Capítulo 35: Delfines

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— En las películas románticas si, nos faltan los pétalos de rosas y la música lenta.

— No necesitamos esa mierda.

— Yo no lo estaba pidiendo. Solo quiero sexo y tú lo estás retrasando, si fueras tan amable de introducirte en mí te lo agradecería porque hoy si que no estoy para aguantar tus torturas.

Me hace reír y la beso.

— Sin preámbulos, entonces.

— Exac...Ahhh, ¡Pero no así, pedazo de pene!— gime con fuerza, si no es que grita cuando me introduzco en ella de una estocada — Oh mi santo Dios.

— Dijiste sin preámbulos.

— Ya déjalo — clava sus uñas en los hombros y me baja para besarme.

Otra cosa que me gusta de ella son sus besos. Besa como una diosa y me toca como una masajista. No dudo de su experiencia ni un poco y tendría que darle las gracias a los anteriores por entrenarla así. Menos a Erick, claro. Aunque conmigo se ha vuelto mucho mejor. Creo que ambos hemos mejorado mucho en el ámbito sexual desde que estamos juntos.

Obviamente, no olvido que yo fui uno de sus primeros así que me gusta creer que yo la introduje en esto, la dejé para que se entrenara y cuando estuvo lista para mí, el destino nos volvió a juntar para que nos enseñemos lo nuevo que hacemos en el sexo. Es tonto, lo sé.

Dejo de besarla para juntar sus piernas sobre su abdomen y moverme con más afición. Me gusta que no se calle los gemidos, antes no solía hacer mucho ruido, pero si supiera que lo hace de una manera sexy y angelical a la vez, no dejaría de gemir en su vida.

Con mis manos presiono sus piernas y meneo mis caderas dándonos todo el placer que sabemos darnos. Mi dedo presiona su clítoris y arquea la espalda cuando hago círculos en él.

— Dios...

Me gusta ver sus ojos arquearse y ver lo loca que la vuelvo. Ella también me vuelve loco.

Apoyo sus piernas a un lado y acaricio sus tatuajes.

— Preciosa.

Tiene los ojos cerrados y apretados, sonríe y se muerde el labio.

— Como me encantas, maldita sea — bajo a besarla locamente y me recibe gustosa. Sus uñas se clavan en mi espalda.

— Me haces desear más de lo que puedo tener — murmura contra mis labios.

— Tampoco es fácil para mí, ¿Cómo lidiaré con las ganas cuando te vayas?

— Te pediría que me esperes, pero no soy egoísta.

— Oh, porque eres tan amable.

Ríe y me siento, se sienta sobre mi dándome la espalda y sube y baja. Otra posición que me gusta, todas las posiciones me gustan si son con ella.

— ¿Cuantos años podrías estar?— beso su espalda y aprisiono sus tetas en mis manos.

— Muchos.

— Número, nena.

— Muchos — repite y levanto la cabeza, apoya la suya en mi hombro y observo su perfil —. No vas a esperarme, nuestro noviazgo dura dos días, Dominic.

— ¿Y si no quiero?

— No te estoy preguntando si quieres. Vas a buscarte otra y vas a superarme.

— Llevamos saliendo dos horas y ya me pides que me busque a otras — me río y la beso —. No creo que haya otras que tengan la misma locura que tú.

INSUPERABLES [•1]Where stories live. Discover now