Capítulo 34: La familia de Aubrey

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— No hay de qué — me observa y le doy un sorbo a mi té.

— ¿Y qué hacen por aquí?

Enarco una ceja hacia Tim.

— ¿Qué? No es como si tú vinieras a visitarnos muy seguido, ¿Quieres que te recuerde cuándo fue la última vez?— no me deja hablar —. No tienes que responder, lo haré igual. Hace siete meses y catorce días. Lo peor fue que solo viniste por diez minutos a buscar yo que sé que porquería.

— Déjala en paz, Tim, está ocupada.

— Me vale, siempre debe tener tiempo para nosotros— agita su mano y se apoya en sus rodillas para mirarme — . Somos tus padres, por si no lo recuerdas, niña.

— Lo recuerdo.

— Ah, me alegro. Entonces, solo nos ignora y ya. Que bonito, que bonito— se indigna.

— ¿Tú quieres que te cuente todo lo que he estado haciendo y porqué no he venido a visitarlos?— lo desafío y entrecierra sus ojos hacia mí. Tampoco lo dejo hablar —. No hace falta que respondas, te lo contaré de todas formas. Primero, he estado lidiando con un estorbo para solucionar la mierda en la que estamos metidos Darren y yo. Segundo, tengo trabajo al que tengo que darle mi atención si quiero comer todos los días. Y por último, tengo una vida la cual manejar — me apoyo en mis rodillas como él—. Y soy tu hija, no tu propiedad, por si no lo recuerdas, papá.

Con Tim siempre nos desafiamos y retamos. Ya sabía que este reclamo de su parte venía junto con la visita. Siempre me los hace, porque no soy una hija que está sobre ellos todo el tiempo, no los llamo tan seguido, no los visito. Si, como hija también doy asco. Pero lo bueno de tenerlos como padres es que luego de los reclamos siguen siendo los mismos, peleamos un poco pero las cosas nunca cambian a pesar de estar separados por mucho tiempo. Así que después de darnos una mirada desafiante e intimidante comenzamos a reír.

Aún recuerdo todas las veces que entramos en peleas, pero siempre todo vuelve a la normalidad.

— Tranquilo, siempre son así— le explica Berenice a Dominic cuando ve que no entiende.

— Mi niña, te extrañaba — Tim me abre sus brazos para recogerme en ellos. Besa mi cabeza y acaricia con delicadeza mi cicatriz. Me saqué el sombrero así que está a la vista, solo oculta por unos cuantos cabellos—. Tuve tanto miedo cuando me avisaron lo que te había pasado.

— Estoy bien, estoy aquí — me siento en su regazo y paso mi dedo por debajo de sus ojos. Tim puede ser el más intimidante a veces pero conmigo es el más sensible.

— ¿Qué pasó con ese infeliz? Elías nos contó que lo denunciaron.

— Si, pero lo soltaron, ya sabes, su familia.

— Uhg, odio a esa familia — me deja sentarme a su lado —. ¿Irás por tu padre mañana o quieres que vayamos nosotros?

Pregunta en susurros.

— Puedes decirlo, Dominic lo sabe — él asiente confirmándolo —. Iré yo por él, quiero que pasemos el día juntos.

— Suena a despedida.

— Lo será.

— ¿Por qué no tienes confianza en que ganarás esto?

— Porque no. Está delicioso este pudín— cambio de tema deliberadamente —. ¿Lo has hecho tú?

Claramente los tres se dan cuenta de mi falta de discreción pero ninguno me contradice. Es que solo me bastaron un par de circunstancias para darme cuenta que ganar el caso sería casi imposible para mí.

INSUPERABLES [•1]Where stories live. Discover now