Capítulo IV: Sueño de conquista.

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La inesperada revelación de Elaith en el corazón de aquella lúgubre caverna había calado hondo en la joven maga ante él. Erika aún estaba tratando de asimilar su respuesta, llevándose la mano al pecho mientras trataba de respirar con cierta dificultad a causa de su creciente ansiedad.

-N-no puede ser... -la hechicera aún no daba crédito a sus palabras. -Es imposible...

-Por supuesto que es posible, princesa Erika. -se burló el arquero, esbozando una gélida sonrisa ante ella. -La sangre de los emperadores de antaño corren por tus venas.

Shina no estaba menos nerviosa. De pie tras su protegida, la mercenaria rubia solo podía fulminar a Elaith con la mirada, pero se limitó a mantener las distancias para no alejarse demasiado de Erika.

-Abandonada y dada por muerta tras la sangrienta Purga de la Medianoche... -siguió diciendo Elaith, disfrutando la mirada confusa de la chica. -Un destino ciertamente trágico para alguien tan joven, ¿no crees?

Erika solo era capaz de negar con la cabeza mientras trataba de enterrar el rostro en su pañuelo, evitando mirar a los ojos del asesino. No quería creer en sus palabras, pero en el fondo estaba poco a poco convenciéndose de que por primera vez Elaith estaba siendo sincero con ella. La joven maga se vio incapaz de alzar la voz cuando el arquero habló nuevamente.

-La segunda princesa imperial, nacida bajo el blasón de la Marca Astral, con el poder para corregir este mundo marcado en lo más profundo de su Alma... -Elaith no cesó en su provocación mientras andaba hacia ella, lentamente. -Y al final no ha resultado ser más que una cobarde incapaz de tomar la iniciativa por su cuenta.

La hechicera alzó la vista cuando escuchó aquellas palabras. Erika tenía los ojos llorosos, y no dejaba de temblar. Su agitada respiración casi daba a entender que estaba a punto de derrumbarse sobre la fría superficie a sus pies. Sin poder reprimir el miedo reflejado en su rostro, retrocedió lentamente.

-Y-yo... -la joven maga no podía encontrar las palabras.

Advirtiendo su reacción, Elaith se detuvo frente a ella, satisfecho al contemplar como la joven princesa estaba perdiendo su espíritu. Aún con aquella mueca glacial en sus labios, alcanzó de nuevo su arco y una flecha para apuntar directamente al cuello de Erika.

-¡Ya es suficiente!

Contra todo pronóstico, y ante la sorpresa de la hechicera, Shina se interpuso entre ambos, arremetiendo contra el arquero. El asesino no tuvo tiempo de esquivarla y recibió un seco puñetazo de la espadachina en la mandíbula, obligándole a retroceder. La flecha que tenía en sus manos saltó por los aires y se partió contra una de las estalactitas en el techo de la cueva.

-Sh-Shina... -Erika solo podía observar cómo la mercenaria rubia había vuelto a protegerla. Instintivamente, se refugió tras ella, tratando de recuperar el control sobre sus emociones.

-¡No pienso permitir que tú y tu condenada orden de asesinos le hagáis daño a Erika!

Elaith se limitó a sonreír, limpiándose el ligero hilo de sangre que había comenzado a brotar de su labio inferior.

-Ja... ja, ja, ja... -el arquero se rio por lo bajo mientras volvía a encararse con Shina. -¿Aún pretendes desafiarme? Tienes una convicción de acero...

La tibia sonrisa del arquero se ensanchó, amenazante.

-...O tal vez eres demasiado estúpida como para darte cuenta de que solo estás retrasando lo inevitable.

El legado de SomnusWhere stories live. Discover now