Capítulo 44 ~ Eternidad

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Al subirme al auto debo detenerme y respirar.

Inhala

Exhala

Pongo una mano en mi vientre abultado buscando un poco de tranquilidad.

- Seré responsable, por ti. - Le hablo al pequeño en mi interior.

Me abrocho el cinturón y conduzco hacia el hospital.

Evito a toda costa imaginarme el panorama, no quiero que mi cabeza vuele con ideas erróneas que me hagan perder el control y pensar lo peor.

Estaciono el auto en el mismo sitio de todas mis visitas y camino rápidamente hacia adentro, conozco el camino y tomo el ascensor sin mayor problema.

En cuanto se abren las puertas me reporto en recepción con un tanto de desesperación y poco después un chico joven se acerca a mi.

- ¿Eleanor Hunt? - Pregunta al estar frente a mi, distingo su voz, él me llamó hace un momento.

- Si, soy yo. ¿Puedo ver a Thomas?.

- Acompáñeme, por favor. - Ignora mi pregunta y caminamos en silencio hasta la UCI.

El doctor Bing se encuentra allí acomodándose su bata

Me acerco casi corriendo hasta estar frente a él.

- Dime por favor qué pasa. - Le ruego ya cansada de las preguntas sin respuesta.

Siento que voy cayendo desde la cima de una montaña rusa.

El doctor Bing traga saliva y me mira a los ojos.

Eso no significa nada bueno.

- Thomas ha entrado en paro dos veces esta noche, su corazón empieza a fallar.

Sus palabras son como un latigazo en la espalda, muchos de ellos, golpeando las cicatrices y las viejas heridas aún abiertas que se encuentran allí.

Arde.

Desespera.

- No puede ser... - Está vez, al exhalar se me escapa un sollozo, mis mejillas se inundan y apenas puedo pronunciar mis próximas palabras. - Thomas se está rindiendo.

- Quería que vinieras por dos razones: Para que pudieras estar con él, en caso de que se pongan peores las cosas. Seré honesto contigo, la situación no luce bien, y eso me lleva a la segunda razón, debes pedirle que luche. Nosotros hacemos lo que está en nuestras manos pero esta más que claro que la propia voluntad del paciente puede influir significativamente en el resultado, por eso es mi deber pedirte que tomes su mano y le recuerdes las razones por las que debe luchar. Estamos en un punto donde es la única esperanza.

Asiento entre lágrimas.

Respira Eleanor, respira.

-A Simone, avísale por favor. - Le pido

- Ya está.

El doctor Bing me ofrece un pañuelo y me acompaña hasta la habitación de Thomas. Al cruzar el umbral me derrumbo por dentro, siento mi corazón romperse en un millón de pedacitos, en esquirlas que se quedan incrustadas en mi pecho, haciéndome daño.

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