19 - Acción de Gracias

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Luisita le sonrió divertida, y se fué dejando una Amelia cada día más enamorada mirandolá desaparecer por el pasillo.





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La ojimiel empujó el carro de la compra por los pasillos del supermercado.


— Madre mía, tu madre y las benditas listas... — resopló.


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Sofía iba sentada en la sillita del carro, con expresión desafiante. La morena no se dejó amedrentar por el carácter del minihumanoide. 


— Puedo solita, Melia.


— No, empezarás a correr por todas las partes y tenemos que concentrarnos — rebatió y revisó la lista —. Bueno, yo tengo que concentrarme. — Se detuvo en el área de frutas, verduras y se alejó del carro —. Vamos a ver, cebollas y apio. Puedo hacerlo — se animó, y empezó a coger los productos —. Patatas...


Fue tachando de la lista y al terminar lo llevó todo al carro. La niña alargó la mano, cogió un tomate y le hincó el diente.


— Pitufa... — la riñó. — Dame eso... Dámelo.


Pero esta alejó el tomate de su alcance y, cada vez que intentaba quitárselo, la pequeña se lo apartaba.


— Jolines, serás pulpo... — protestó entre dientes. Poco a poco se le daba mejor lo de no decir palabrotas.


De golpe, la niña dejó caer el tomate mordido al suelo.


— Perdón, Melia — dijo, con una sonrisa precoz.


Amelia la fulminó con la mirada y, para su vergüenza, una peliroja recogió el tomate y se lo devolvió con una sonrisa radiante.


— ¿Lo has perdido? — la pinchó.


Luimelia Vientos Celestiales - IOnde histórias criam vida. Descubra agora