Capítulo 28

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KONGPOB

Kongpob tenía todo el tiempo del mundo y tenía la intención de aprovechar ese tiempo. Las solicitudes de empleo podrían esperar. La red podría esperar. El mundo entero podía esperar, en lo que a él respectaba.

Había algo que tenía que hacer esa mañana que era más importante que lanzar solicitudes al ciberespacio.

Arthit tenía que saber cómo se sentía.

Cualquiera que fueran los complejos que sufriera y las cicatrices que cargara su alma, a Kongpob no le importaba. Arthit era a quien quería. No lo dejaría marcharse tan fácilmente.

Kongpob se desplazó hacia atrás por su historial de mensajes de texto con Arthit. Durante las vacaciones de Arthit en el viaje por carretera, le había enviado un mensaje de texto a Kongpob para informarle que se quedaría en el departamento de Bright durante la noche para no despertar a Dae , pero que volvería a la mañana siguiente a trabajar. Había incluido la dirección de Bright en caso de que algo no fuera bien y no pudiera regresar a tiempo, de esa manera, Kongpob podría dejar a Dae antes del trabajo.

Era la única pista que Kongpob tenía del paradero de Arthit y no iba a desperdiciarla.

Ató a Dae en su sillita para el coche, se aseguró de que su bolsa de pañales estuviera guardada de manera segura entre los asientos en la parte trasera del coche y luego salió a la carretera. El departamento de Bright estaba a media hora en coche de su casa, pero solo porque el tráfico de la ciudad era malo. Kongpob tamborileaba con los dedos en el volante mientras esperaba en el tráfico y se encontraba con todos los semáforos rojos del camino.

La última vez que había estado tan nervioso había sido en su último examen antes de conseguir su licenciatura en negocios.

Bright sabría donde había ido Arthit y, si no lo hacía, sería capaz de encontrarlo. Kongpob sabía que era probable que Arthit no respondiera a sus llamadas, así que no perdió tiempo intentándolo. Las palabras no le servirían de nada, de todos modos. Había destrozado suficiente con ellas para saberlo.

Lo que necesitaba era pasar a la acción y no podría hacerlo por teléfono.

Arthit vería su devoción y, a través de ella, sabría que Kongpob iba en serio. Kongpob no se conformaba con menos.

Por fin, Kongpob dobló por la calle de Bright. No había tráfico, por lo que condujo por debajo del límite de velocidad, siguiendo la progresión de direcciones. Ninguno de los edificios era particularmente inspirador, pero tampoco estaban deteriorados. Si recordaba bien, esta parte de los suburbios era decente, pero cerca había algunas áreas más sombrías que era mejor evitar.

Kongpob encontró la dirección y después encontró un sitio donde estacionar. Estacionó entre dos coches y apagó el motor. Una vez estacionado, desató a Dae de la sillita y lo llevó en brazos hacia el edificio de departamentos.

La puerta estaba cerrada y solo se podía abrir con llave o que alguien la abriera desde dentro avisando por el teléfono.

Kongpob frunció el ceño, pero no iba a dejar que eso le detuviera. Tenía el número de piso de Bright y apretó el pulgar contra el número adecuado, haciendo sonar el timbre para pedir entrar. Por un buen rato, no pasó nada. Luego la puerta hizo clic. Kongpob la abrió y entró. Todo lo que tenía que hacer ahora era encontrar la puerta de Bright y...

Hubo pasos en la escalera. Kongpob miró hacia arriba, y Bright miró hacia abajo hacia a él. Se quedaron parados un momento así, incómodos, hasta que Bright resopló.

—Sí. Estaba esperando que fueras la pizza, pero tomaré lo que me den. Tú vas a animar a Arthit mejor de lo que el pepperoni y el queso podrían.

Kongpob parpadeó.

Vida de PapáWhere stories live. Discover now