"Sí." A pesar de todo, el tono de Draco se mantuvo suave y bajo. Aleksander podría frustrarle y cabrearle, pero nunca lo expresaba. El alfa lo miró. "Me sé al pie de la letra todas las canciones que mi madre solía cantarnos a mi hermano y a mí."

"Esas no son canciones de cuna nórdicas."

"Lo sé."

"Los niños necesitan—."

"Sé lo que mis hijos necesitan." Lo interrumpió el omega, mordaz. Aleksander no le respondió ni tampoco gruñó (como James solía hacer cuando estaba en total desacuerdo con él), se mantuvo callado y lo miró fijamente. "Soy su madre."

Los ojos de Aleksander eran oscuros y su barba también lo era. La forma en la que solía mirar a Draco, tan fijamente, lo inquietaba. Parecía estar cuestionándose cosas, a veces entrecerraba los ojos un poco, y Draco entonces sabía que lo estaba estudiando de cerca.

Aleksander era como Harry y a la vez no. Los dos preferían callar y observar, pero Aleksander tenía un aire más joven y más coqueto que Harry, aunque fuera mayor que su primo. Y cuando Aleksander lo miraba con aquellos ojos se preguntaba qué estaba viendo el alfa en él, qué veía que le interesaba tanto.

"Por supuesto." Finalmente, cedió. Hasta Draco se sorprendió cuando Aleksander bajó sus ojos en gesto de sumisión. "Por supuesto, Draco. Nunca fue mi intención cuestionar tu postura. Tú eres su madre, tú los cuidas."

Draco no dijo nada. Una parte de él quería darle las gracias porque Aleksander había sido la primera persona que le decía eso en todo lo que llevaba de embarazo. Había sido el primero que le había dado la razón y que había defendido su postura. Quiso decírselo, quiso mirarlo a los ojos y confesarle que lo apreciaba.

Pero otra parte de él, una más grande, no quería que Aleksander viera que aquello lo había ablandado. Quería permanecer firme y serio como una torre que no se tambaleaba, porque así era como todos lo miraban, como si fuese una pequeña estructura que estaba a punto de desmoronarse.

Él no quería que lo miraran como si fuera el preciado horno que no se podía estropear porque debían nacer más herederos, y todos lo hacían. Hasta sus alfas lo miraban así, se preocupaban tanto por él que llegaba a ser angustiante. No querían que corriera, que caminara solo, que cocinara, que se levantara de la cama o que saliera del nido.

Era absurdo. Era bochornoso. Era patético, lo hacían ver débil.

Destensó sus hombros y sus ojos dejaron de mirarlo como una amenaza. Se removió en su asiento bajo la atenta mirada de Aleksander de nuevo. Volvió a mirar hacia el libro del que no tenía ni la más mínima idea de lo que se trataba y fingió reanudar su lectura.

Aleksander notó que el aroma de Draco volvía a la normalidad, dejó de ser agrio y fuerte y volvió a ser suave.

El instinto de Draco le pidió mirar hacia Aleksander, pero Draco no lo hizo.

El alfa permaneció allí parado, mirándolo, durante unos segundos más.

"Sé que piensas que soy tu enemigo." Le dijo el alfa. "Pero te aseguro que jamás podría resultar una amenaza para ti."

No tuvo el valor de responderle, si lo hacía también lo miraría, y tampoco quería mirarlo a los ojos.

Oyó a Aleksander encerrarse en el estudio de Harry. No tenía ni la más mínima idea de lo que hacía allí, pero tampoco le importaba. Se llevó una mano a su vientre y respiró hondo, uno de sus cachorros le había dado una fuerte patada. Cerró los ojos, frunció los labios y contó hasta cinco.

Aquello era como una prisión. Quería salir de allí cuanto antes.

(...)

"¿Una fiesta?" Leyó Draco, y miró a sus tres alfas.

blåøyde omega ;; trillizos!potter [harco]Where stories live. Discover now