Y llegaste tú © [Saga Tú: Libro 1] (Pronto En Papel)

Capítulo 26

Gala

—No lo hagas, mamá. ¿Puedes esperar a que la nana esté completamente bien? No me quiero ir ahora.

Ignora lo que he dicho y sigue sacando cosas de los cajones. Está muy irritada, tiene la cara roja y llora en silencio.

—¿Crees que puedes engañarme? —pregunta alterada mientras intenta cerrar una de las maletas sin tener éxito debido a lo llena que está—. Sé bien que solo quieres estar aquí por el hijo de Leonardo.

Me molesta la manera en la que habla, ella está consciente de que ese tema es sensible para mí.

—No es cierto, yo quiero asegurarme de que la abuelita se sane, a ella le gusta que le haga compañía.

La voz se me entrecorta por todo lo que me hace sentir hablar de esto. Le tengo un gran aprecio porque pasamos muchísimo tiempo juntas. De hecho, me aconsejó sobre León y las cosas que estaba haciendo.

Sé que cometí muchos errores, actúe de una manera infantil. Quizás él me viera de otra manera si hubiese sido diferente desde el principio. Puede que se haya fijado en mí...

—No exageres, Gala, esa señora no es tu familia —interrumpe mis pensamientos—. Es mejor que vayas a empacar tus cosas porque mañana mismo nos largamos.

No respondo, siento que me asfixio por el latir exagerado de mi corazón. Unas ganas inmensas de llorar se apoderan de mí, no lo hago, es inútil ahora mismo.

Abandono la habitación a pasos rápidos y me encierro en mi, aún, cuarto. Observo cada rincón con añoranza, recuerdo la primera vez que llegué aquí y las cosas que pasaron en ese loco día.

Lágrimas traicioneras me brotan de los ojos sin poder evitarlo ante las memorias que se me vienen a la cabeza. El día que lo conocí, ese cuando casi me choca y parecía muy perdido. Río con tristeza al recordar cómo se puso al verme en su baño y el susto que me llevé porque estaba desnuda.

Muchas cosas pasaron luego de eso, él y yo vivíamos como perro y gato. En realidad, no sabía qué hacer con tantos cambios, con mi nueva vida y la decisión de "salvar" a mi madre de un mal hombre.

Ahora, mi deseo es echar el tiempo hacia atrás para poder remediar muchas cosas que hice sin pensar en las consecuencias.

Sé que es necesario irme lejos porque tengo que organizar mi vida y olvidarme de él. El problema es que dependo por completo de mis padres, tendría que buscar algo qué hacer en primera instancia.

No quiero ir a la casa de mi papá porque ya no me sentiría cómoda bajo su techo. Rayos, estoy pensando igual que León. ¿Esto es lo que llaman madurez? ¿La vida de adultos?

Un ruido en la puerta me hace caminar hacia ella y abrirla. Bob, mi perrito, se introduce deprisa entre saltos y pequeños ladridos.

Lo cargo, me siento en el borde de la cama y lo acaricio con dulzura. Él se mueve inquieto mientras trata de lamerme la mano.