4: Y la larga lista empieza con...

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—Buen día, ¿en qué puedo ayudarlos? —preguntó la señora Adams al abrir la puerta.

—Buenos días, señora. Somos Parker y Smith, los oficiales a cargo de investigar el asesinato de Bethany Edevane —respondió Andrew.

—¡Oh, sí! Fue horrible lo que le ocurrió a esa pobre chica. Pero... ¿asesinato dice? ¡Vaya! Esperaba que todo hubiera sido tan solo un trágico accidente.

—No lo fue, señora Adams —intervino la detective Parker—. Y en realidad es todo bastante confuso aún. De hecho, esperábamos que su hija, Mia, pudiera ayudarnos a resolver el misterio.

—¿Mi hija? ¡Pero eso es una locura! ¿Qué podría saber Mia sobre esto?

—Bueno —volvió a decir Smith—, más que saber, yo diría estar involucrada —añadió mostrándole a la mujer la foto de su hija que había captado la cámara de seguridad—. Creo que Mia tiene un par de cosas que explicar.

—¿De qué se trata todo esto? —dijo angustiada la pobre mujer, tomando en sus manos la foto.

—Se trata de una imagen captada por una de las cámaras de seguridad de la casa de los Edevane. Verá: unas cuantas horas después de lo ocurrido, el señor Edevane recibió un llamado de parte de uno de sus trabajadores, informándole que alguien había dibujado este letrero en una de las paredes de su casa.

La madre de Mia analizó el resto de las fotos que los detectives le habían dado. Mientras las veía, Parker prosiguió con la explicación:

—Como puede ver, alguien pintó ese letrero: "¿B quería ser la reina? Que presuma su corona en el infierno". Es lo suficientemente agresivo como para pensar en que alguien odiaba a Bethany lo bastante como para querer verla muerta o, incluso, matarla con sus propias manos. Es obvio que la persona que hizo esto, o bien es culpable, o bien tiene información clave con respecto a lo que pasó.

—Muy bien. Pero sigo sin ver cómo encaja Mia en todo esto.

—Señora Adams, es simple. Como puede ver aquí, la cámara de los Edevane grabó a los vándalos en el acto. Un acercamiento de la imagen nos ha permitido ver el rostro de una de las personas que hizo la pintada: su hija.

La mujer simplemente no podía creerlo. ¿En qué diablos estaba pensando Mia cuando se le ocurrió una cosa así? ¿Por qué haría algo por el estilo? ¿Qué razones tendría?

—Oficiales —dijo al fin sin poder salir de su asombro—, creo que será mejor si pasan y se sientan. Estoy deseosa de escuchar esa explicación. —Y, entrando ella misma a la casa, añadió—: ¡Mia Adams, baja las escaleras y trae tu trasero aquí ahora mismo!

***

Algunos momentos después, se encontraban todos sentados en la sala de los Adams. Mia se negaba a decir algo; no obstante, sus nerviosos gestos y la mirada inquieta de sus ojos, revelaban que sabía mucho más de lo que quería hacer ver.

Los oficiales insistían en sus preguntas sin obtener respuesta alguna de su parte. Su madre, que ya había perdido la paciencia, le gritó:

—¡Habla de una vez, niña! ¿Por qué hiciste una cosa así? ¿Quién estaba contigo?

—Uf, está bien —respondió la chica visiblemente exasperada—. Solo fue una broma. Lo de la pintada, quiero decir. Pero eso no significa que yo haya hecho daño a Bethany.

—Mia —le dijo Peyton a la chica—, no creo que tengas claro el concepto de broma. Lo que hiciste no fue una broma, sino cometer un delito. Y al hacerlo justo después de que la señorita Edevane fuera asesinada, te convierte en sospechosa de un crimen.

Killing the Dancing Queen [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now