Rubíes AU [TanZen] Parte 2

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Hace seis meses la situación de Zenitsu era totalmente diferente. Pues toda esta terrible situación social había iniciado con un pésimo comienzo de año escolar. Todo se remonta a a comienzos de Abril y el muchacho rubio se mudaba del tranquilo pueblo dónde vivía a una ciudad más grande. No habría muchas diferencias, a excepción de que ya no compartiría habitación con Kaigaku, iba a un lugar que no había visitado nunca en su vida y toda su vida social se había quedado atrás. En el pequeño pueblo que había sido su hogar desde que tenía uso de razón, no era la persona más popular del mundo, tenía pocos amigos con los que no hablaba mucho, un hermano que le molestaba cada que respiraba y la reputación de un alumno promedio. Y eso no estaba mal, vivía una vida académica y social tranquila. La única característica distintiva de este, tal vez sería aquellos cabellos color trigo. Los cuáles eran naturales. Y todo eso estaba bien, no sentía que su vida sea desdichada, tal vez una pareja le alegraría los días, pero nada más allá de esos anhelos comunes.

Tampoco estaba enojado por el repentino cambio, pues se había puesto a llorar cuándo su querido abuelo había comenzado a enfermarse seguido. Así que cuándo Kaigaku le explicó por completo la situación y le informo la solución, no tuvo la intención ni soñando de quejarse. Así inicio el largo proceso de mudarse a un lugar desconocido para él, por suerte está vez el dinero no fue un problema. Tenía que aceptarlo, aparte de aterrado por el gran cambio, estaba un poco emocionado por estar en un lugar nuevo. Un horrible error el pensar que todo iría bien.

Fue un poco difícil encontrar un cupo libre en una escuela, pues el tiempo promedio de matricularse en las secundarias ya se había terminado. Por este motivo su hermano y él, terminaron estudiando en distintas instituciones. Esto ya de por sí era un mal inicio, toda su vida habían estudiado en el mismo lugar y aunque parezca inverosímil estos dos se llevaban relativamente bien en el ámbito escolar, Zenitsu solía pasar el tiempo con él en los recreos (si es que este otro no estaba con sus amigos y viceversa), por lo qué iniciar sin el hermano con menos temores sociales, en un ambiente nuevo era una gran desventaja. Lo segundo malo ocurrió, pues llegando el primer día de clases y al entrar a su salón pudo darse cuenta que no encajaría allí.

Pues en cuánto fue presentado a la clase, tartamudeó un poco al decir su nombre, podía sentir una falta de atención e interés.  Cuándo se sentó en el asiento que le señalaron, la persona con la que se sentó emitió un sonido claro de incomodidad y no se esforzó en ocultar esa expresión. Quería entablar una conversación, pero al notar esto le dieron unas pequeñas ganas de llorar, notaba cómo todos se miraban entre ellos y se dio cuenta que ellos ya tenían un grupo de amigos desde hace mucho y Zenitsu simplemente no encajaba en ello. El círculo social ya estaba dictado desde antes de que llegara y no había espacio para alguien desconocido. Hubiera deseado que la situación se hubiese quedado así, él sumido en la ignorancia total por parte de sus compañeros de clase. Pero eso no paso.

Una semana después de aquella horrible presentación había pasado y el rubio se acostumbro a pasar los recreos en los baños o sentado en una banca alejado de los demás, ya que no tenía a nadie a su lado para merendar, estando allí fue cuándo la hermosa Zankoru Dorou se le acercó por primera vez. El rubio quedó rendido ante la hermosa sonrisa que le brindo antes de sentarse a su lado y preguntarle su nombre, su voz tenía un tono dulce, realmente quería escuchar eso de su parte. Pues prefería ignorar un ruido que no sabía reconocer en esta y que solamente le generaba incertidumbre. Zenitsu hizo un esfuerzo sobrehumano al no pedirle que sea su pareja en ese mismo instante y tal vez debió permanecer así. Se arrepentía tanto de habérsele declarado y a pesar de rechazarlo con delicadeza, nunca le quitaba la esperanza de poder ser algo más. Pues siempre le daba indirectas cada que podía, aunque Zenitsu no era consciente de aquella pequeña manipulación.

De Todo Un Poco Kimetsu no YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora