CAPÍTULO VI

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A las dos de la mañana del viernes a Mía la despierta el sonido de un mensaje llegando a su celular. Con los ojos entornados por el efecto que la luz le causaba a sus ojos que hacía solo unos segundos estaban sumidos en la plena oscuridad.

<<No me podía dormir, así que me puse a escuchar música. Rock, como siempre, ¿sabes lo que estoy escuchando en este mismo momento? Let her go de Passenger, y la anterior fue All of me de Jhon Legend. Supongo que las debes conocer, ya que todas las chicas escuchan esa música romanticona. Pero yo no, jamás, no me gusta. Y ahora me encuentro a las dos de la mañana, escuchando esta música deprimente y pensando en vos. Tu rostro no sale de mi mente, y me gustaría que estés aquí conmigo, y poder abrazarte como he querido desde que te vi. Pero me conformo sólo con verte. Así que, eh, solo quería decir eso, gracias, te quiero. >>

Mía nunca había leído un mensaje tan largo a las dos de la mañana y menos sobre divagues. Su primera reacción después de leer el mensaje fue golpearlo contra la mesa de luz, darse vuelta y seguir durmiendo. ¿Cómo alguien que ni siquiera se anima a decir quién es te puede querer de la forma que él intentaba demostrar en ese mensaje? Si había algo que le molestaba a Mía era la gente que hablaba sin saber, no se le dice te quiero a la gente que no se quiere. ¿Quién se creía ser, quien quiera que fuera, para despertarla a esa hora con una lluvia de palabras sin sentido, cuándo probablemente ni siquiera la conocía? 

Cerró los ojos para volver a dormir. Luego de unos minutos se dio cuenta que no iba a lograr hacerlo, no sin contestar. Sí la había molestado, pero ¿no era ella la que estaba "enamorada", por usar una palabra, de un chico con el que nunca había hablado? Y si fuera ella la que le mandara mensajes a alguien que le gustaba, ¿lo haría anónimamente?. Quizás no, no le gustaba la idea, pero era mucho menos arriesgado y era una forma de probar suerte. ¿ A ella le gustaría mandar un mensaje tan lleno de sentimientos y que no le contestaran? Llegó a la conclusión de que no. Y eso fue lo único que necesito para tomar el teléfono y enviar una respuesta al dueño de ese número anónimo que tanto quería saber quién era, sin demasiada emoción, antes de volver intentar a dormir, pero esta vez con éxito.

<< No sé que responder, te agradezco los halagos, pero me molesta mucho no saber quién sos. Qué te animes a decirme estas cosas sólo atrás de una pantalla. Me parece patético, no es mi intención ofenderte y quizás algún día me arrepienta de estas palabras. Si tenés algo más que decirme espero que la próxima vez no sea anónimamente, sino personalmente. Sólo eso, de todas formas gracias, y perdón por ser tan brusca, es que el anonimato no me inspira otra cosa. >>

Del amor a la obsesiónWhere stories live. Discover now