La sudadera

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𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚄𝚗𝚘: 𝙻𝚊 𝚂𝚞𝚍𝚊𝚍𝚎𝚛𝚊.

Hace frío, tiene la piel erizada, su cabello aún está mojado, se siente ridículo, humillado, apenado, ¡todo junto! Quiere hundirse en su miseria ahora mismo, no sabe si sobrevivirá al volver al lago, no, tiene que volver y esconderse hasta el día siguiente, Salazar, ¿cómo terminó en este acontecimiento tan indescriptiblemente terrible?

Fue una apuesta, una maldita y estúpida apuesta, si Hermione Granger se hacía novia de Ronald Weasley antes del primero de Octubre él perdería y le pondrían un desafío que tendría que cumplir siguiendo las reglas como todo un Gryffindor. Si los otros perdían, le pagaban mil galeones y se arrodillaban frente al profesor Snape diciendo que jamás habría un mejor maestro y jefe de casa tan brillante como él.

Draco ni siquiera quería participar en esto, por Merlín.

Aceptando la amarga derrota, como un buen perdedor, se dispuso a saltar al lago negro desnudo y salir, como se suponía que debía resultar, para encontrar que todos se han ido y se han llevado su varita, su ropa... ¡No dejaron ni sus calzones, por Merlin! Joder... No tenía ni siquiera su toalla, esos idiotas lo habían dejado a su suerte, ¡y sin magia!

No sabía hacer magia sin varita, no podía, aunque lo había intentado porque su padre quería saber si tenía la inusual habilidad, no hubo nada, al parecer solo los magos extremadamente poderosos eran poseedores del don, y él era normal, estaba bien así como estaba, hasta que... Se quedaba sin una varita.

Cuando llegó a la pared de piedra que concede el paso a la sala común, por obra de Salazar y todas sus serpientes, le golpeó dato de que habían cambiado la contraseña. Y sin contraseña, a menos que fueras un hablante de parsel, según las leyendas, no entras.

Necesita urgentemente que la piedra helada lo trague bajo sus pies descalzos y lo escupa en su habitación en su casa, Merlín, él extraña tanto su mansión. No quiere caminar, ya los hechizos se desactivan al toque de queda y le llevó una hora y media llegar, el camino hasta las mazmorras desde las afueras del castillo es bastante largo sin los encantamientos que ayudan a los estudiantes a llegar cruzar los terrenos, las aparentemente interminables escaleras y el camino desde los jardines en un santiamén. Subir una sola escalera lleva varios minutos si vas rápido, muchas tiene más  de noventa y seis escalones cada una.

Está cansado.

Draco, ¿por qué no convenciste a tu madre de que te transfiera a Durmstrang cuando notaste que no le agradas del todo a tu propia casa?

Ella no quería que me fuera lejos...

Le recorrió un escalofrío, se escuchaban pasos, cuando se voltea es demasiado tarde, delante de si hay un chico que nunca ha visto, no le da tiempo de examinar su apariencia en el pánico que empieza a sentir. Trata de cubrirse, sin conseguirlo, no puede hablar, la humillación que siente lo está carcomiendo... Señor, debo verme idiota, ridículo e ingenuo.

Siente que le deslizan algo por encima de la cabeza y se estremece, temblando, a través del cuello, un segundo después de tomar valor, abre los ojos. Bien, el chico no luce burlón ni amenazador o disgustado en absoluto, sólo mira el suelo, respetuosamente bajando la cabeza, le ha pasado una prenda muggle que se llama... ¿"sudira"? No puede recordarlo, pero sabe que ésta tiene el olor del chico; es a mar y naranja.

Se le viene a la cabeza la imagen de este chico sin nombre comiendo naranjas en la playa usando la Sudira muggle...

Sacudió la cabeza, prestando atención al muchacho frente a él.

De intercambio. { Harco }Where stories live. Discover now