37 - La magia de la vida

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—Se donde encontrarla. Vayan.

Igor y Olivia caminaron hacia la salida y él aprovechó para preguntar al respecto.

—Es una historia muy personal. No creo que pueda contarte.

—¿Tiene que ver con el amor?

Ella asintió riendo.

—Supongo que en algún momento me enteraré —dijo intentando quitarle importancia—. En este pueblo las noticias vuelan.



Los días en Colonia Basilia fueron paz para Olivia. El reencuentro con los suyos siempre sería como recargar energías para poder continuar con su rutina allá en la gran ciudad.

Aprovechó también para poder ir a su rincón en la playa. La temporada había terminado, así que la zona se encontraba bastante desierta.

Cuando llegó al lugar y se sentó frente al río, le fue inevitable recordar el día que Tadeo la había acompañado. Su sombra parecía estar presente. El recuerdo se sentía tan cercano.

Cerró los ojos y notó como su figura comenzaba a difuminarse. Era el paso del tiempo. Hacía ya varios meses que se habían visto por última vez.

Su corazón se estrujó un poco.

Nuevamente, se preguntó si llegaría ese día en el que olvidaría hasta el sabor de sus labios y el calor de sus abrazos. No quería que eso sucediera, pero entendía que era algo que hacía al paso del tiempo. Le dolió pensar en eso, en que quizás nunca volvería a verlo. No quería considerar esa idea, pero sabía que era algo que podía ocurrir.

A veces le asustaba las vueltas sorpresivas de la vida. Ver como una persona que significaba tanto, comenzaba a desaparecer de a poco de su vida, hasta convertirse en un desconocido nuevamente. Era como si su corazón hubiera quedado latiendo por alguien que había quedado congelado en el tiempo; con esa vida que ella había conocido, con esa imagen... Su vida había continuado allá, del otro lado del océano, pero ella ya no era parte de eso. Y él tampoco lo era de todo lo que ella estaba formando en Valedai. Empezaban a convertirse en desconocidos.

Pero esas mismas vueltas sorpresivas de la vida habían sido las que habían puesto a Waldo y Griselda de nuevo frente a frente, con una gran posibilidad. Y quería confiar en que esas vueltas estaban disponibles para todos.

Lo que logró devolverle la alegría fueron, como siempre, sus amigos. El reencuentro fue muy divertido y pudieron estar todos presentes cenando y hablando hasta tarde como en los viejos tiempos.

Fue en medio de esa cena cuando Cami comunicó a todo el grupo la decisión que había tomado: empezaría a buscar su propio camino.

—Iré a Valedai también.

—¡¿En serio?! —le preguntó descreída Olivia.

—Si, es momento de que empiece a hacer algo con mi vida.

—¿Pero no estabas haciendo algo ya? —le preguntó Lucas.

—¿Atender la verdulería de mi tía? No siento que eso sea hacer algo. Necesito algo más, algo que me mueva, no sé.

—Tienes todo mi apoyo —le dijo Gise.

Y Olivia no pudo dejar de pensar en lo lindo que sería tener a su amiga cerca.

De pronto, Valedai comenzaba a parecerse un poco más a un hogar.



El domingo Olivia despertó un poco más tarde. Era un lujo que podía darse al estar rodeada de tranquilidad y de la seguridad de su familia. Pero cuando logró abrir los ojos, se encontró con un mensaje de Igor en el celular que hizo que se despabilara por completo.

Una parada en Colonia BasiliaWhere stories live. Discover now