—Aquí no hay patinaje artístico para maricas, tío —le dice a Isaac exhibiendo una sonrisa burlona en el rostro.

Verlo provoca en Nessa una mezcla de temor, repugnancia y tristeza. Inmediatamente le dirige una mirada envenenada y reza al universo para que el novato no deje pasar la ofensa y le dé un escarmiento.

—Es una pena, seguro que te encantaría asistir, Pelo Pantene —responde con ironía Isaac, irguiéndose e ignorando el martilleo que nota ahora en la articulación.

—¿Qué has dicho, gilipollas? No te escucho bien. —Lorca da un paso al frente mirando de reojo a las chicas, que lo observan a la expectativa. De un movimiento brusco le quita el gorro gris de lana que le cubre el pelo.

—Será por la mierda que tienes en el cerebro. Pásate unos bastoncillos o algo. ―Recupera lo que le ha arrebatado con la misma facilidad, coge el resto de sus cosas y golpea en el hombro a su contrincante al continuar su camino.

Lorca se da la vuelta montando en cólera. Agarra con violencia a Isaac del brazo y lo empuja contra el marco de una puerta reiteradas veces, llamando la atención de la gente que comienza a transitar los pasillos.

—¡Te la has ganado! ¡¿De qué coño vas, de listillo?! ¡¿Sabes lo que les pasa a los graciosillos?! ¡Que los inflan a hostias! —Lanza un derechazo hacia la cara de Isaac. Este se zafa con habilidad y la mano impacta contra la madera con dureza—. ¡Hijo de puta! ¡Te voy a...!

—¡Basta! Es el primer día de clase y ya están armando jaleo. De usted me lo esperaba, Lorca. Por desgracia, su comportamiento no hace honor a su nombre. —El director del centro señala al chico, que respira visiblemente alterado, luchando por ocultar el lacerante dolor de su mano derecha—. Y usted..., no lo conozco; imagino que es Isaac Montalvo, el nuevo, ¿me equivoco? —Eleva su poblada y canosa ceja derecha a la espera de una confirmación.

—En efecto. Tengo que alegar en mi defensa que este personaje me ha atacado sin incitación previa.

—Mire, señor Montalvo, ni esto es la corte ni usted es su padre, por lo que deje el numerito. Y, por cierto, ya no está usted en un centro de menores, por lo que si no desea regresar a uno de ellos, le recomiendo que se abstenga de pelear en mis pasillos, ¿está claro? —Los estudiantes han hecho un corrillo y comentan lo sucedido.

—Sí, transparente. —Isaac se siente fatal. Quería evitar por todos los medios que eso ocurriera. Ahora todos saben el lugar del que procede y encima ha sido reprendido por la dirección antes del inicio de las clases. «¿Tendré un record Guinness? Dudo que nadie sea capaz de joderlo todo a esta velocidad. Antes de las diez de la mañana he arruinado mi vida social.»

—¡Dispérsense! Y a ver si atienden así en sus clases. —El director da unas sonoras palmadas y los cotillas de turno prosiguen su camino—. Ya hablaremos. Al sonar el timbre los quiero a ambos en mi despacho, ¡¿entendido?! —dice mirando a los causantes del revuelo.

En cuanto la figura autoritaria se pierde por los pasillos, Lorca se acerca a Isaac y susurra:

—No tienes ni idea de con quién te has metido, chaval, pero ya lo sabrás... —Y, sin más, se aleja dando una patada a la puerta principal, haciendo temblar la zona acristalada.

—¡Eh!, pasa de él. Es un gilipollas terminal. —Nessa se acerca a Isaac, colocando con suavidad la mano en su hombro—. Hay personas que deberían llevar bozal y él es una de ellas.

—Lo he comprobado —responde todavía en tensión, aferrándose a su mochila como si de un bote salvavidas se tratase. Nota el corazón latiendo con tanta fuerza que cree que se le va a salir del pecho.

Oh My Gothess (Primeros capítulos) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora