Capítulo veintinueve.

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—Se supone que no debes dejarla caer —Chad me miró como su hubiera cometido un delito.

—Al parecer no soy bueno en esto —Le dije a Megan, sintiéndome ofendido y sonrió.

Un niño rubio que parecía tener la misma edad de Chad se acercó con la pelota y aproveché su presencia para invitarlo al juego. Chad no pareció incomodarle ya que en los próximos minutos se apresuraron a hacer un equipo cuando fue mi turno de tirar. Megan se unió al poco rato y así formamos complot de dos contra dos.

Al final cambiamos las reglas del béisbol, jugando a nuestro modo.

Después de varias lanzadas y de considerarme pésimo en batear, Megan y yo tomamos un descanso. Nos sentamos en una roca mientras Chad y su nuevo amigo, Will, retomaban los puntos que yo desperdicié.

—Ten cuidado de no lastimar a alguien —le recordó Megan, ganándose un brusco asentimiento de Chad.

—Tu hermano es bueno —dije mientras lo veía golpear la pelota con un ágil movimiento en su muñeca—. También lo es en los videojuegos.

—Excepto en sus calificaciones.

—Tenemos eso en común —bromeé.

—No me sorprende. —Acurrucó su cabeza en mi hombro y cogí su mano, manteniéndola en mi rodilla.

Durante el silencio, mi cuerpo se relajó sintiendo la cercanía de Megan. Sin embargo, mis pensamientos se trasladaron a la conversación que tuve con el agente Craig hace unas horas. Todavía tenía reciente su relato. Seguía abrumado por la historia que él y mi madre compartieron. Era desconcertante todo lo que vivió. Se podría decir que la culpa que cargaba era similar a la mía, con la diferencia que en vez de ser una pérdida, eran dos: La de mi madre y su hija.

Por otro lado, mi padre merecía experimentar el dolor que hasta la fecha, tanto el agente como yo, seguíamos soportando.

—Dominic, ¿estás bien? —Aparté la mano de Megan cuando me di cuenta que estaba apretando la suya con fuerza.

—No. Lo siento.

—¿Qué sucede? —Me quedé callado, con la vista al frente. Luego sentí sus dedos en mi barbilla y me obligó a mirarla a sus ojos, que me observaban con angustia—. Sabes que puedes contar conmigo.

—Hay cosas que no sabes. Cosas sobre mi padre. —Tomé una respiración profunda y giré mi cuerpo hacia a ella—. No quiero involucrarte en mis problemas.

—Se trata sobre ti, Dominic. Y por lo tanto me importa.

Diablos. ¿Cómo negarme cuando me hablaba de esa manera?

Le hablé del regreso de mi padre, la relación que tenía la madre de Daniel con él y en lo que estaba implicado. También le conté del agente Craig, le di un resumen sobre el romance que tuvo con mi madre y la manera desastrosa en que concluyó.

Para cuando terminé, el rostro de Megan se convirtió en mezcla de tristeza y compasión.

—Dios, ese hombre es terrible —dijo, refiriéndose a mi padre. Me limité a asentir. No quería expresarme con palabras porque sabía que no me controlaría. Pero me calmé un poco cuando sus labios me rozaron el lóbulo de la oreja—. Aprecio que me lo hayas contado.

—Gracias a ti por escucharme —agradecí, depositando un beso en su frente.

—¡Hasta luego, Will! —gritó Chad mientras caminaba hacia nosotros—. Creo que es hora de irnos. Mamá y papá van estar preguntando en dónde estuve toda la tarde.

—Les mandé un mensaje que estarías conmigo —dijo Megan, aún acurrucada en mi hombro.

—Sí, pero no específicaste que estabas con Dominic.

Heridas Ocultas ✅ | editando |Where stories live. Discover now