38 - Apostar al latido

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—Me mudaré a Colonia Basilia.

Por alguna razón, aquellas palabras no causaron mucha sorpresa en ella. Era como si en algún momento hubiera asumido que tarde o temprano pasaría.

—Siento que la vida me regaló una nueva oportunidad por haber desperdiciado la primera. Y esta vez no quiero tener miedo. Creo que me arrepentí gran parte de mi vida de no haberlo seguido, y ahora que está acá de nuevo... Sé que mi corazón quiere ir con él.

—Griselda, es la mejor decisión que puedes tomar. Mereces seguir a tu corazón y los dos merecen ser felices con esta nueva oportunidad. Además, se ve desde afuera lo bien que se hacen estando juntos. Los dos parecen haber ganado juventud.

La mujer la miró en silencio y poco a poco, fue formando una sonrisa en su rostro. Se puso de pie y la invitó a un abrazo... Un abrazo que en cierto sentido las unía, en dos épocas diferentes, sabiendo lo que era amar a la distancia y arriesgar.

—Extrañaré nuestros almuerzos y cenas —le dijo Griselda cuando volvió a sentarse.

—Yo también, no imaginas cuánto. Pero ahora tengo un motivo más para visitar Colonia Basilia.

—Nosotros también vendremos.

—Me encanta que hables en plural.

Griselda pareció tomar conciencia de la importancia de aquella palabra y sonrió.

Olivia pasó los siguientes días ayudándola a armar el bolso. En su mudanza anterior se había despojado de muchos objetos personales y en esta ocasión, decidió dejar muchos otros.

—Cierto grado de desapego es importante —le dijo mientras guardaba unos libros para donar a la biblioteca—. Te aporta un poco de libertad.

Oli la observó en silencio. Deseaba que su vida alcanzara para poder aprender todo lo que aquella mujer parecía haber tomado como lección en la vida.

La madrugada en la que Griselda viajó, Olivia la acompañó hasta la estación y se quedó allí hasta que el bus se perdió en el horizonte. Luego tomó asiento, reposó su cabeza contra la pared y cerró los ojos.

Aquel viaje era el acto de valentía que estaba destinado a suceder en un tiempo diferido, pero mágico al fin. Quería creer que todo tenía una razón de ser. Para ellos dos, y para ella y Tadeo también.

Su celular vibró en su bolsillo y eso la alejó de su momento de tranquilidad.

"Así que Waldo y Griselda... Quien lo hubiera pensado."


El mensaje se dibujaba en la pantalla de su celular, silencioso, pero avasallante. Esas letras coronadas por su nombre tuvieron el poder suficiente para desestabilizar todo su momento. Y es que desde que aquello hizo presencia, todo pareció comenzar a latir de nuevo.


"La vida con sus vueltas y sus nuevas oportunidades" tipeó casi sin pensar.

El siguiente mensaje llegó de manera instantánea.

"Linda suerte esa..."

"La verdad que si, no todos la tienen" hizo una mueca mientras escribía.

"No se tu, pero yo tengo comprados casi todos los boletos para ese premio"

"Y yo tengo los otros que le faltan a tu casi todo"


Después de ese mensaje se hizo una pausa. Una pausa que fue acompañada por la sonrisa de ambos que poco a poco empezó a desvanecerse. Es que la realidad tenía ese poder tan fuerte de apagar cualquier ilusión hecha palabras. Ninguno podía olvidar que había un océano y cien miedos en medio.


"No te he escrito porque no sabía que tan bueno sería" le dijo Tadeo.

"Lo mismo yo, pero se de ti por Griselda"

"Igual yo. Griselda parece ser nuestro puente."

"Ojalá lo siga siendo. Lo necesito."


Oli suspiró. Deseaba no necesitar puente, deseaba que amar no doliera tanto y deseaba que la vida les diera esa oportunidad que parecía tener guardada para algunos.

Deseaba muchas cosas, pero muy pocas parecían posibles en aquel instante.

Ambos se quedaron mirando la pantalla de su celular, sin salir del chat, viendo como los minutos se escurrían entre sus dedos. De un lado, empezando la noche y del otro, llegando a la claridad del día.


"Te quiero Oli. Espero que sigas bien."


Aquellas palabras fueron como una lanza directo al corazón para Olivia. Por un segundo, esperó que aquella charla tomara otro rumbo. Uno que no doliera, uno que los acercara más, uno que creara una realidad diferente donde amarse fuera algo posible.


"También te quiero Tadeo."


Tadeo recibió aquel mensaje como un regalo, como un bálsamo para tanta turbulencia. Observó la pantalla como esperando algo más, pero Olivia se desconectó.

Ambos sabían que aquel contacto traería consecuencias, porque todo empezó a estar revuelto desde que las letras se apagaron. Todo lo que habían intentado sanar, parecía haber vuelto a brotar con más intensidad.

Pero en el fondo, aquel nuevo sufrimiento tenía unas gotas de paz: a pesar de todo, se seguían queriendo. Y eso era lo fundamental. Porque aquella sería la bandera de su batalla. Sabían que la vida los escucharía si gritaban con amor.

Confiaban en eso. Y esa esperanza los mantuvo en pie. 


***

¡Hola!

Quiero contarles que estamos muy muy cerca del final.

Espero que estén disfrutando de la lectura ♥

Los leo en comentarios y nos vemos el próximo sábado con el capítulo 39.

Una parada en Colonia BasiliaWhere stories live. Discover now