⁠๑Capítulo 01.

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—Buenos días, señor Emberly —saludó el omega de ojos azules al entrar a la elegante oficina del alfa que lo había contratado.

—Buenos días —contestó el alfa de ojos gris. Se encontraba de pie frente a la amplia ventana de su despacho. Vestía un impecable traje negro y su cabello castaño liso estaba perfectamente peinado. La barba del alfa lucía definida y corta, resaltando su rostro de expresión neutra.

Lucius volteó para observar al omega de pies a cabeza. Oliver no parecía haber cambiado en absoluto, seguía siendo el mismo omega temeroso y frágil.

Aun así, seguía siendo hermoso como la primera vez que lo vio, como todas aquellas veces en las que había soñado con él y se sentía de una manera en la que hace mucho no se sentía, como si esa pieza que le faltaba para completar el rompecabezas fuera Oliver y Lucius por fin lo había encontrado.

—¿Has leído el contrato? —preguntó Lucius.

—Sí —respondió Oliver, manteniendo la mirada en el suelo. —Lo he firmado.

—Muy bien. Entonces podemos comenzar.

Lucius apretó su mandíbula. Su rostro no mostraba ninguna emoción, no quería que Oliver notara lo vulnerable que se sentía, sabía que una simple pregunta podría derribarlo por completo.

Dirigió a Oliver hacia el elevador del edificio, acompañados por su secretaria. El ambiente era tenso como una cuerda delgada alrededor de su garganta.

—¿Has leído las condiciones? —rompió el silencio. —Ellos creen que eres su madre y desde ahora así lo serás. No te preocupes, les dije que te llamas Oliver, por lo que no perderás tu identidad.

Oliver escuchaba atentamente las palabras del alfa, no quería decir ni una sola palabra. Sentía tanto nerviosismo que no recordaba nada de lo que había leído en el contrato ni las condiciones.

—Nala es extrovertida y Koda es todo lo contrario, no voy a asumir que sea así solo porque Nala es alfa y Koda, omega, pero eso parece ser. Ellos tienen todas tus descripciones y les he mostrado fotos tuyas, cuando te vean, sabrán que eres su madre.

—Ellos no saben nada —pensó en voz alta. Sintió la mirada del alfa sobre él.

—Claro que no saben nada. Ya firmaste el contrato y supongo que lo has leído. Sus abuelos y tíos murieron en el accidente de transito, pero su madre sigue en un coma del que parece que jamás se despertará, es mejor ser claros con una mentira realista.

—Sí —respondió nerviosamente.

Escuchar la voz de Lucius después de tanto tiempo se sentía irreal y tenerlo a su lado era aún más impactante. Era como el rocío de un perfume derramándose sobre su piel y al mismo tiempo, como ácido quemándolo por dentro.

Era como el sentimiento de pérdida que nunca se supera. Como las hojas de una planta que no son regadas en verano y resurgen en invierno, volviendo a ser verdes después de haberse marchitado.

Los dos se dirigieron hacia el lujoso auto del alfa, estacionado justo frente al edificio corporativo, vio como la secretaria de Lucius se quedaba en la puerta del edificio, al parecer solo los había acompañado hasta la salida. Oliver no pudo evitar sentirse abrumado por la majestuosidad del vehículo. Sus ojos se iluminaron mientras caminaba cautelosamente hacia él, acariciando suavemente la elegante carrocería.

El omega había crecido en la pobreza y nunca había conocido verdaderamente la vida de los ricos. Para él, cada detalle de aquel automóvil representaba un mundo completamente desconocido y fascinante. Las piezas de cuero suave que adornaban los asientos, el reluciente tablero de control con su pantalla táctil y la suave música que emanaba de los altavoces de alta gama. Cada uno de estos elementos era una sorpresa y un deleite para sus sentidos.

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