D I E C I S É I S | A F R O D I T A

Start from the beginning
                                    

—Afrodita... ¿Qué pasó? —cuestioné, lo cual ella negó con la cabeza, mirando hacia el suelo para evitar mirarme.

Parecía completamente avergonzada y yo acaricié con dulzura su mejilla, para que no se sintiera de esa manera. Pero la comprendía y sabía que, por mucho que intentase tranquilizarla, ese sentimiento después de que alguien te pegase, no se iba así sin más.

Gato se acercó a nosotras, mirando a su amiga con la misma preocupación que yo y se quedó allí, buscando al culpable.

Al ver que ella me devolvió la mirada, tomé las manos de ella para susurrarle;

—Si necesitas hablar, aquí me tienes.

No hacía falta estar ahí para saber que la paliza que había recibido aquella mujer, había sido de Magnus, quien creía que ella era de su propiedad. Y no había nada en esta vida que más me enfadase que ver como seguían existiendo personas que se creían dueñas de otras.

En la policía se veían muchas cosas, pero no todo te acostumbrabas y muchas veces saldrías del trabajo con un enfado monumental. En este momento, deseé tomar el primer arma que encontrase, buscar a Magnus y pegarle un tiro entre ceja y ceja. Pero era una policía, y si hacía eso, terminaría siendo como él. Habían otras formas de hacer justicia y yo me encargaría personalmente de que ese hombre pagara todas las maldades que le había hecho a todas las personas.

Por el rabillo del ojo pude ver como Serpiente caminaba hacia nosotros sin ninguna camisa, con los guantes puestos y con un rostro lleno de odio, seguramente al ver lo dañada que estaba Afrodita. Se acercó a ella y ahí pude ver la ansiedad de ese hombre por aquella mujer prohibida.

—¿Fue Poeta verdad? —cuestionó Serpiente, acercándose al rostro triste de ella y, al ver que no le contestaba, continuó. —Afrodita, dímelo —suplicó, viendo como la vena de su cuello se hinchaba.

Afrodita estaba en un estado de shock y apenas hablaba, ni siquiera me había respondido a mí y la estaba hablando con dulzura porque sabía que era vivir una paliza. Serpiente no la estaba ayudando, a pesar de que se veía que se preocupaba por ella, solo con su tono de voz la angustiaba más.

Y ella necesitaba que la alejaran de ese sitio, que nadie la agobiase ni le prestasen tanta atención.

Serpiente no se alejó de ella y Afrodita estaba paralizada, sin saber que hacer, sin saber que decir.

Coloqué mi mano sobre el pecho de Serpiente y lo alejé con poca sutileza, mirándolo con enfado para advertirle;

—Serpiente, para.

No sabía que gestos hacía Gato, ya que estaba a mis espaldas, pero podía imaginarme que tendría la misma sensación que nosotros al ver a Afrodita tras una paliza que había recibido de Poeta.

Pero mis ojos solo podían mirar a Serpiente que estaba perdiendo el control antes del combate.

—Voy a matarlo.

Gato apareció en mi campo de visión y agarró el mentón de Serpiente con fuerza, pegando su rostro con el de él a modo de advertencia, con un rostro aterrador que hasta a mí me hizo temblar.

Sabía que Gato era famoso por su rostro aterrador y su manera de ser tan fría, tan seria y con tanto odio. Pero conmigo apenas la había visto. Me sobraban dedos de las manos para poder contar las veces que lo había visto de aquella manera.

Y esa vez fue una de esas veces.

En un principio, creí que Gato pegaría a Serpiente, pero no lo hizo y solo le avisó;

—Tú más que nadie sabe que si vas a por Poeta, no solucionarás nada y Afrodita no es una ayudante a la que puedas defender si le hacen algo... —Calló, sin dejar de mirarlo y continuó. —Poeta cree que es de su propiedad. Así de cabrón es y si vas a por él, la que saldrá dañada es Afrodita. Y nadie quiere que le hagan daño —concluyó.

GATO: Deséalo y perderás [+18] ✔️ (COMPLETA)Where stories live. Discover now