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Y la primera semana pasó. Joshua, Minghao y Mingyu lo visitaron como dijeron. El médico observó la evolución de sus heridas y como iban sanando, en especial la del cuello, que era la más delicada.

Trataba de usar un suéter de cuello para esconder la venda y agradecía a la primavera fría de ese año.

Minghao le compró muchos libros nuevos que él dijo que no eran necesarios, pero aún así el hombre más joven insistió.

Mingyu le preparó sus comidas favoritas, dejándole tuppers completos en su refrigerador para comer por una semana con sólo calentar la comida, porque sabía que Wonwoo era pésimo cocinando y prefería pedir comida ya preparada, sin importarle mucho la calidad de su dieta.

Tenía donas de más que no podía acabarse por sí mismo, pero tampoco se armaba de valor de pedirle a Junhui que viniera todas las mañanas a desayunar con él (a pesar de que la idea cruzaba su mente constantemente y le parecía agradable simplemente pensar en ello).

Juniper seguía igual de hiperactiva que siempre y como si tuviera un sexto sentido, cada vez que Wonwoo regresaba a sus pensamientos negativos y se sentaba en algún rincón con las rodillas al pecho, tratando de no hacerse daño, la gatita se acercaba a él para tranquilizarlo y distraerlo, ronroneando y subiéndose en el regazo del azabache.

Wonwoo estaba sanando.

Iba a terapia, trataba de mejorar, no sólo físicamente sino emocionalmente.

Hasta que un sábado, que tuvo que salir por compras, regresando con las bolsas en sus brazos, caminando por el pasillo para llegar a su departamento, por fin volvió a ver a Junhui, pero esta vez, el hombre iba acompañado por un perro, un Golden Retriever muy bien portado y paciente a su lado.

Al parecer Jun buscaba sus llaves, pero al momento de sacarlas de su bolsillo, estas se cayeron.

Así que Wonwoo se acercó y el perro que lo miró sin alterarse le recordó a Mingyu, porque era grande y de ojos cálidos y marrones. El editor se agachó y recogió las llaves.

—Hey, que bonito es tu perro.

Junhui sonrió al escuchar su voz, pues ya había sentido la presencia de Wonwoo acercarse.

—Su nombre es Höðr.

Lo pronunció perfectamente y Wonwoo no pudo evitar reír porque reconoció ese nombre a pesar de que conocía más la manera en la que se escribía de cómo se escuchaba.

Junhui frunció el ceño, pero no en molestia, sino de sorpresa.

—Notaste la ironía, ¿verdad?

Wonwoo rió más libremente.

—Lo lamento, es muy ingenioso. Höðr... Un dios ciego.

Junhui había nombrado a su perro lazarillo en honor a un dios nórdico ciego.

El hombre de cabello castaño se encogió de hombros, rompiendo en una risa suave también.

—Y el que lleva ese nombre actúa como mis ojos, pero soy fiel a la creencia de que la ironía es el humor más puro.

—Estoy de acuerdo con eso —Wonwoo sonrió ampliamente—. Por cierto, tus llaves, ten.

—Muchas gracias, ni Höðr, por más entrenado que esté, puede pasarme las cosas. Desventajas de no poseer pulgares oponibles.

El azabache de nuevo rió por el humor de Jun, el cual estiró su mano con la palma hacia arriba y Wonwoo colocó las llaves con cuidado. Tenía un llavero de gatito y se preguntó cómo era posible que Junhui tuviera tanto amor por algo que no podía ver.

Orgel (WonHui)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora