🐾20🐾

298 22 2
                                    

La jaqueca es insoportable, no he dormido ni una sola noche desde que me mudé a la casa de los Cullen.

Siento que ya no tengo fuerzas para poder mantenerme en pie, pero aveces pienso que todo esto solo se debe a alguien en específico y, aunque no quiera admitirlo, me duele el perder horas sin dormir solo por pensar en él.

Suspiré sintiendo un nudo en el pecho, el dolor de hace meses regresó. Duele tanto que es simplemente imposible el no quejarme. Pero, por más doloroso que fuese no quiero preocupar a nadie, no de nuevo.

Aún no amanecía, así que dejé la cama para ir hacia mi armario y abrigarme con ropa cómoda, tome una hoja de papel y un bolígrafo para dejarles una nota a los Cullen, diciendo que volvería más tarde. La dejé sobre la cama y luego me dirigí hacia la ventana, la abrí para después saltar hacia afuera.

Comencé a correr hasta que llegué a la Push, me subí a un árbol y me senté en una rama que pudiera resistir mi peso.

Las olas eran mi única compañía, lo fueron hasta que logré oir una voz.

— Soy un Tonto, no debí dejarme llevar y ahora la perdí, otra vez.

Susurros que se lamentaban a lo lejos, me permití, como tal chismosa que soy, agudizar mi oído para poder escuchar más.

— ¿Por qué solo la lastimo? ¿Tan poco me importaba?

Sí que la debe estar pasando mal, aunque no debería importarme lo ajeno la curiosidad me invade en demasía.

— Decepcioné a todos, a mis amigos y la decepcioné a ella. Mi impronta, a quien debí cuidar más que a mi vida, pero no hice más que lastimar su frágil corazón.

Entonces, comprendí de que hablaba y quien era ese alguien a la distancia.

El nudo en mi pecho se apretó aún más, comencé a hiperventilar acorde pensaba en sus palabras, el temblor en todo mi cuerpo lograba asustarme.

Entonces, un crujido debajo de mi cuerpo logró alarmarme y fue después de unos segundos que la rama que me sostenía crujió con más fuerza haciendo que cayera de aquel enorme árbol, golpeándome con brusquedad contra el suelo.

Todo me dolía, no lograba respirar con normalidad y mis quejas eran lo único que lograba oír, como si todo a mi alrededor se hubiera esfumado y nada ni nadie iba a saber lo ocurrido.

Traté con todas mis fuerzas levantarme pero fue imposible, entrar en fase no iba a servir pero necesitaba hacer algo lo antes posible.

— ¡Paul! —grité desesperada porque me escuchara, tan solo esperaba que él siguiera allí—. ¡Paul, ayúdame!

Nada. Mi alrededor se sumía en la oscuridad, mis esperanzas ya las había perdido y, entonces, por primera vez desde que regresé a casa, las lágrimas abundaron con fuerza y el sentimiento de abandono se intensificó hasta dejarme sin aire.

— ¡Por favor, ayúdame!

Llegué a desgarrar mi garganta con tal de pedir ayuda, ni una de mis extremidades se movía, tan solo mi pecho adolorido por querer respirar.

El cielo era testigo de mi estado, de todo lo que estaba ocurriendo en este preciso momento.

Ya estaba cansada de gritar, de llamar a alguien que tal vez nunca estuvo en este lugar. Tal vez, solo fue una alucinación mía por sentir tanto dolor, estar sola y lejos de mi familia me cagaba hasta tal punto de escuchar voces.

La vista se me comenzó a nublar y supe que nadie vendría, que estaba perdida y no tenía más alternativa de seguir pidiendo ayuda.

Me encontraba entre la espada y la pared, sin mínimas posibilidades de poder salir de este embrollo. En donde los sollozos eran mi única compañía pero también, mi forma de ahogarme sin poder evitarlo.

— Paul, te necesito...

Susurré en un pequeño quejido, que raspó mi garganta.

Estaba tan perdida, sola y adolorida que ya no sabía que hacer, más que internarme en la oscuridad de la playa.

• • •



Quisiera ser más fuerte de lo que aparento, porque en esta vida, todas mis posibilidades de poder cambiar y valerme por mi misma siempre tendrán el mismo destino.

Y ese destino tiene como nombre: Paul Lahote.

Me detesto por volver una y otra vez a sus brazos, es algo que duele en lo más profundo de mi ser y no sólo porque son tan estúpida como para no tomar una buena decisión, sino, porque por más que quiera o queramos estar alejados es algo que no podrá cumplirse.

El estar destinados, y ser su impronta es el motivo por el cual no puedo dejar ir así sin más a Paul.

Sí, el me dañó más de una vez y ese dolor se incrementa cada vez más, con cada palabra que sale de su boca, con cada una de sus acciones y con tan solo ser él mismo.

— Quiero irme, Paul.

Luego de perder la conciencia por aquel golpe luego de la caída, supe que Paul sí llegó a mi rescate y según él no fue por sentir pena como supuse que fué, sino porque realmente está arrepentido y quiere protegerme.

Aún así, no me siento segura estando a solas con él en su casa. Supongo que nadie de la manada está enterado de lo ocurrido, pero es lo que menos importa en éste momento.

Subí con cuidado las rodillas hasta mi pecho haciéndome en una pequeña bolita sobre la cama, el miedo por estar a su lado aumentaba y no sabía como controlarlo. Las lágrimas amenazaban con querer salir, pero no quería hacerlo frente a él.

— ¿Cómo se llama? —susurré mirando su perfil, pero él no me miró.

Volteó sin expresión alguna en su rostro, tratando de comprender de que hablaba. Me senté sin separar mis piernas de mi pecho, observando con detenimiento sus oscuros y, ahora, vacíos ojos.

Ella —mi interés por saber quién era aquella chica con la cual compartía su tiempo, era cada vez más intenso— ¿Es bonita?

Entonces supe que por su rostro confundido, que todo lo que salía de mi boca eran palabras sin sentido. Preguntas que no debí hacer...















🍷°Αɳɳα°🍇

¡Eres un Tonto! Pero Te Amo                                      🐾Paul Lahote🐾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora