Capítulo 12(1)

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En el paraíso de Jimin había más de una serpiente deslizándose y esperando su regreso a Corea.

Sin embargo él viaje de regreso fue tranquilo. Ivan el terrible se ocupó de enseñarle a Jimin como preparar una buena sopa. El Omega parecía no poder aprender a sazonar, pero Ivan no se atrevía a decirle la verdad. El resto de los hombres tampoco. Lo elogiaban considerablemente, sin embargo, cuando Jimin se volvía arrojaban la sopa por la borda. Sus estómagos vacíos no eran tan importantes como los sentimientos de Jimin.

Luego Jimin quiso aprender a hacer bizcochos. Los que venían enlatados estaban llenos de gorgojos, a la tripulación en realidad no le importaba, los sacaban y luego se los comían sin ningún problema.

Como Ivan tenía todos los ingredientes necesarios, decidió permitirle a Jimin que lo intentará. Jimin trabajó toda la mañana haciéndolos, los hombres fingieron apreciarlos, pero estaban duros como palo y les preocupaba romperse los dientes si mordían uno.

Chester se había convertido en el campeón de Jimin. Se burló de los otros Alfas y mojó su bizcocho en una taza llena de bebida. A la mañana siguiente, hasta él, tuvo que admitir la derrota. Los bizcochos ni remojados se podían comer.

Matthew sugirió que el resto que quedaba, los usaran como balas de cañón, Jungkook se rió de ese comentario. Jimin oyó la broma y se sintió indignado. Esa noche se vengó comiendo la comida más asquerosa que podía comer un hombre. También se aseguró que Jungkook lo estuviera observando. Los pepinos agrios mojados en jalea de frutilla lo ayudaron con el truco. Jungkook apenas llegó a la baranda antes de vomitar su cena.

Jimin parecía tener un estómago de hierro y no discriminada la comida. Jungkook observaba todos sus movimientos. Le agradaba tenerlo a su lado. Le agradaba el sonido de su risa.

Y luego llegaron a Seúl.

Jungkook llevó inmediatamente a Jimin a sus nuevas oficinas. Estaba ansioso porque conociera a Jin.

Era media mañana cuando cruzaron por el muelle repleto de gente. La puerta de la oficina estaba abierta. Jungkook detuvo a Jimin antes de entrar.

- Cuando conozcas a Jin no menciones su cojera. Es un poco sensible sobre su pierna- le advirtió Jungkook.

- ¿Tiene una cojera?, ¿ qué le sucedió al pobre hombre?- preguntó curioso Jimin.

- Lo mordió un tiburón- le respondió Jungkook.

- ¡Dios santo!. Tiene suerte de estar vivo- comentó Jimin.

- Así es. Ahora prométeme que no dirás nada. - le pidió Jungkook.

- ¿ Porqué piensas que le mencionaría su cojera?, ¿ qué clase de Omega crees que soy?, Jungkook, yo sé lo que es apropiado y lo que no. Es una vergüenza que hayas pensado eso de mí- le dijo Jimin ofendido.

- Gritaste cuando viste mi espalda- le recordó Jungkook.

Tenía que mencionarlo, pensó Jimin.

- Por Dios, eso fue diferente- replicó Jimin.

- ¿ Cómo?- preguntó Jungkook.

Jimin se encogió de hombros.

- Era diferente porque te amo- le dijo sonrojándose.

Jimin era exasperante, pensó Jungkook. También complaciente. Ya se estaba acostumbrando a que le dijera lo mucho que lo amaba.

- Y ahora que sabes lo de su pierna no te sorprenderá, y por lo tanto no dirás nada que lo incomode, ¿ de acuerdo?- le preguntó Jungkook.

Jimin asintió, pero quiso tener la última palabra.

- Eres insultante- le dijo molesto.

Jungkook lo besó para tener un momento de paz, pero antes que pudiera detenerse lo tomó en sus brazos y se dejó llevar. Jimin abrió la boca antes de que él lo obligará. Le introdujo la lengua para frotar la de Jimin. No le importó que muchos transeúntes se detuvieran a observarlos.

RaméWhere stories live. Discover now