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Octubre, 1987

Luan conocía a Tian hacía diez años. Eran mejores amigos desde el '77 y sabían cosas del otro que otras personas nunca lograrían imaginar. Y a la misma vez, no se lo contaban todo. Por eso, cuando llegó a casa esa tarde tras una larga jornada en la cafetería, que por fin había logrado inaugurar, se sorprendió al encontrarse a André ocupando su sofá nuevo con Luan a su lado. Liú Tian se quedó de piedra en la entrada con la llave aún insertada en la chapa.

—Yo, eh, creo que olvidé algo en el local.

Iba a cerrar la puerta, y pensar en qué se entretendría a las once de la noche en una ciudad donde la diversión moría a las diez, cuando Luan dio un resoplido y se puso de pie.

—André ya se iba —aclaró.

Liú Tian seguía con las llaves metidas en la cerradura, intentó sacarla pero de los nervios no se daba cuenta que estaba girada.

—En serio se me quedó algo —balbuceó, luego observó a André—. No tienes que irte, André. Yo iré a solucionar mi vida y regreso como en ¿una hora...? Dos, sí, sí, mejor. Pueden ser tres. O tal vez toda la noche.

A pesar de sus palabras, André ya se había puesto de pie y agarrado su chaqueta. Estaba prácticamente igual que en la universidad, las diferencias eran sus hombros más anchos y una barba incipiente de unos días. Se despidió a Luan revolviéndole el cabello, su amigo ni se atrevió a reprocharle el gesto.

—Nos vemos —le dijo a Luan. A Tian—: El rubio te queda bien.

Al salir, Liú Tian por fin pudo recuperar sus llaves. Cerró la puerta tras suyo y cuestionó a Luan con las cejas arriba.

—Pensé que no lo veías hace años.

—Era así —contestó Luan restándole importancia.

Huyó hacia su cuarto por lo que Liú Tian lo siguió de inmediato.

—¿Cómo que era así?

—Regresó al club, está reemplazando al dj por un tiempo.

Como no continuó, Liú Tian se lanzó sobre la cama de su amigo para que no se pudiese ir a dormir. Acostado, apuntó el techo con impotencia.

—¡Dime más, Lu!

Luan tomó asiento a los pies.

—Ya te dije, no hay más.

—¿Cómo que no? Necesito explicaciones, porque te recuerdo que André estaba ocupando mi puesto en el sofá.

—Lo vi en el club, le dije hola y lo invité a almorzar, no hay mucha novedad.

Se quedó observándolo con suspicacia. La vida amorosa de Luan, esos últimos años, era fácil de seguir pero difícil de definir. Se la había confesado a André hace siete años y fue rechazado por él; comenzó a asistir con más recurrencia al club nocturno; se hizo amigo de Lady Bi, que todavía trabajaba como drag queen en el lugar; algo había ocurrido entre ellos que Luan nunca le quiso contar y ahora esto. Sencillo de resumir y a la vez no explicaba nada.

—¿Todavía estás enamorado de él? —quiso saber.

—Tian —su voz era seria y algo cortante—, tú y yo somos mejores amigos, pero si tú no me has querido contar lo que pasa entre Carlitos y tú, entonces yo no te explicaré esto.

Golpe bajo, aunque justo.

—Con Xiao Zhen somos amantes hace más de un año —contó a la rápida. Se posicionó de costado en la cama, con el codo apoyado en el colchón y sujetándose la cabeza con el puño—. Ahora dime, ¿sigues enamorado de André?

Decalcomanía (Novela 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora