EPÍLOGO

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Sergey
Estamos en nuestra casa. Los chicos están en el jardín, desde mi posición los puedo ver. Katia y Rodrigo, por fin están juntos, se casaron y hace poco regresaron de su luna miel. Ahora tenemos otra boda en puerta, y aunque mi hija es muy joven todavía, Darío que va a ser su esposo es un joven muy centrado y maduro, a pesar de que su padre tiene dinero, él trabaja y estudia a la vez y lo más importante, la ama de verdad.

Ellos también están en el jardín, alrededor de la alberca, en estos momentos el único que está dentro de ella es el pequeño hijo de Sergio, el hermano mayor de Darío que es vigilado por él y su esposa y cerca de ellos también vigilantes se encuentra Jorge el otro hermano de Darío y su novia.

Yo los observo desde la ventana del salón en donde me encuentro con los padres de Darío y mi esposa, ellos están sentados conversando y yo estoy de pie ante el amplio ventanal.

Dejo de mirar, me alejo de la ventana y me dirijo hacia nuestros invitados.

_ Es una lástima que no hayan tenido una hija después de tres hombres. - digo tomando mi copa de la mesita en donde la había colocado.

Todos se volvieron mirándome con sorpresa, incluida mi hermosa esposa.

_ Después de mi último parto. - tomó la palabra Bertha la esposa de Rodolfo San Román. _ ya no pude quedar embarazada y la verdad sí, es una pena no haber podido darle a mi esposo una mujercita.

_ Hubiera sido hermoso. - la tomó él de la mano, pero no me fue dado tener una hija.

_ A veces el destino es sabio. - dije acercándome a mi esposa y rodeándola con mi brazo. _ quizás no la merecía.

Todos me miraron de nuevo, mi esposa consternada y ellos sorprendidos.

_ No me mal interpreten. - dije con calma, no pretendo ofenderte. - me dirigí a él. _ pronto seremos familia y comprenderás que antes de entregar a mi hija a alguien tenía que saber a quién lo hacía, así que los investigué. - reconocí y no podían juzgarme por eso. _ Sé que antes de tu actual matrimonio estuviste casado y también sé que tuviste una hija.

Vi como palideció, no sé por qué, pero me complació verlo perder la compostura, se lo merecía, había sido un desgraciado con mi esposa.

_ Si lo digo aquí. - continúe. _ es porque sé, que tanto tu esposa, como tus hijos lo saben, y también saben que la abandonaste recién nacida, lo que yo me preguntó es... ¿te arrepentiste alguna vez? ¿pensaste en ella?

Él se puso pálido, estaba tan nervioso que se puso de pie, yo no me moví del lado de mi esposa, sentía la tensión de su cuerpo, pero sé que era la pregunta que toda su vida se estuvo haciendo.

_ Durante muchos años. - dijo por fin. _ obligué a mi cerebro a no pensar en ella, pero fue cuando me casé que vino a ocupar de nuevo mis pensamientos y fue años después, cuando vi a Marcela por primera vez. - la miró. _ y que me recordó a mi primera esposa y a mi hija, que de nuevo ella ocupo mi mente y fue una mañana, en mi oficina cuando ella me preguntó si tenía más hijos aparte de los tres que aparecían conmigo en los reportajes que me hacían, cuando mi conciencia me empezó a atormentar, cuando empecé a pensar en lo que había hecho y las consecuencias que ella hubiese podido tener, lo peor es que fue años más tarde, al tener a mi primer nieto entre mis brazos que decidí buscarla, le seguí la pista hasta que salió de ese lugar al que yo la había condenado, y no logré saber más de ella, no sé si esté viva o muerta, pero igual mi conciencia me atormenta. Anhelo tanto poder tenerla frente a mí y pedirle perdón, ahora daría todo lo que tengo por tenerla junto a mí sé que jamás podría compensar lo que pasó por mi causa, pero le daría todo lo que no le di, amor, dinero, protección.

AMOR VERDADERO/No. 4 De La Serie: AMORESWhere stories live. Discover now