Capítulo 8 Cita

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Elena no lo podía creer, hoy le había llegado correspondencia, una nota de su futuro prometido invitándola a pasear, increíble, la verdad es que había pensado que después de lo que había pasado en el patio de su casa no la querría ver nuevamente, pero ahí en sus manos tenía la prueba de lo contrario, sinceramente había pensado en no asistir a si cita en la plaza mayor, y cuando se disponía a deshacerse de la nota su madre la intercepta de camino a la cocina.

-Elena… Elena ¿Qué llevas ahí?

Elena dio un respingo y rápidamente pensó en una mentira para decirle a su madre.

-No es nada madre, solo una nota de la modista sobre mi vestido, nada importante- Elena rápidamente se dio la vuelta

-Un momento señorita, alto ahí- Elena protesto en silencio y se dio la vuelta nuevamente

-Si es una nota de la modista necesito verla, después de todo tu tía y tú no me dejaron acompañarlas, así que, dame la nota.

Elena pensó que ya no tenía como escaparse y le tendió la nota a su madre, la cual leyó en silencio la nota. Al terminar fulminó con la mirada su hija y le dijo.

-Una señorita no debe estar diciendo mentiras, menos si se trata de una cita con su prometido, ¿Elena no se supone que tu odias las mentiras?, que feo que caigas en algo tan bajo.

-Lo siento madre- dijo.

Elena sabía que su madre tenía razón pero no quería admitirlo, así que, a regañadientes acepto a que su madre llamara a una doncella para que le buscara un atuendo adecuado a la ocasión.

Milován por su parte estaba tan nervioso con la que sería su primera cita con Elena, y no sabía por qué, pero intuía que algo tenía que ver, con que Eduardo le había dicho que cortejaría a Elena, pensaba que solo lo hacía por cumplir su palabra que le había dado a su padre de llevar a cabo todos los planes hechos para él, ya habiendo llegado la hora se estaba terminando de alistar para ver a Elena y se preguntaba, si podría ser esta una cita normal en la cual ninguno de los dos quisiera matar al otro, pensó tal vez podría mirar a Elena y perderse en su mirada, la cual lo tenía un tanto confundido, porque habría jurado que el primer día que la vio tenía los ojos casi color miel, pero que en la cena los tenia verde, pero hoy, hoy sería el día en el cual lo descubriría solo debía maquinar una forma en que sus miradas se toparan, pero como, ash… si esa mujer no fuera tan frustrante solo le tendría que decir alguna cursilería que la dejara embobada, pero con lo obstinada que era, capaz que le deba de calabazas en la cabeza, y lo dejaba solo. Luego todos se burlarían de él, sobretodo Eduardo que no perdería oportunidad de tener puntos extra con Elena.

Ya listo se dispuso a salir de su casa cuando su madre lo retuvo.

-Milován, hijo, ¿saldrás con Elena?

-Sí madre ¿Por  qué?

-No nada solo, lleva este regalo para ella, las he cortado yo, pero si quieres no tengo inconveniente en que le digas que tú las has escogido.

Milován vió las flores que eran bastantes y se preguntó el por qué su madre se las obsequió para Elena, sin embargo ese pensamiento no lo detuvo y sin darse cuenta llego pronto a la plaza mayor, lugar donde se juntaría con Elena.

Elena tenía una lucha interna, si decirle o no a su madre que no quería asistir a tal cita, pero ya se la imaginaba diciendo ´´… una señorita no debe dejar plantada a su cita, mucho menos si será su prometido y futuro marido…´´ o ´´ ay, por Dios niña, yo no te eduqué de esa forma, deberías estar contenta de que ese muchacho quiera salir a pasear contigo…´´ Elena pensaba que podía aceptar que Milován fura su esposo, pero es que era tan engreído, que no soportaba la idea de hacerle caso en lo más mínimo, si tan solo fuera tan amable como guapo, las cosas serían distintas,  pero Milován era Milován y nada ni nadie lo cambiaria, Elena se descubrió suspirando mientras que la doncella la peinaba. Ella pensó que la señorita Elena por fin estaba aceptando que le gustaba su prometido y por eso le dijo:

-Señorita, es usted una mujer con suerte, su prometido es un hombre muy guapo, y si él la quiere tanto como usted a él, su matrimonio será muy feliz.

Elena casi se atraganta con su propia saliva al escuchar semejante sandez, pero Anita y ella se criaron prácticamente juntas cuando podían jugaban hasta que se cansaban o hasta que la madre de Anita la fuera a buscarla para que ayudara en los quehaceres de la casa de Elena, y sólo por respeto a la amistad que ambas tenían no le respondió groseramente pero si fue clara y tajante.

-Anita solo suspiraba por que debo salir y no quería, ese niño de mami de Milován jamás tendrá un suspiro mío, antes muerta que enamorarme de él.

Anita la miró, pero no dijo nada porque en el fondo sabía que a Elena ya le gustaba ese muchacho, pero no era capaz de admitirlo aún.

Cuando Elena estuvo lista le avisó a su madre para que le dijera con quien iría a la cita. Su madre tardó un poco en decidir, pero al final optó porque fueran ella y Anita la doncella de Elena, así podría además aprovechar de dar una vuelta por los negocios y traer algo para decorar la casa. Ya en el carruaje Elena estaba más nerviosa cuando rompió el jarrón favorito de su madre.

Ya en la plaza mayor Elena diviso a lo lejos a Milován, y aunque odiara admitirlo su corazón dio un brinco al verle ahí sentado, esperándola a ella, Anita la empujo levemente para que fuera a su encuentro mientras que su madre le decía que iría por ahí a dar una vuelta.

Milován pensaba que tal vez Elena lo dejaría plantado pues estaba tardando, y se dispuso a ir a su casa a pedir explicaciones del por qué no acudió a su cita cuando la vió, llevaba un vestido azul que era ajustado en la cintura, abultado en las caderas hacia abajo, y que su busto parecía apetecible, se reprendió mentalmente por tener pensamientos tan impropios, con aquella joven que solo le daba dolores de cabeza, Milován se puso de pie y camino hacia ella, ya cerca Elena le extendió la mano para que la saludara.

-Miladi, bueno es saber que ha llegado.

-Milord, si quiere la verdad, no quería venir, pero creo que me habría arrepentido.

Milován la miró, y pensó que le gustaba la sinceridad de esta muchacha, se dispusieron a pasear, conversaban de las cosas que les gustaban y disgustaban, todo con total sinceridad, el único tema que no abordaron fue el de la boda, ambos sabían que no tenían escapatoria. Cada vez que Elena hablaba Milován se preguntaba a qué sabrían los labios de ella se veían tan diminutos, pero al mismo tiempo tan apetecibles que Milován no podía dejar de mirarlos.

Elena por su parte no se percataba de la mirada que Milován le daba, porque ella estaba también perdida en si mundo recordando aquellos fuertes brazos que la sostuvieron en más de una ocasión, ambos estaban tan ensimismados en la conversación que no se dieron cuenta que la doncella no les seguía el paso pues se había entretenido viendo los escaparates con adornos. Elena y Milován seguían en su mundo, pero Elena era tan torpe a veces que no se fijó, y tropezó, Milován al darse cuenta trato de sostenerla, pero ya era tarde ambos se encontraban en el suelo, ella encima de él, Milován aprovecho la distracción y besó sus labios, sabían a miel y naranja, una extraña pero deliciosa mescla, el beso fue fugaz pero lo suficientemente largo para que Elena se ruborizara, luego de un instante ambos se pararon y sacudieron sus vestiduras, Elena no lo podía mirar a los ojos, y Milován no estaba seguro de haber hecho lo correcto, si bien es cierto le gustó aquel beso, no sabía cómo se lo tomaría Elena, ya que, a veces tenia reacciones muy confusas, por lo cual se sorprendió cuando se despidió de él y se marchó.

Milován no podía estar más confundido con la reacción de Elena, se quedó muda, algo que él jamás habría pensado, y una sonrisa se le dibujo en el rostro. Sí, definitivamente podría acostumbrarse a besar esos labios.

WOW MILOVÁN BESÓ A ELENA ES INCREIBLE, Y MAS ENCIMA ELENA SE QUEDO MUDA QUE HABRÁ PENSADO…

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NOS LEEMOS PRONTO… BYE…

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