V

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Pasaba del mediodía cuando Shikamaru le vio acercarse con la eterna y radiante sonrisa tirando de sus labios. Ojos azul pálido como dos estanques de agua cristalina, mirada soñadora y expresión ingenua. Habían pasado tres largos años y si bien Naruto estaba más alto y había adquirido algo de musculatura, su expresión seguía reflejando el mismo aire infantil e ingenuo que tenía a sus trece años. Se mostraba optimista ante los saludos que le dedicaban al paso, y era terriblemente despistado ante el recurrente asedio de algunas kunoichis que murmuraban y le señalaban en su recorrido.

Era un tedio total lo que le pedía Naruto, peor que eso, Shikamaru no tenía idea de cómo conquistar a una chica. Que Naruto lo viera interactuando con Ino y Temari se trataba solo de un engorroso y molesto malentendido. Y sin embargo Naruto era tan cabeza hueca, que no le convencería de lo contrario aunque se esforzara, y vaya que no tenía ganas de hacerlo. Casi nunca en realidad. Desde la muerte de Asuma, sus ánimos se habían ido más a pique. Sólo quería tener días tranquilos hasta que el maremoto interno de sus emociones retomara el cauce normal y estable de antaño.

—¿A dónde iremos, Shikamaru?— el tono jubiloso que empleó y la mirada incipiente que le dirigió después se le antojaron excesivamente cálidos.

—A tu departamento— contestó con fingida antipatía, cruzando los brazos detrás de la nuca para emprender la caminata. Ipso facto, Naruto empezó a perorar anécdotas de su viaje con Jiraiya, y Shikamaru se perdió en la jocosidad de su risa y la espontaneidad de sus gestos.

Tenerlo a su lado le hizo comprender algunas cuestiones, y plantearse otras tantas. Desde que su Sensei le había comentado que sus habilidades lo hacían un buen candidato para Hokage, había comenzado a pensar en Naruto más de la cuenta. En él y su ridículo y utópico sueño de convertirse en Hokage algún día.

Por supuesto a Shikamaru nunca le había interesado hacerse acreedor de semejante puesto. Demasiado esfuerzo de por medio, mucho estrés, ansiedad y una carga de responsabilidad enorme que no deseaba acarrear un solo día.

Pero en ocasiones había meditado si no podría convertirse en su mano derecha una vez que Naruto alcanzara su meta. Porque era un hecho que lo haría, a la larga. No hacía falta más que mirar sus ojos para darse cuenta de la determinación que lo movía. Naruto tenía un don de liderazgo, una postura filosófica optimista y apta, además de su fuerza de voluntad indomable. Jamás se rendía. Y cuando llegara por fin a su meta él...

—¿Shikamaru?

Frenó sus pasos frente a la puerta. Naruto lo miraba parpadeando.

¿Acaso le había preguntado algo?

—¿Qué era lo que decías?— dejó caer lentamente los brazos a los costados de su cuerpo. Naruto hizo una mueca zorruna antes de abrir e invitarle a pasar.

—Decía que podemos planear una cita doble— lo dijo sonriente a más no poder. De nuevo Shikamaru sentía que algo extraño y molesto le escocía por dentro—. Pensaba que tu podrías ir con Ino para invitarnos a Sakura chan y a mi a comer a Ichiraku's.

—Naruto— suspiró y fue de largo a dejarse caer de espaldas sobre la cama. El colchón de Naruto era duro a comparación del suyo. Nada mullido, incluso las sábanas resultaban ásperas al tacto—. Vas muy deprisa, ¿No crees?...deberías intentar ir un paso a la vez. ¿No se te ha ocurrido que Sakura puede simplemente declinar si se los pido directamente?, además, si me pediste ayuda es porque estás consciente de que no accederá de buenas a primeras.

—Cierto— Naruto le daba la razón mientras se acercaba una silla y apoyaba el brazo sobre su barbilla, pensando, analizando opciones.

Verlo de aquel modo lo hacía añorarlo más. Naruto despedía un halo atrayente a su sencilla, torpe y desenvuelta manera. Y ni siquiera se daba por enterado de ello. 

Finalmente Shikamaru volvió la mirada al techo para concentrarse en el tema a tratar. No iba a decirle a Naruto que no tenía idea en lo absoluto a lo relacionado a las artes amatorias. Claro que no lo haría. Si Naruto quería creer lo contrario, que lo hiciera. Bien o mal, le ayudaba pasar más tiempo con él. El problema venía después.

Estaba incapacitado para ayudarlo. En primer lugar necesitaba consultarlo con alguien que "si" estuviera al tanto de lo que hacía. Quizá podría preguntarle a Kurenai la siguiente vez que la viera. Hasta entonces debía mantener la fachada.

—Primero debes hablar con Sakura— argumentó seriamente—. Hazle saber sutilmente que sigues interesado en ella. Adulala un poco.

No se dio cuenta en qué momento Naruto abandonó la silla para dejarse caer a su lado. La cercanía, el roce de sus cuerpos lo hizo incorporarse sobre los codos casi de golpe. Naruto mantenía una sonrisa neutra que se fue apagando hasta volverse un mohín insatisfactorio.

—Siempre que le hago un cumplido se molesta— recordó—. Creo que no lo hago bien, Shikamaru. Lo intento pero siempre termino diciendo cosas que la hacen enojar.

Shikamaru asintió y volvió a recostarse poco a poco, disfrutando esta vez a plenitud la cercanía del Uzumaki. Era como en los viejos tiempos, cuando asistían a la academia y solían tenderse juntos en algún lado a tomar una siesta. Entonces Naruto era más accesible.

—Escribe lo que piensas decirle— sugirió con simpleza—. Lo leeré y corregiré lo que considere oportuno hasta que quede bien. Entonces lo ensayaras y con suerte, esta vez no te golpeara.

—Gracias, Shikamaru.

Cerró los ojos al tener los brazos de Naruto rodeando su cuello en un abrazo tan asfixiante y efusivo como los que solía darle Ino cuando cumplían una misión exitosamente. Solo que, a diferencia de ello, los abrazos de Naruto lo envolvían también en una vorágine de emociones, cada cual más intensa y conflictiva.

"Que fastidio" pensó al entregarse de lleno a un sentimiento aparentemente unilateral.

Intenciones ocultas.Where stories live. Discover now