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AL DÍA SIGUIENTE, Dak no entra en la oficina hasta las once. No necesito decirte
que este es un comportamiento inusual en ella.
Me está evitando. Lo sé porque yo he hecho lo mismo en más de una
ocasión. Discretamente colándome en el club cuando al otro lado resulta que
reconozco vagamente uno de mis anteriores ligues. ¿Pero ser en realidad quien
está en el extremo receptor de esto? Es un asco.
No tengo el privilegio de hablar con ella hasta las dos, cuando se acerca
caminando a mi oficina — luciendo absolutamente despampanante. Su pelo está
recogido en lo que Alexandra llamaría un toque francés. Lleva un vestido negro
que sobresale ligeramente en la rodilla, a juego con unos tacones altos y una
chaqueta negra.
Deposita una pequeña pila de posters en mi escritorio, sus cuadros y
gráficos encogidos hasta el tamaño de un portátil como habíamos acordado. —De
acuerdo. Tienes razón. Deberías hablar con Anderson. Yo te secundare.
Habla como si no nada hubiese pasado. Como si no hubiese estado
temblando en mis brazos y con sus manos me dejó en llamas en esta oficina hace
tan sólo unas horas. Es todo negocio. Totalmente intacta. Y eso me cabrea.
Gravemente.
Indiferencia no es una reacción a la que estoy acostumbrado con las
mujeres. Francamente, es un poco difícil de aceptar.
Siento que mi mandíbula se aprieta mientras digo, —Bien. Ese es el mejor
camino a seguir.
Ahora, si no lo has adivinado, yo no soy el tipo cariñoso-sentimental. No
soy dado a hablar sobre mis sentimientos hasta la muerte como algún fenómeno
meditando de la nueva era. Pero estaba esperando algo de ella. Algún
reconocimiento de lo que paso anoche - de la atracción que todavía existe entre
nosotros dos. Pensé que ella seria quien lo traería a colación.
Es una mujer, después de todo.
Cuando todo lo que consigo es silencio no puedo evitar empujar—. Dak,
sobre lo que paso anoche…
Ella me interrumpe—. Anoche fue un error. No volverá a suceder de nuevo.
¿Sabes algo sobre sicología infantil? ¿No? Bueno aquí va una lección para ti.
Si le dices a un niño que no puede hacer algo, ¿Adivina cuál es la primera cosa que
va a intentar y va a hacer en el minuto que tú no estés mirando? Exactamente.
Los hombres son de la misma manera. Eso va a pasar de nuevo. Pero ella no
lo necesita saber por el momento.
—Está bien.
—Bueno.
—Genial.
Ella susurra—.Bien.
Bien es una palabra chistosa, ¿no lo crees? No creo que exista otra palabra en
el lenguaje que exprese tanto mientras en realidad está diciendo tan poco. Cuantas
esposas le han dicho a sus maridos “Estoy bien” cuando en realidad quieren decir
“Quiero cortar tus bolas con el cuchillo de la mantequilla” Cuantos hombres le han
dicho a sus novias “Te ves bien” cuando en realidad quieren decir “Deberías volver al gimnasio y hacer ejerció—mucho”. Es la forma más universal de decir
que estamos estupendamente—cuando en realidad estamos todo lo contrario.
—Bien— repito, bajando la mirada a los papeles sobre mi escritorio.
Y entonces se va, y yo gasto los siguientes diez minutos observando donde
estuvo ella, reproduciendo la noche pasada una y otra vez en mi mente.
Oye, ¿sabes que otra palabra puede significar lo contrario de lo que se
supone es?
Jodido.
Qué es justamente como estaré si no consigo sacar mi cabeza de mi culo y
estar de vuelta en el juego antes de las siete de la tarde.
Nuestra cena de trabajo va por buen camino. A pesar de que yo he hecho
gran parte de la conversación, es Dak quien ha encantado completamente a Saul
Anderson. Si no estuviera de tan mal humor, admitirá que ella está llevando la
reunión como toda una profesional. Pero lo estoy, así que no le voy a decir a nadie
más aparte de ti esto.
Ella se echa a reír sobre una historia que Anderson acaba de contar antes de
que él se excuse para ir al lavado. Tomo un sorbo de mi vino deseando que fuera
whiskey.
Dak se gira hacia mí, emoción de principiante bailando en sus ojos. —
Entonces va muy bien, ¿no? Quiero decir, él definitivamente creo que está
interesado, ¿no?

Me encojo de hombros. —Depende de lo estás intentando venderle.
—¿De qué estás hablando? Nos estoy vendiendo a nosotros, a nuestra
propuesta, nuestra firma de inversión.
Soy un idiota — Sí, lo sé.
—¿De verdad? Porque parece que le estás ofreciendo algo totalmente
distinto.
—¿Qué intentas decir?
—Vamos, Dak. Fuiste a Wharton. Creo que puedes determinar exactamente
lo que estoy diciendo.
—Yo he sido totalmente profesional…
—Serías más sutil si desgarraras tu blusa y empujaras tus tetas en su cara.
Bien, eso estuvo fuera de lugar. Y en realidad considero disculparme.
Pero antes de pueda formar las palabras, un helado líquido se filtra a través
de mis pantalones y en mi entrepierna. Proveniente del vaso de agua que Dak acaba de verter en mí regazo.
—¿Estás loca?— Susurro con aspereza, tratando de no hacer una escena
como saltar y limpiar la mancha con una servilleta.
—¿Todo está bien aquí?
Es Anderson. Está de vuelta y mira de Dak a mí. Me encojo de hombros
torpemente mientras Dak sonríe y le dice: —Todo está bien.
Ahí está la palabra otra vez. ¿Ves lo que quiero decir?
—Drew justo tuvo un pequeño percance con su vaso de agua. Usted conoce
a los chicos, no puede llevarlos a ninguna parte.
Anderson se ríe y se sienta otra vez, mientras yo sopeso mis posibilidades
por una exoneración. La que necesitare después de que estrangule a Dakota Jhonason
Una hora más tarde, estamos esperando el café y el postre. Dak ha dejado la
mesa. Pienso que su vejiga debe haber estado a segundos de romperse ya que en
realidad me ha dejado a solas con Anderson.
Él me observa por un momento y luego dice, —Me gusta lo que he visto
aquí esta noche, Jamie. Impresionante.
—Gracias, Saul.
En los negocios, siempre utilicen el primer nombre. No es una falta de
respeto. Demuestra que eres un igual — en la misma liga. Es muy importante.
—Y basado en lo que me han mostrado, estoy listo para dar a Dornan,
Reinhart y Fisher mi negocio.
¡Sí! Saca el champagne, bebé.
—Me alegra oír eso. Creo que este acuerdo va a ser muy rentable para
ambos, es decir, todos nosotros— No hay que olvidar a Dak, ¿cierto? Como si ella
me lo permitiera—. Puedes depositar tu completa confianza en Dak y en mí.
Nosotros no vamos a fallar.
Él toquetea con sus dedos el vidrio de cristal. —Cierto. Acerca de eso. Antes
de firmar, tengo sólo una contingencia.
Este tipo de cosas sucede todo el tiempo. No es gran cosa.
—Adelante, Saul. Estoy seguro de que podemos proporcionarte todo lo que
necesites.
—Me alegra oír eso. Entonces, ¿por qué no le dices a tu querida chica, Dak,
que lleve los contratos a mi sitio esta noche, alrededor de la medianoche.— Él me
entrega una tarjeta de visita, y yo me siento como si hubiese una piedra en mi
estómago.
¿Tú también puedes sentirlo?
—Aquí es donde me hospedo. Dile que lleve los papeles… sola.
¿Conoces en la televisión cuando hay uno de esos incómodos e impactantes
momentos y todo lo que escuchas son los grillos en el fondo?
Bueno trinar-jodido-trinar. Este es uno de esos momentos.
—No estoy seguro de…
—Oh, claro que sí, Jamie. Sabes cómo es. Cuando un hombre está trabajando
hasta tarde y necesita un poco… de comodidad. Una distracción.
¿Qué hay de mi pie en tu culo, Saul? ¿Cómo sería de distracción?
—Y esa chica tuya es una pieza de primera. Mi negocio traerá a su firma
millones en ingresos. Y eso no incluye los clientes adicionales que obtendrán una
vez se corra la voz de que yo estoy con ustedes. Yo diría que unas pocas horas
extras es un pequeño precio a pagar, ¿no?
Él tiene sentido — de una manera enferma, pervertida, y de agresor sexual.
Pero, ¿crees que importa? Diablos no. Me levanto. Tengo miedo de lo que haré si
tengo que mirar su sonrisa engreída de mierda otro minuto.
Arrojo una docena de facturas sobre la mesa y le digo: —. Ese no es el tipo
de negocio en el que estamos interesados. Si ese es el tipo de acuerdo que estás
buscando, la calle 42 está a unas diez cuadras de aquí. No soy un chulo, y
Dakota Jhonson ciertamente no es una puta. Esta reunión ha terminado.
¿No estás orgullosa de mí? Yo lo estoy. A pesar de que lo que yo acabo de
decir no es nada satisfactorio, es profesional — digno. Me contuve. Ni siquiera lo
llamé el culo bastardo y pedazo de humeante mierda de perro que creo él es. Me
voy.
Camino hacia la zona de bar en la sala contigua, y estoy echando humo.
¿Puedes ver el vapor que sale de mis oídos? ¿No? Bueno, obviamente no estás
observando muy bien. Ese tipo tiene bolas. Al sugerir que Dak…Dakota  es más que
una cara bonita. Es brillante. Y divertida. Y—bueno, quizás no es agradable, pero
estoy seguro de que ella podría serlo si no odiara mis entrañas. En cualquier caso,
merece algo mejor— más respeto — del que consigue. Mucho más.
Es entonces cuando la veo, pasando por delante de la barra en su camino de
regreso desde el baño. Ella me ve y se acerca, una sonrisa en su rostro.
—¿Entonces? ¿Cómo te fue? Está con nosotros, ¿no? ¡Lo sabía, Jamie! Sabía
que en el momento en el que le enseñáramos nuestras proyecciones él caería. Y sé
que trabajar juntos no ha sido lo más fácil, pero creo que tu padre tenía razón.
Nosotros si hacemos un muy buen equipo, ¿no?
Trago duro. Bajo la vista hacia su mano en mi brazo y luego de nuevo hacia
esos dulces e inocentes ojos, y… yo no puedo hacerlo. No puedo decírselo.
—Metí la pata, Dak. Anderson no está interesado.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir? ¿Qué pasó?
Observo mis zapatos de novecientos dólares. —Metí la pata. ¿Podemos
irnos de aquí?
Cuando levanto la mirada, su rostro es una máscara de confusa simpatía.
Aquí yo acabo de decir que arruiné la cuenta — nuestra cuenta — y no hay rastro
de ira en su expresión. Dios, soy un imbécil.
—Bueno, déjame hablar con él. Quizá pueda arreglar esto.
Niego con la cabeza, —No, no puedes.
—Déjame intentarlo.
—Dak, espera…— Pero ella ya está caminando hacia la mesa donde todavía
está sentado Anderson.
¿Has estado en la autopista, en un atasco infernal? ¿Y cuando finalmente
llegas al inicio del trancón, te das cuenta de que el atasco es debido a un accidente?
Tal vez no uno malo — tal vez sólo un choque de autos que ya se ha movido hacia
el lado de la carretera. Y todo ese tráfico, todo ese tiempo perdido — fue porque
cada conductor que paso por la escena tenía que frenar y echar un vistazo.
Es ridículo, ¿no? Y juras que cuando pases por ahí, no vas a mirar — sólo en
el principio. Pero cuando te acercas y estás movilizándote más allá de las puertas
abolladas, las luces intermitentes y los parachoques rotos, ¿qué haces?
Reducir la velocidad y mirar. Tú no quieres, pero no puedes evitarlo. Es
morboso. Absurdo. Pero esa es la naturaleza humana para ti. Ver a Dak caminar
hasta Anderson se siente como mirar las consecuencias de un accidente. Y no
importa cuánto quieras-no puedes mirar hacia otro lado.
Ella está de pie junto a su silla, una perfecta sonrisa profesional en los labios.
Si te fijas bien, verás el momento en que lo que él está pidiendo se registra en su
mente. ¿Ves cómo su sonrisa se congela? Su frente se arruga un poco porque en
realidad no cree lo que él está sugiriendo. Y entonces esta rígida e insegura.
¿Debería decirle que se vaya a la mierda? ¿Debería reírse de ello o rechazar cortésmente? Mientras que las ruedas están girando en la cabeza de Dak,
Anderson levanta su dedo—puedes ver la baba goteando de el— y lo arrastra
lentamente por su brazo desnudo.
Y eso es todo. Salgo de mi estupor. Y veo rojo. Brillante, neón, tecnicolor
rojo.
¿Has visto Una Historia De Navidad? ¿Conoces el final cuando Ralphie
golpea el siempre-amado culo del matón? Dios espero que lo hayas visto. Porque
entonces sabrás exactamente lo que quiero decir cuando digo que voy a ser en un
jodido Ralphie con este hijo de puta.
Me acerco y me pongo delante de Dak—. Tócala otra vez y te voy a arrojar a
través de esa ventana. Tendrán que buscar los pedazos de ti de aquí a la cincuenta
y cuatro por días.
Él se ríe. Suena como el guardián de la cripta, ¿cierto?
—Cálmate, hijo.
¿Hijo? ¿Este imbécil es de verdad?
—Sabes algo, Jamie. Me gustas.
Ahora hay un concepto que espanta la mierda fuera de mí.
—Necesito un hombre como tú—, prosigue—. Alguien que no tiene miedo
de decir lo que pasa por su mente. Para decirme lo que realmente piensa. Parece
que mi… contingencia no va a cumplirse. Pero voy a firmar con ustedes y su
empresa de todos modos. ¿Qué opinas de eso?— Él se inclina en su silla y toma un
sorbo de su vino. Totalmente confiado del hecho de que yo haré caso omiso de lo
que ha dicho o hecho por la oportunidad de conseguir su dinero.
—Voy a decir un gran y rotundo no a eso, Saul. Veras, tenemos esta política
en la empresa: No lidiamos con hijos de puta basura que necesitan viagra y que
tratan de usar su posición para obligar a las mujeres — lo suficientemente jóvenes
como para ser sus hijas — a la cama. Ve a ofrecer tus cosas en otro lugar. Nosotros
no estamos comprando.
Nuestras miradas están trabadas el uno en el otro como dos lobos en
Discovery Channel cuando él dice, —Piénsalo bien, hijo. Estás cometiendo un
error.
—Creo que el único error que cometí es perder el tiempo aquí contigo. Eso
es algo que no voy a hacer un segundo más. Hemos terminado.
Luego me giro hacia Dak y le digo suavemente—. Nos vamos.
Con mi mano en su espalda baja, caminamos hasta el guardarropa. Sostengo
su abrigo y le ayudo a ponérselo. Con mis manos sobre sus hombros, le pregunto,
—. ¿Estás bien?
Ella no me mira, —Estoy bien.
Claro. ¿Y todos sabemos lo que eso significa, no?
Para muchos hombres, su coche es el equivalente a la mujer perfecta.
Podemos construirla para que se vea exactamente cómo queremos, podemos
montarla con fuerza y ella no se quejará y fácilmente la podemos intercambiar en
cuando llegue un modelo nuevo y más joven. Es más o menos la relación ideal.
Yo conduzco un Aston Martin V12. No hay muchas cosas en este mundo
que ame, pero mi auto es una de ellas. Lo tengo después de que cerré mi primer
negocio. Es una belleza. Es mi bebé. No es algo que sabrías por la forma en que
estoy manejando en este momento. Es el típico modo enojado de conducción. Un
agarre mortal sobre el volante, giros duros, paradas rápidas, un golpe en la bocina
a la menor provocación. No pienso en cómo mi actitud podría ser interpretada por Dak, hasta que su pequeña voz viene desde el asiento del pasajero.
—Lo siento.
Echo un vistazo rápido a ella—. ¿Por qué lo sientes?
—Nunca quise enviar ese tipo de señales, Jamie. Nunca haría eso con un
cliente. No me di cuenta…
Cristo.
¿Por qué las mujeres siempre hacen esto? ¿Por qué están tan ansiosas de
culparse a sí mismas cuando alguien las trata como una mierda? Un hombre
llevaría un rallador de queso en la lengua antes de admitir que metió la pata.
Cuando teníamos dieciséis años, Matthew estaba saliendo con Melissa
Sayber. Un día mientras estaba en la ducha, Melissa reviso en su cajón y encontró
notas de las otras dos chicas que él se estaba tirando al mismo tiempo. Estaba
furiosa. Pero ¿sabes qué? Cuando Matthew termino de hablar con ella — después
de tirar la evidencia — no sólo la convenció de que había leído las notas mal, sino
que ella se disculpó con él por buscar entre sus cosas. Increíble, ¿verdad?
Me detengo al lado de la carretera y me giro hacia ella—. Escúchame, Dak,
no hiciste nada malo.
—Pero tu dijiste, que mi blusa… y su rostro…
Genial. Ella cree que se lo busco porque eso es lo que yo le dije. Perfecto.
—No, estaba siendo un idiota. No quise decirlo. Estaba tratando de
molestarte. Mira, en este negocio algunos tipos son solo idiotas de alto poder.
Están acostumbrados a conseguir lo que piden, incluidas mujeres.
No quiero ver las similitudes entre Saul Anderson y yo. Pero son difíciles de
pasar por alto. Escucharlo esta noche me hizo sentir… mierda… sobre cómo he tratado a Dak las últimas semanas. Mi padre quería que yo le ayudara, fuera su
mentor. En su lugar deje que mi polla y mi sentido hiperactivo de la competencia
interviniera.
—Y tú eres una mujer hermosa. No será la última vez que pase algo como
esto. Tienes que tener una piel gruesa. No dejes que nadie destruya tu confianza.
Estuviste perfecta en esa reunión. De verdad. Debería haber sido un jonrón.
Ella me da una pequeña sonrisa—. Gracias.
Me vuelvo a la carretera y conducimos en silencio. Hasta que ella dice, —
Dios me vendría bien un trago ahora mismo.
Su comentario me confunde. Me parece una cosa que una no-Dak diría. Ella
es alguien sin ambages. Sin tonteras. El tipo de chica que casi no bebe, no come
grasas trans y aspira detrás del sofá tres veces por semana. Es entonces que me doy
cuenta de que aunque la mujer a mi lado ocupa un espacio permanente en mis
pensamientos, realmente no sé mucho sobre ella. No más de lo que aprendí cuando
me acerqué por primera vez a ella hace tantas semanas en REM.
Es una sorpresa aún más grande cuando admito que quiero saber más.
En este momento en mi vida, mi idea de conocer una mujer consiste en
averiguar si le gusta lento y dulce o duro y sucio: arriba, abajo, o desde atrás. Pero
las interacciones que he tenido con Dak son diferentes a las de cualquier otra
mujer. Ella es diferente.
Es como un cubo de Rubik. Tan frustrante que a veces quieres tirarla por la
ventana. Pero no. No puedes. Te obligas a seguir jugando con él hasta que lo
resuelves.
—¿En serio?— le pregunto.
Se encoge de hombros. —Bueno, sí. Ha sido una noche difícil, unas duras
pocas semanas, en realidad.
Sonrío y cambio mi bebé en quinta marcha. —Conozco el lugar.
No te preocupes. No planeo administrarle alcohol hasta que se rinda y me
entregue sus bienes. Pero… si se emborracha y arranca mi ropa en el callejón
detrás del bar, no esperes que la golpee con un palo tampoco.
Fuera de bromas, este es un nuevo comienzo para Dak y para mí. Un nuevo
comienzo. Voy a ser un perfecto caballero. Palabra de Boy Scout.
Por otra parte, nunca he sido un Boy Scout.

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