Epílogo

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La muerte rondaba por el aire esa noche.

¿Qué cómo lo sé? Lo sé porque pude ver cada uno de sus actos, y el cómo su mundo estuvo a punto de sumergir al mundo humano en el caos.

Pero las flores poco a poco abrieron sus pétalos. La vida se abrió camino con pérdida y sangre para conseguir un equilibrio.

La risa de los niños volvió a escucharse, fuerte y clara, y llenaba de alegría a los campos verdes que daban sus frutos con las estaciones.

La muerte rondaba en el aire esa noche, pero no era la única que contemplaba a la humanidad como luces parpadeantes, como las brillantes llamas de miles de velas dispersas por el mundo y que parecía que no dejarían de iluminar la noche oscura.

La muerte rondaba en el aire esa noche, pero la muerte estaba tranquila y no buscaba llevar el caos.

¿Qué cómo lo sé? Lo sé porque soy su compañera. Lo sé porque yo, a su lado, quito y doy vida, y juntos vigilamos la puerta de la Noche Eterna.

La puerta de la Noche EternaWhere stories live. Discover now