Capítulo 37: Por ellos. FINAL

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Me abre la puerta y lo observo detalladamente una vez más.

— Ya deja de mirarme así o no llegarás a la Corte.

Blanqueo los ojos y subo a mi asiento. Me cierra la puerta y lo sigo con la mirada mientras rodea el auto. Enciendo el estereo y no hablamos en el camino. Miro por la ventana observando el paisaje de la ciudad.

Su mano toma la mía en un momento y la deja sobre el cambio de velocidad debajo de la suya. Observo nuestros dedos entrelazados y lo miro apoyando mi cabeza hacia atrás.

— Quiero que lleves a Odín a tu casa, él necesita parque no estar encerrado en un departamento.

No dice nada, solo asiente.

— Dejé una planta en el balcón, tienes que entrarla en la tarde para que no le caiga el rocío de la noche.

— ¿Compraste una planta?

— Si. ¿No me crees capaz de cuidar una planta?

— La verdad, no. ¿Es de plástico, verdad?

— Bueno, si, pero el plástico se pone feo si lo dejas afuera mucho tiempo, perderá su color.

Niega con la cabeza y gira el volante. Volvemos a estar en silencio y miro por la ventana otra vez.

— Solo son cinco años— murmura de repente. No respondo y siento su mirada en mí — ¿Cierto?

Lo miro profundamente... Le sonrío y asiento para que deje de mirarme así. Quito su mano del cambio y le dejo un beso en el dorso.

Aguantandome todo llegamos a la Corte y estacionamos. Ninguno baja. Dominic apaga el auto y el estéreo dejándonos en silencio. No quiero bajar pero sé que debo hacerlo.

— Me gusta mi trabajo, no quiero ser prófugo — me dice y entiendo que cree que por eso no bajo. Lo consideré pero tampoco quiero ser una prófuga, tengo demasiada pereza.

Me quito el cinturón de seguridad y me subo la falda lo suficiente para estar cómoda. Me paso a su asiento, quedando a horcajadas. Sus manos viajan a mi trasero y me aprieta pegándome a su entrepierna.

— No voy a pedirte que te vayas conmigo, pero sí un…¿Último polvo?— le pregunto y sonríe.

— Vale.

Me apodero de sus labios y me meneo sobre él provocándolo. Mete sus manos por debajo de mi falda hasta tocar mi trasero con sus palmas. Tira de mi tanga de hilo haciéndome jadear sobre sus labios. Mi mano acaricia su dureza y abro su cremallera para sacarlo y agarrar lo que es mío. Lo estimulo y él a mí, no pierde tiempo a la hora de llevarme a su miembro, pero antes de meterlo me aleja un poco para dejar saliva de su boca sobre su propio miembro. Eso me excita más de lo que ya lo estoy y vuelve a llevarme a él de la cintura. Toma su pene sentimental en su mano, hago a un lado mi tanga y él roza la punta en mi entrada.

— Va todo, nena — su voz ronca resuena y hago un sonido de confirmación antes que me haga bajar en una lentitud tortuosa a lo largo de su longitud. Mis ojos se blanquean y no evito los gemidos cuando quedo totalmente sentada sobre él—. ¿Lo sientes?

— ¿A ti te parece que no?— apenas puedo hablar civilizadamente.

Vuelve a hacerme subir un poco y a bajarme todavía más tortuoso. Arqueo mi espalda y bajo y subo yo misma haciéndolo lento y pausado. Me besa y explora mi boca con su lengua, tira de mi labio y sube su mano por mi espalda para presionarme a él como si quisiera que no me aleje. No tenía la intención de hacerlo, de todos modos, no hasta salir de este auto.

Disfruto de él unos pocos minutos y cuando miro la hora, veo que ya debería bajar.

— Tienes un minuto para hacernos llegar — le digo.

INSUPERABLES [•1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora