Final.

1.9K 203 83
                                    

Tres años y seis meses después.

La pareja se baja del carruaje y se miran seguros de que están en el lugar correcto. La castaña baja la mirada al mapa y vuelve a corroborar que son las coordenadas correctas.

—¿Qué haces? —pregunta su esposo, al ver que pretende trepar las vallas.

—¿Ves algún timbre cerca, mi amor? —responde ella, con obviedad— Pues no esperemos más, bastante ansiosa estoy ya.

El hombre rueda los ojos y tira de las correas de los caballos para acercarlos a la entrada, mientras que la mujer hace a un lado el alambrado y salta del otro lado con cuidado de no lastimarse con alguna de las lanzas de maderas que han hecho para detener a los intrusos.

Luego de unos segundos, abre la gran puerta enrejada para hacer pasar al hombre con los animales.

Los atan a un costado de la entrada y echan un vistazo alrededor, luce desierto. Sacan sus armas y comienzan a caminar para llegar a la casa. Es grande y blanca.

—Me recuerda a la granja de Hershel —suelta él, con nostalgia.

—No parece haber nadie en casa —pero hablaron antes de tiempo, ya que antes de que puedan ingresar al lugar, la puerta principal se abre de golpe y un adolescente se asoma con una escopeta.

—¿Quiénes son y cómo entraron? —pregunta el niño, amenazándolos al apuntarles a la cara— ¡Papá! —grita llamando a alguien, sin dejar de mirarlos.

La mujer muestra su arma en el aire, dejando caer las balas en señal de paz, para demostrarle que no dispararía, su acompañante hace lo mismo que ella.

Un hombre aparece de un costado del exterior de la casa corriendo, con un arma en alto, pero al ver de quiénes se trataba, la baja instantáneamente— Tranquilo, hijo —dice él con una expresión de sorpresa, se le escapa una mueca que no puede ocultar.

Un hombre aparece de un costado del exterior de la casa corriendo, con un arma en alto, pero al ver de quiénes se trataba, la baja instantáneamente— Tranquilo, hijo —dice él con una expresión de sorpresa, se le escapa una mueca que no puede ocultar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡Basta, Perro! —se oye una voz infantil, y una niña aparece corriendo desde el mismo lugar por el que Daryl acababa de aparecer, directo a los brazos del cazador, que con un solo brazo logra cargarla—. Está mordiendo mi vestido rosa, ¡Perro malo, no es comida! —lo acusa ella con su padre, sacándole la lengua al animal, ya más grande de tamaño, que ladraba jugueton para llamar su atención.

La pareja recién llegada mira atónita la escena, y son interrupidos por el niño que vuelve a hablar: —¿Quiénes son? 

—Amelia y Rick, ¿no es así? — Pregunta alguien más, casi con obviedad. El joven niño se hace a un lado mirando a sus espaldas y alguien sale detrás de él. La mujer rubia da un paso al frente dejándose ver, con vestido floreado y el cabello más largo. Ella sonríe viendo a la pareja, tal y como se los habían descripto—.

Por fin se conocían.

(...)

Amelia limpia sus lágrimas y abraza a Rick emocionada, mientras observa a Dixon mecer a la niña en sus brazos. La rubia se sienta frente al sillón donde la pareja se encontraba y les extiende el té que acababa de preparar.

—¿Qué edad tiene? —pregunta Rick, fascinado por la situación. Aún no pueden creerlo.

—Tiene dos años. La nombramos en honor a alguien que su papá quería mucho.

—Beth —termina por decir el cazador, observando con admiración a su pequeña hija. Rubia como su madre, pero con los ojos celestes de él. Era pequeña aún, pero ya caminaba y hablaba, solía pasar sus tardes dibujando, porque amaba hacerlo, y ayudaba a su madre a cultivar.

Por otro lado, Oliver ya era un adolescente de doce años aproximadamente, sabía cazar y usar ballesta a la perfección. Le gustaba ir de excursión con el hombre al que consideraba, y llamaba con total admiración, padre.

Rick bajó la cabeza, sonriendo al oír el nombre de la pequeña, y no le sorprendía en absoluto. Por un momento pensó en cómo reaccionarían los demás al ver la vida que Daryl tenía ahora. Y agradeció que su mejor amigo haya tomado la decisión de irse hace casi 5 años.

—No puedo creer que no me haya enterado de nada. ¿Por qué no fueron a Alexandria? Esperamos meses por ustedes... pensamos lo peor. Salimos a buscarlos docenas de veces. ¡Creí que habías muerto! —exclamó Amelia mirando al hombre que hace años no veía, con dolor.

—¿Cómo supiste que encontraríamos el mapa? —preguntó esta vez Rick, ya que lograron localizarlos gracias a un viejo mapa que Daryl dejó a mitad de camino, cerca de la prisión donde alguna vez vivieron.

—Tenía la esperanza de que algún día vendrían. Lo dejé en el primer almacén que encontré, donde sabía que entrarían a revisar. 

—¡Y de casualidad! Rick quería regresar por la carretera estatal, le dije que no. Este año estuvimos enviando grupos más lejos para ver que encontrábamos. Vino una horda inmensa del oeste, asique nos dirigimos al este siempre. —comenta la mujer, mientras nota como el niño sentado detrás los observa— ¿Debes de ser Oliver, no es así?

El castaño asiente, con un semblante un poco más tranquilo. La mujer le dedica una sonrisa.

—Estoy segura de que debes tener la misma edad de Judith, nuestra hija mayor.

Mientras ella habla, Rick observa la pared detrás de ellos, llena de fotos instantáneas pegadas, —Me alegra que por fin hayamos podido conocerlos, Vera.

—Yo sabía que terminarían juntos —agrega con confianza la mujer, a lo que Vera y Daryl ríen tímidamente.

—La idea era ir a Alexandria, pero luego Daryl fue herido y tardó meses en recuperarse, casi lo perdemos. No podíamos viajar, ni teníamos cómo, asique pasamos nuestro tiempo poniendo este lugar en condiciones para vivir tranquilos, hicimos más altas las vallas y pusimos los paneles en funcionamiento. A todo esto, pasó un año y quedé embarazada, no fue planeado... pero de todos modos nuestra bebé llegó en el mejor momento. Luego decidimos quedarnos permanentemente. Cuando nuestras provisiones se acabaron ya teníamos cultivos creciendo. Fueron cuatro años lindos y tranquilos, como nunca lo había sido antes.

—Se convirtió en nuestro hogar —agrega Daryl, caminando hasta quedar detrás del sofá de Vera, el cazador apoya su mano sobre el hombro de ella, que la toma para darle un apretón.

—Me alegra tanto oír eso —responde, más calmada y con total sinceridad, su amiga y hermana del alma, extiende su cuerpo y toma la mano de Vera, que estaba frente a ella, agradeciéndole con la mirada.

—Pero no vinimos solo a visitarlos —habla esta vez Rick interrumpiendo el momento, apretando la mandíbula, temía darles malas noticias, pero ya lo habían hablado en casa y todos estaban de acuerdo en que necesitaban ayuda—. Las cosas no están bien últimamente. Vinimos a buscarlos...

Daryl se tensa y mira a su hijo mayor con preocupación antes de hablar —¿Están todos bien?

—Por ahora.

—Yo iré con ustedes. —se ofrece él, pero la rubia se pone de pie y niega.

—Iremos los cuatro. Son tu familia, por lo tanto son nuestra familia también— Daryl quiere negar, pero ella no le da tiempo— Yo sé que amas esta granja y que nos amas a nosotros, quieres que estemos a salvo, pero también sé que los extrañas a ellos. Nosotros te amamos a ti e iremos contigo, no quiero que pasemos más tiempo lejos.

Oliver se pone de pie también y asiente estando de acuerdo con su madre—Si papá, no te dejaremos solo.

—Es hora de ir a casa.


Destino (Daryl Dixon) 2Where stories live. Discover now