Treinta Y Uno

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Louis despertó pasada la media noche, otra vez, y su pequeño novio estaba sentado sobre la cama, mientras sus manitas trataban de despertarlo y sus lágrimas salían sin parecer querer detenerse.

Se irguió en el colchón y encendió la luz de la mesita, viendo a Harry con sus pestañas húmedas y un puchero en sus labios.

— Hazz, ¿Duele otra vez? — Le preguntó, y levantó las cobijas para separar sus piernas y que Harry se acomodara entre ellas para recibir un abrazo.

El rizado asíntio sin poder hablar demasiado, su garganta dolía desde la tarde anterior y parecía que le daría un resfriado pronto.

— Ya bebé, no llores, te daré más medicina y estarás bien en la mañana ¿Si?

Harry negó y lloró aún más, odiaba la medicina y fue todo un lío que la tomara horas atrás, y sólo era un jarabe.

Louis suspiró, era un poco difícil tratar a su novio siendo que no había salido de su espacio desde que comenzó a darle fiebre y era un poco renegado.

— Le puedo poner miel, ¿te gusta la miel no? Sabe rico.

— No — Hablo con su voz rasposa y sollozo al sentir de nuevo el ardor en su garganta.

El ojiazul suspiró y lo separó un poco de su cuerpo para levantarse de la cama e ir al baño y por la medicina, cuando se puso de pie, Harry pareció sacar fuerzas para gatear en la cama y alcanzarlo del brazo para que no se fuera.

— L-Lou, no — Lloriqueo.

— Amor, iré al baño muy rápido, dejare la luz encendida.

Y es que el haber logrado que Harry se tomara la medicina después de que él fingió tomarla con muchas cucharadas y vasos de agua le empezaba a atormentar.

— ¡No! S-sueño feo — Balbuceo con miedo — No me dejas solo.

Louis asintió sin remedio y lo tomó en brazos después de que Harry abrazara a Bubba, lo sacó de la habitación para ir a dejarlo sobre la alfombra de la sala, cerca del baño.

No más películas de terror, pensó.

— Bien, no tardo — Dijo, y le abrocho más el suéter calientito que traía.

Harry se quedó ahí con su peluche en el pecho mientras dormitaba sobre la cabecita del oso, viendo hacia la puerta del baño, esperando.

Louis salió unos segundos después y vio a Harry con sus ojitos cerrados mientras se quejaba bajito y suspiraba.

El día anterior había estado descalzo todo el día, incluso se mojó cuando lavaron la ropa los dos y no quiso darse un baño, luego hablaría con él de eso.

Bostezo y se puso a preparar la medicina con miel para dársela, preparó una cantidad considerable por si el rizado se ponía difícil y la tiraba. Mientras lo hacía, escuchó un ruidito proveniente del pequeño balcón y luego los pasos de Harry corriendo hacia él mientras lloraba asustado.

Lo sostuvo por el torso y vio hacia dónde el dedo de Harry apuntaba.

— Hey, tranquilo pequeño, es el gato de la vecina... Otra vez. — Lo tranquilizó, pero Harry no tenía intenciones de dejar de llorar.

— N-no quiero — Balbuceo — ¡Vi-viene! — se aferró más a él y Louis sonrió de lado viendo al felino caminar sobre los sillones y la orilla de la mesita de sala.

El gato de su vecina solía colarse en su departamento cuando dejaban una parte del balcón abierta, era grande y gris, pero demasiado salvaje, maullaba mostrando los colmillos y trataba de rasguñarlos cuando lo sacaban, era el enemigo número dos de Harry, el primero era álgebra.

— ¡Bubba! — Gritó, y Louis se sorprendió al ver que había ignorado el dolor en su garganta para advertirle.

Vio al gato acercándose al peluche con curiosidad y estirando su pata, Louis tomó la escoba que era con lo que podían sacarlo sin lastimarlo realmente, el gato ya le tenía odio a esa escoba.

Harry no se le despegó en ningún momento hasta que Louis logró sacarlo por donde entró y aseguró la puerta.

El menor dejó de sollozar y tomó aire para empezar a hablar.

— Yo lo vi, era grande y hacía oscuro — Le platicó muy apresurado y el ojiazul apenas le entendió.

— ¿Soñaste eso, Hazz? — Le preguntó, mientras lo sentaba sobre la mesa y le acercaba la cuchara con medicina a la boca, aprovechando su distracción.

— ¡Si! hacía feo, no lo tocamos — Miraba atento al balcón con sus grandes ojos verdes y abrió la boca para recibir la medicina, hizo un gesto al tragarla pero no la escupió como la última vez.

Louis suspiró aliviado y sintio que podría quedarse mirando a Harry así de distraído y escucharle mientras le platicaba cosas cualquiera en balbuceos, era tan bonito.

Se dirigió al balcón con él en brazos, la ventana cerrada pero las cortinas abiertas, al rizado le gustaba ver por ahí las luces en la noche y cuando estaba nublado y olía a tierra mojada.

Se sentaron en la pequeña barra y Harry se acurrucó en el pecho de Louis mientras miraba.

— Tu eres así — Dijo el menor, señalando una estrella que se alcanzaba a ver.

— ¿Brillante? Lo sé, Hazz. — Sonrió de lado con arrogancia.

— Bonita, eres bonito — corrigió, y luego bostezo mientras señalaba la estrella — o como esa grande.

— Es la luna, bebé.

— Luna... Es más bonita, mejor esa.

Louis le beso los rizos y luego enderezó su rostro para besarle los labios en piquito.

Supo que su novio ya estaba más dormido que despierto y que era mejor llevarlo a la cama, había descubierto que ponerlo a ver la noche lo calmaba.

— Cerraremos bien la ventana en las noches, vamos a la cama, bebé. — Harry enredo sus piernas en la cintura del ojiazul cuando se levantó y recostó su cabeza en su hombro.

Louis se agachó con un poco de dificultad para recoger a Bubba del suelo y se lo dio a Harry, que lo tomó perezoso y se tallo un ojo.

— Ya no entra el gato Lou... Ya Hay que jugar — Murmuró, un poco ronco.

El ojiazul lo recostó sobre la cama y luego se acostó él, envolviendo a ambos bajo las cobijas.

— Mañana, bebé, ahora duerme para que te sientas mejor.

— Me siento mejor — Harry cerró sus ojos cuando sintió su rostro ser delineado por el índice de su novio, tan suave y delicado. Suspiró muy profundamente y Louis soltó una risita ante eso, no tenia fiebre y parecía que ya no despertaría en toda la noche, así que también pudo dormir tranquilo.

bubba bear • larry softWhere stories live. Discover now