preguntó si era un amigo, luciendo consternado. Zach solo respondió que tenían poquitas similitudes en personalidad.







Harry no tenía amigos, habían conocidos que podía tolerar y otros que era mejor desaparecer porque representaban una amenaza.

Pero... Le agradó, de cierto modo, conocer a alguien... Que no fuera entrometido. A parte de su compañero de dormitorio.

Quizás, podría hablar con el rubio Hufflepuff con la excusa de que no le había mostrado las cocinas. Harry sonrió, sabiendo que nadie en Hogwarts a parte de los profesores sabían dónde se encontraban.

El Malfoy de ojos claros, mordiendo una manzana, se preguntó qué traía tan feliz al malhumorado que había visto ayer.

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Hola, lettori

¿Porque escribí un fic que no sé si voy a terminar? Ni idea, parecía una buena idea después de escribir las primeras palabras.

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⏰ Last updated: Jul 24, 2023 ⏰

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De intercambio. { Harco }Where stories live. Discover now