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NARRA LA ESCRITORA

Por orden del azabache ambos fueron al noticiero con la finalidad de mostrar las pruebas necesarias para detener a Carlton Drake y sus planes.

—Yo solo digo, si hay más como Venom yo quiero uno igual pero que no quiera matarme —explicó la chica— ¿si quiera me estas escuchando?

En realidad no había puesto atención a su platica desde que supo de la existencia del simbionte en su organismo, el alíen no había dejado de burlarse de él desde que se rebeló.

¿Quien es Anne? Tú pulso se aceleró —indagó.

—Ese no es tu maldito problema —le contesto con rabia.

—¿Perdón? —contestó indignada, el azabache la miró.

El hombre no sabía que decirle, después de todo no se refería a ella.

—No te lo decía a ti, Emily —suspiro— se lo decía a..Venom.

Ella asintió no muy convencida para después adelantar su paso, el solo se dedicó a intentar alcanzarla.

¿Como te soporta? Eres un Idiota y un fracasado —pauso— y ella es..ella.

Eso confundió más al hombre ¿y este que trae con ella? Se lo preguntaba cada que hablaba el alíen.

¿Por que estás tan interesado en ella? Ella ni siquiera te escucha.

Un sonido de indignación sonó en su cabeza, el ser de otro mundo estaba enojado con el humano.

¡Me vuelves a hablar así y me como tu riñón! —amenazo el ser, Brock simplemente resoplo.

—Solo dejamos las pruebas y nos vamos ¿cierto? —pregunto ella viendo la entrada del lugar.

—Si, dejamos esto y vamos por el cohete de el —respondió.

El teléfono del hombre llamo la atención de ambos, el miró el contacto y quiera o no se puso nervioso.

—No puede ser.. —susurro y contestó— ¿Si? No, no puedes verme. No, no, no puedes acercarte a mi.

Los dos entraron al edificio, el azabache se acercó con rapidez al guardia que los veía con sorpresa y pánico.

—¡Richard! ¡Richard! Tenemos que subir amigo —señaló el techo.

—Te quiero como hermano, pero no se puede —le respondió— Te dije que el no se puede no existe.

Respondió Eddie, la mujer al ver que con su desesperación no conseguiría nada decidió intervenir.

Le quito el celular de las manos del azabache para después extendérselo al hombre frente a ellos.

—Solo entrégalo por favor, es muy importante —pidió lo más calmada posible, sin embargo el no acepto.

—Lo lamento chicos, pero necesito este empleo —se disculpo.

Comámonos su cerebro.

¡No! —grito exaltado— tú no lo toques el es mi amigo.

-𝐓𝐎𝐆𝐄𝐓𝐇𝐄𝐑- 𝙀𝙙𝙙𝙞𝙚 𝘽𝙧𝙤𝙘𝙠Where stories live. Discover now