• EPÍLOGO •

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¿Cómo el verano enamoró al invierno?

A veces hay preguntas que no necesitan ser contestadas, sin embargo, esta es una que sí. Cuando conocí a Chaeyoung hubo algo que hizo que no pudiera apartar mis ojos de ella. Algo que hasta el día de hoy aún no descubro que fue. ¿Qué hizo que mi mundo terminara de cabeza por su presencia? ¿Qué fue lo que me hipnotizó de ella? ¿Qué fue lo que hizo que esa noche terminara en una pendiente muy alta porque sus ojos me miraron? ¿Qué fue?

Nunca hay respuestas. Aquel momento sigue siendo tan indescriptible para mí como la primera vez. Como si mi mundo y el de ella hubieran chocado porque así el destino lo hubiera querido.

Cuando pienso en el pasado, cierta melancolía me inunda, me lleva contra corriente y me arrastra a un pozo sin salida, pero de uno del que no quiero salir. Es verdad que nunca encuentro una respuesta, aún así todo el tiempo pienso que no debería buscar una. Cuando estoy al lado de Chaeyoung sé que las preguntas sobran, solo necesito verla para saber que con ella el destino sí existe y que por eso mismo estoy en su camino.

Han pasado veinte años desde que el mundo nos golpeó con su mejor carta: el odio. Hasta el día de hoy todavía aquello persiste, pero no nos afecta. Aquel otoño sirvió para que las heridas se abrieran y el dolor nos ahogara, pero al final nos hizo más fuertes, menos temerosas, más maduras, menos indecisas, más firmes, menos inocentes, más guerreras, menos tímidas, más nosotras mismas...

Quizás para muchas personas nuestra decisión de estar juntas ha sido un error, uno gravísimo. "¿No les da miedo que las descubran?". "Si saben que la sociedad las va a repudiar para siempre, ¿verdad?". "No quiero que mis hijos las vean, mucho menos quiero que ustedes los conozcan". "¿Y el sexo? Dos mujeres no pueden tenerlo". "¿Cómo le hacen para seguir adelante? Yo en este punto ya hubiera terminado mi relación". "¿No han considerado ir a un psicólogo? Les ayudaría mucho". "Pero si hay cura para lo que tienen, ¿no?". "¿Amor? ¡Dos mujeres no pueden amarse!". "Si yo fuera sus padres, tampoco las querría ver". "No voy a mentirles, me dan asco". "Inconcebible, Dios las va a castigar".

A veces la tolerancia está muy lejos de ser un valor o tal vez nunca lo consideren como uno, pero para nosotras, aquello no fue impedimento. Nos amamos todos los días del año sin miedo alguno. Sin miedo a nadie. Ya no me molestan las miradas juzgonas o los comentarios despectivos. Tomo su mano y entrelazo sus dedos con los míos y soy feliz. Somos felices.

Las estaciones pasaron rápido en aquel tiempo, tanto que a veces me cuesta recordar ciertos momentos, no obstante, al lado de Chaeyoung puedo aferrarme a todos ellos, incluso aquellos que se pierden en mi memoria. Aún así, hay cosas que espero jamás olvidar y todas tienen que ver con Chaeyoung, como verla reír, verla sonreír, verla soñar, verla anhelar, verla cambiar, verla crecer, inclusive verla llorar, son cosas que también espero ver hasta mis últimos años de vida.

Transcurro por un camino nublado, incierto y lleno de obstáculos, pero no le temo. Sé en lo que me he metido y a lo que me voy a enfrentar. Me aferro a mi amor por Chaeyoung y sigo adelante, como siempre lo he hecho. Que habrá personas que nos dañaran, sí. Que habrá personas que nos harán de menos, sí. Que habrá personas que nos molestarán, sí. Pero también habrá personas que nos entenderán, que nos protegerán, que no nos juzgarán, pero que sobre todo, sabrán ver lo hermoso que es el amor. Inclusive entre dos mujeres.

Todos los días antes de ir a trabajar voy a la terraza y tomo un café mirando el amanecer. Siempre había querido hacer eso y desde el primer día que comenzó mi nueva vida en Italia, lo hice. Empecé a vivirla a mi manera. Sin restricciones, solo siendo quien soy. Decidiendo qué hacer.

Un momento a solas por la mañana me ayuda a pensar en que haber hecho lo que hice por Chaeyoung, en realidad fue lo correcto, pero separarnos de nuestras familias sigue siendo algo que nos lástima. Entonces sé que el apoyo emocional de la familia es necesario, no para vivir, pero sí para vivir más tranquilamente. No tenemos su apoyo y es muy probable que nunca lo tengamos, sin embargo, es la fuerza de nuestra relación, el contarnos nuestras preocupaciones, el ser sinceras con la otra, lo que hace que no caigamos en problemas.

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