• Capítulo 35 •

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Veo con dificultad como Mina logra zafarse de él, intenta correr hacia mí, pero Adam la toma del brazo y la regresa a la cama, donde con la empuñadura de su arma, la aturde con un fuerte golpe. Ella cae sin fuerzas y la presión que se forma en mi pecho al verla me corta la respiración.

—¡No! —grito horrorizada—. ¡Déjala!

Regreso mi mirada hacia Nayeon en busca de ayuda, pero ella trata con discreción de sacar a Samantha de la casa, así que no se lo impido y doy por sentado que tendré que ser yo quien atrase a Adam para darle tiempo a ella.

—¡Maldita! —menciona Adam, mientras intenta sacar el vidrio de su pierna—. ¡Me la vas a pagar!

Intenta tomarme del brazo, pero pronto sus intenciones son impedidas por Mina, quien a pesar de que la sangre la priva de ver correctamente, encuentra el cuerpo de Adam sobre el mío, pues él busca regresarme lo que le he hecho momentos antes. Los brazos de Mina se aferran al cuello de Adam y lo obliga a apartarse de mí. A tropezones ambos caen en la cama, luchando por ver quien logra ganar o quien se rinde primero, pero ambos resisten.

Me arrastro hacia donde se encuentra el arma, la cual ante la brusquedad de la situación termina debajo de la cama. Las patadas que suelta al aire Adam, terminan aterrizando en mí. Sabe que trato de hacer y con la fuerza de una bestia se levanta aún con Mina sobre su espalda y me proporciona una patada que me regresa al suelo.

Veo a Adam tomar el arma, y luego quitar a Mina de encima suyo para acorralarla de nuevo en la cama.

—¡No hubiéramos llegado a esto si tú hubieras aceptado salir conmigo! —grita Adam sin despegar su mirada de ella—. ¿Acaso no ves que te amo? Es tu culpa que haga esto, que te haga daño.

—¡Estás loco! —exclama Mina con desdén.

—Yo te hubiera hecho tan feliz. —Intenta besarla, pero Mina gira su rostro a tiempo—. Ahora por tu culpa no puedo sacarte de mi cabeza y mucho menos puedo aceptar que tengas esta terrible enfermedad. ¡Dos mujeres no pueden estar juntas!

—¡Aquí el único enfermo eres tú! Entiende que no me gustas, nunca lo hiciste y nunca lo vas hacer, así que déjame en paz.

—No puedo —menciona con la voz dolida. ¿Acaso la declaración de Mina lo ha afectado? ¡Dios, esta demente!—. ¿Qué no lo ves? Eres la mujer de mi vida —pronuncia con ilusión.

—No puedo ser la mujer de tu vida... ¡Porque soy de la mía! —grita Mina furiosa.

—Yo te amo —susurra Adam repasando con sus dedos su mandíbula—. Huye conmigo, te daré todo lo que quieras, incluso seré mejor persona por ti.

—¡Déjala ya! —grito intentando ponerme de pie.

Él se ríe ante mi manera bruta de hacerlo, se burla porque no puedo poner un pie sin caer de lleno al suelo.

—¿O qué? ¿Qué van hacerme? —Toma a Mina del vestido y la pega a su pecho. Sus asquerosas manos se pasean por su cuerpo—. No hay nadie a kilómetros, nadie que pueda venir a ayudarlas.

—¿Qué es lo que quieres de nosotras? —pregunto intentando razonar, aunque por dentro la furia me mate.

Samantha y yo estamos heridas, Mina, aunque no lo haga evidente, también lo está y Nayeon no podrá contra él. Necesito una forma de que nos deje ir sin que mate alguna de las cuatro.

—¿No es obvio? —menciona Adam con cinismo—. Quiero a Mina.

—En tus sueños, imbécil —dice ella buscando alejar las manos de Adam de sus piernas.

—Por favor déjanos ir, no le diremos a nadie lo que ha pasado aquí, te lo prometo —suplico entre lágrimas.

—Me importa poco eso. Yo solo quiero un rato de diversión, lo que les pase después me tiene sin cuidado —pronuncia mientras toma a Mina de la mandíbula y la regresa con fuerza a la cama.

|¿Cómo el verano enamoró al invierno?|MICHAENG|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora