C a p í t u l o | 18

101 11 2
                                    


Por la mañana cuando desperté Braeden ya se había ido y de alguna forma yo había llegado a mi cama. Ya que recordaba haberme quedado dormida a su lado en el suelo, supuse que él debió cargarme hasta aquí.
Me quité las mantas y me quedé sentada pensando en nuestra última conversación. El tono en su voz sonaba como si realmente le importara mi respuesta, como si necesitara mi aprobación para ver a Elisa y no me gustaba la sensación que aún tenía en el estómago.

Al mediodía recibí un texto de Max y por un momento me sentí mal porque me recordó que por las últimas horas no había pensado nada en él. Había otras cosas ocupando mis pensamientos y por la forma en que mis amigas me miraban, lo sabían también.

—Está bien, ¿Qué pasa contigo?

Levanté la vista de mi té helado mirando a las chicas. Lily y Mary habían estado hablando de algo y todo este tiempo estuve tratando de fingir que estaba prestando atención, al parecer no lo hice tan bien. Ambas me miraron interrogantes.

—Solo hay algo dando vueltas en mi cabeza —respondí pasando el dedo por una gota que se derramaba en el vaso de vidrio —Braeden... es que me preguntó si estaba bien que se viera con una mujer otra vez.

—Y eso está dando vueltas en tu mente porque... —Lily dejó la frase suspendida y arqueó las cejas, con una sonrisa pícara queriendo levantarse.

—Porque eso sonó como si quisiera mi opinión, quiero decir, como si en serio le importara. Y no tiene ningún sentido, hace nada estaba cenando con ella y todo el tiempo sale con mujeres si importarle nada, entonces...

Algo en los ojos de Mary cambió. No me gustaba lo que veía ahí y tuve un presentimiento de lo que estaba por venir cuando adoptó la pose de mamá gallina y se cruzó de brazos sobre la mesa.

—A ti te importa.

Fue una afirmación no una pregunta.

—No.

—Sí te importa. Si no te importara no te habrías llenado la cabeza de dudas.

Lily parecía más entretenida del otro lado de la mesa moviendo sus ojos como en un partido de ping pong entre Mary y yo.

—Y si estás llena de dudas... ¿Qué pasa con Braeden?

Quería correr, quería gritar, quería desaparecer. Eso mismo me preguntaba yo, ¿Qué pasa con Braeden? Absolutamente nada. A veces pienso demasiado y esto bien podría ser yo creándome ideas en la cabeza y pensando en señales inciertas que no significan nada en realidad. El hombre solo hizo una pregunta y mi corazón se aceleró como loco pensando en si lo que yo dijera le iba a importar, en si esa pregunta le daría esperanza de algo. Yo sabía lo que sentía. Me sentía atraída hacia Braeden.

La cosa cuando te empieza a gustar alguien es que no hay un momento en que de pronto despiertes y pienses: Sí, me gusta esta persona. A veces podría haberte gustado desde antes y no supiste el momento exacto, solo se coló en ti sin aviso y ya, de pronto estaba en tu mente y te preguntabas si esa persona estaría bien, o quizá te reirías recordando algún momento divertido. Todas esas señales empiezan a contar y de pronto te das cuenta de lo mucho que te gusta esa persona y todo parece tan repentino que la única opción que vemos es negarlo.

—Nada, no pasa nada. — Respondí después de mi vorágine interna.

Mary suspiró. —Te voy a hacer una pregunta y quiero que respondas. Jamie ¿Estás enamorada de él?

—No. Creo que yo solo... —demonios —Me siento atraída, sí, me gusta. Pero estoy demasiado traumada y además somos amigos, tal vez es mejor así. Él ni siquiera me agradaba hace unos meses.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 13, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La excepción a la regla © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora