Y llegaste tú © [Saga Tú: Libro 1] (Pronto En Papel)

Capítulo 32 Final

~León~

Dicen que las despedidas son dolorosas, y más aun cuando estas son para siempre. Hay una parte de mí que se fue con ella, que por más que desee no volverá a existir.

Quizás eso sea necesario para crecer; muchas cosas que antes creía relevantes ya no lo son y otras que pensaba insignificantes ahora tienen un gran valor para mí. Llegar a estas conclusiones, por más sencillas que parezcan, me ha costado mucho.

El sótano está más limpio que siempre porque casi no hay nada que le de vida ahora. Mis cosas están entre maletas y cajas, algunas me las voy a llevar mientras que las otras se quedarán aquí en un rincón.

Me parece irónico que me sienta de esta manera si voy a ir a estudiar a donde siempre quise. Se supone que debo estar feliz, contando las horas que me faltan y en una fiesta de despedida con papá, mi abuela y algunos amigos. No hay celebración ni risas, solo este hueco en el pecho que provoca haga las cosas en automático, como un robot.

Los de la universidad me respondieron que sí tenía la oportunidad de la beca, y la acepté. Es mi última noche en esta casa, me la he pasado empacando y guardando lo que no me voy a llevar. Esto ha dado paso a que piense en cada detalle de mi vida y que haga una lista mental de los pasos a seguir de ahora en adelante.

—León —llama mi padre desde las escaleras—, ¿necesitas ayuda con eso?

—Ya casi termino.

Él avanza hasta acercarse a donde estoy. Posa una mano en uno de mis hombros y me observa con una intensidad que me desarma.

—Estoy muy orgulloso de ti, hijo, del hombre en que te has convertido.

Suena sincero, sus palabras son un ungüento que me relaja el alma. Me funde en un abrazo que correspondo, es la única manera que tengo de decirle todo lo deseo y que no me atrevo.

—Muchas gracias, papá, aprecio el apoyo que me has brindado —hablo con sinceridad—. ¿Vas a estar bien aquí solo?

Nos separamos y noto que sonríe con una timidez que me confunde.

—No te lo había dicho, pero estoy saliendo con alguien. Algún día te la voy a presentar.

Mi cara debe parecer un poema debido a que ni siquiera me pasó por la mente que ya él anda de novio con otra mujer. Después de todo, sé lo mal que lo dejó Amilca.

Abro la boca para responderle, pero no lo hago al escuchar los pasos acelerados desde la entrada del sótano.

—¿Terminaste de empacar, León? —pregunta Marcos con entusiasmo.

Él está muy feliz de que vamos a estudiar juntos, como había planeado cuando se postuló en secreto.

—Sí, ya todo está listo. Ahora me gustaría descansar un poco.