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Cuando estuve lo suficientemente lejos del mayor regrese al lugar donde vi a esa chica, una parte de mi decía que fuera para saber que había pasado con ella, me preocupaba de cierta manera no podía dejarla sola si es que necesitaba asistencia médica.

- ¿Hola? -hable entrando a una alcoba que estaba hasta arriba de la escuela, digo, convento.

- ¿Qué haces aquí?, ¿por qué te pareces a el? -le miré confundida viendo como sostenía un bebé en sus brazos.

- Diste a luz -dije más confirmando lo que preguntando- tiene sentido... espera, ¿parecerme a quien? ¿De qué hablas? -

Ella me analizaba de pies a cabeza, sentía el ambiente muy tenso y ella tenía mucho miedo. La chica se veía como de mi edad, una parte de mi sabía quien era pero simplemente no podía deducir cual de todas las personas que conocía era.

- ¿No sabes quien es Efrain? -pregunto esta vez confundida al verme realmente desorientada por lo que me dijo- ¿Efrain Monte? -

- Lo siento pero no conozco a ningún Efrain Monte, soy Dalila Monte pero no tengo idea de quien sea el -

Me miro un poco más tranquila para ir a dejar a el bebé en medio de la cama. Corrió para cerrar la puerta de la alcoba y mirarme esta vez más nerviosa.

- Bien, escucha. Creo que ya comprendí todo, soy Eugenia Infante -di una paso atrás para verla esta vez pensando ¿cómo diablos ella es mi madre?.

- Esa bebé -dije apuntando al pequeño humano envuelto en una pequeña cobija- ¿soy yo? -

Ella asintió para acercarse a mi preocupada, como si algo me fuese a pasar.

- Tienes que saber y entender lo siguiente; tu padre, Efrain y yo nos enamoramos, pero las monjas nos tenían prohibido enamorarnos, besarnos o inclusive demostrar cualquier muestra de amor. Rompimos nuestra religión, según ellas, y quede embarazada de ti. A él... el me trató muy mal después de esto, me veía inferior y ni siquiera se quiso casar conmigo, se fue... el mayor se entero y me dijo que en cuento diera a luz me mataría -

- ¿Y qué hay de mi? -

- No lo sé -se alejo un poco para ver por la ventana como si esperara algo pasara- ya es hora, te tienes que ir, tienes que escapar, ya abriste tus ojos ahora mira. TIENES QUE VER -

Salí corriendo escuchando consigo cantos de monjes, no voy a mentir estaba asustada, ver... ¿QUE MIERDA TENGO QUE VER?

Iba a mitad de la escalera cuando tropecé y empece a rodar hasta el final de las mismas, cuando pare de rodar miré mucha sangre, levante la mirada y veía como torturaban.

Me incorporé logrando ver como una persona se tiraba desde lo más alto del convento hasta el patio principal. Lograba ver como otro estaba atado a un pilar con una daga en la cabeza.

Tenía miedo, estaba confundida, no sabía que pasaba, no sabía si esto era un sueño, necesitaba un golpe de realidad para poder pensar que todo estaba bien.

- Dalila -escuchaba a lo lejos, no lograba identificar de quién era la voz pero no tenía fuerza de voluntad para mirar- Dalila -fui sacudida frenéticamente hasta que pude reaccionar, frente mío se encontraba Alejandro con una mirada de preocupación- te caíste de las escaleras y después te quedaste mirando a la nada, ¿estas bien? -

Como pude asentí para levantarme y sacudir mi falda.

- ¿Por qué tienen su mochila y mi mochila? -

- Porque ya terminaron las clases, es hora de ir a casa -

- Cierto, gracias -

Tome mi mochila la cual tenia David, salí lo más rápido que pude para después ver arriba del convento donde se encontraba Eugenia, mi madre... amm, ella, se encontraba la chica mirándome como si implorara no me fuera.

- Cariño -miré atrás mío viendo a mamá ya la que conocía esperando entrará a él coche- Dios mío, ¿estas bien? -

Asentí ignorando el dolor de todos los golpes que me di con mi caída, mire nuevamente arriba ya sin ver a mamá joven.

- Si, yo... solo me caí de las escaleras -

- Ay mi vida, vamos a casa para curarte -

No dije nada y solo caminé, por alguna extraña razón había mucho tráfico. Miraba a mamá la cual se veía un poco desesperada por llegar a casa.

- Mamá, esta bien si no llegamos a tiempo, no tengo mucha hambre -

- Eso no me preocupa, es solo que quiero asegurarme que estés bien -no sabia si creerle, ya todo se me había una mentira. Miré por la ventanilla para lograr notar como alumnos de la escuela, chicos del convento, estaban asustados porque habían olvidado algo.

Se me hacía raro puesto que cuando se te olvida algo ya lo dabas por perdido y listo, pero se me hacia una completa idiotez que se preocuparan por un simple lápiz.

Iba a tomar de mi collar cuando me di cuenta que ya no lo tenía, recordando cuando mamá joven se acercó mucho a mi. Maldita sea, mi collar.

- Mamá, tengo que volver a la escuela -dije realmente preocupada.

- Cariño, hay mucho trafico y ya casi llegamos a casa -

- Mamá no entiendes, se me olvido algo muy importante -

- Mañana lo rocoges -

- MAÑANA YA NO ESTARÁ -

Ella se notaba feliz, nunca se había puesto feliz porque se me olvidara algo. En cuanto el trafico se detuvo yo me baje del coche escuchando su grito desesperando diciendo que volviera.

En el transcurso del coche a la escuela escuche como varios chicos decían que se les había olvidado algo. Estaba cerca, lo suficientemente cerca como para notar que mis amigos estaban al pie de las escaleras platicando.

- ¿Dalila? -cuestiono Jacob viendo como subía corriendo las escaleras- ¡DALILA!

Fueron tras mío pero algo les impidió llegar a un lado de mí, entre rápido a la escuela para poder ir a mi salón. Sentía como en cualquier rincón del lugar me miraban, estaba un poco asustada y aunque la mayor parte de mi decía que volviera había este pequeño porcentaje que me decía que me quedara.
Llegue al salón donde vi mi collar, respire como si fuese lo mejor que me hubiera sucedido en la vida.

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⏰ Última actualización: Jun 13, 2022 ⏰

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